Capítulo 29

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Las cosas dentro de mi vida siempre van a ser de lo más impredecibles, raras, estúpidas, graciosas y casi para nada serias. Pues en cualquier momento puedo llevarme una gran sorpresa tan grande que pueda terminar muerto o algo por el estilo, ya que las noticias impactantes abundan por todo el lugar y no dudo que una pueda llegar a mí; ya me lo imagino, algo como: "¡Oliver! ¡Los aliens se llevaron a Andy!" y entonces responderé: "¡Oh no!" Y ellos me digan de vuelta: "Pero lo peor es que... ¡Ya no hay galletas de dinosaurios!" Definitivamente esa sería la noticia que me haría perder el sentido de vivir en este mundo. Lo que a su vez, me hace llegar a la conclusión de que muy probablemente eso puede estar ligado nada más y nada menos que a esa secta de ojos mirándote mientras que planean el dominio del mundo desde sus cómodas casas, aterrorizando a las personas a su paso, siendo unas totales personas desconocidas a quienes todos temen. 

Las mañanas eran lindas, no puedo quejarme de eso, ya que hacia un día espectacular. Digamos que eran alrededor de las nueve y media de la mañana, a esa hora estaba el radiante sol ya sobre el cielo, solamente que no podía verlo, ya que unas cuantas nubes lo tapaban y era como si el cielo estuviera manchado de algodones de azúcar sin sabor, pues ese es el trabajo de quienes los comercian, darles sabor. En fin. Era una mañana nublada, en la que el mundo seguía su rumbo como siempre, o por lo menos eso es lo que veía a simple vista, ¿cómo chingados voy a saber todo lo demás? Aunque ese no es el punto, sino que... estaba estúpidamente enfermo, bueno, no me sentía a morir, pero de igual manera tenía malestar, como si fuera un zombie con mucho moco y tos atroz. (Es gracioso, ya que lo describo de esta manera)

Me levanté de la cama mientras tosía un poco, mi cabello se encontraba realmente revuelto, mi ropa estaba mal acomodada, mi ánimo no estaba tan elevado y mi nariz se encontraba roja por tanto que estuve estornudando; sin mencionar los ojos llorosos, como si tuviera todos los síntomas que promocionan en los comerciales de televisión. Puse mis pies en contacto con el frío suelo, lo que ocasionó que una corriente de frío invadiera mi cuerpo. Sin embargo eso pasó tan pronto como me puse unas cómodas pantuflas que había encontrado de pura casualidad en todo el desastre de mi habitación... y toda la casa en sí, no soy demasiado ordenado con mis cosas y creo que eso es algo que he tenido muy presente. Solamente limpio cuando mis padres amenazan con venir o cuando realmente quiero hacerlo, que es cada mil años. A veces da demasiada pereza hacer una que otra cosa, y es inevitable sentir eso.

Miré el reloj que se encontraba en la pared mientras que daba pasos lentos con destino a la cocina; mantenía un pañuelo pegado a mi nariz para retener el escurrimiento de mi ya irritada nariz, que debo decir, se vuelve tedioso a la larga y es que me sentía como una mierda en este momento, como si mis ganas de hacer algo productivo se fueran mucho más bajas que en días normales. Lo malo de todo esto es que ahora no tengo a mi madre para que con sus poderes misteriosamente efectivos, pueda curarme en un dos por tres. Parece que al tener hijos, las madres desarrollan súper poderes bien ocultos... O los hijos están bien pendejos y no notan lo simple que son las cosas. No, realmente no creo que sea por eso.

Al llegar hasta mi destino (que realmente no era demasiada distancia desde el punto del que partí), tomé la cafetera que aún tenía un poco de café, que justamente había reservado para el día de hoy y simplemente serví el líquido en una taza de porcelana color azul pastel con una línea de puntos blanco pequeños dando vuelta a esta. Realmente la tomé porque fue la primera que encontré y que estaba a la mano, no es como si me la pasara vagando por la vida en busca de la taza perfecta ya que solamente una es digna de ser usada por mí, el chico más mejor de todo puto mundo.

Y entonces me dio un ataque de tos con risa.

Dejé el café a medio tomar sobre la mesa con algo de dificultad ya que mi risa y tos aún persistían, pero no duró mucho ya que enseguida de retenerlo, retrocedí en mis pasos para parar de nuevo a mi habitación, me coloqué una sudadera color negro bastante cómoda y que reservo para ocasiones como esta, claro, esta era una talla más grande de la que es ideal para mí por el simple hecho de que de esa manera, puedes esconderte en ella como si fueras una tortuga, lo cual la hace perfecta, y para completar mi hermoso conjunto, fui por una frazada muy cálida y cómoda color gris seguido de una de esas cajas rellenas de pañuelos, que era lo que más necesitaba en ese momento, en cuando a mis condiciones de salud. Pero que mierda. Con todo lo que he estado buscando pareciera que estoy en una etapa depresiva, solamente me falta el bote de helado. Pero lo que tengo no es otra cosa más que una pinche enfermedad que me hace sentir mal...

Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora