Narra Oliver
Y la rutina empieza de nuevo. La alarma suena como una maldita loca que no tiene intenciones de callar y que me dan ganas de lanzar por el baño. Me despierto con mucho sueño a pesar de haber dormido como un oso sobre un colchón que no es para osos pero que sin embargo dormí como uno aunque es muy raro porque los osos no duermen en colchones, a no ser que se trate de aquel comercial que veo a veces que no entiendo qué hace ahí si no tiene nada que ver ya que es diferente. También está el hecho de levantarme de la cama después de cinco minutos. Ir sin vacilar como un verdadero macho hasta el cuarto de baño para darme una ducha. Aunque esta vez me metí a lo loco mientras caía agua fría por lo cual solté un grito y casi me resbalo. Pero no importa, porque logré hacer mi tarea de arreglarme para el día y no morí en el intento, tal vez ese sea un nuevo logro, sin embargo no lo es. Porque básicamente —y como dije al principio— se trataba de una maldita rutina.
Ya listo tomé mi mochila sin mas esperando que no haya sacado nada que me pueda servir para más tarde, como algún proyecto o un ensayo más grande que los manuscritos de la saga de los magos esos. Antes de salir de casa fui hasta el refrigerador para sacar una cajita de leche de chocolate, que siempre debe estar en la vida de cualquier ciudadano o ciudadana. Ya estando afuera divisé el auto negro que estaba estacionado enfrente de mi casa, de éste mismo, un tipo que conocía demasiado bien salía del vehículo y se acercaba a mí con una enorme sonrisa en sus labios. Para acortar la distancia, comencé a correr hacia él con los brazos abiertos hasta que en el último momento salté para enrollar mis piernas a su cintura como mis brazos a su cuello. Por suerte me sostuvo al instante, así, evitando que cayera al suelo y aquella estupidez terminara en Internet.
—Buenos días —saludé dejando un rápido beso en sus labios.
—Joder, estoy a punto de mandar la universidad por un tubo y llevarte conmigo todo el puto día—sonrió—. Pero, no es como que vaya a hacerlo.
—¿Por qué no? —pregunté dándole un sorbo a la leche.
—Creo que deberíamos... tú sabes, ser responsable por una vez —sonrió de lado—. Y si quieres, podemos fugarnos al salir.
—Eso sería estupendo —sonreí.
Me quité de encima para poder ir hasta el auto, tomando mi asiento. Sí, mi asiento porque después de todas las veces que lo he ocupado, creo que hemos logrado algún lazo sentimental que de alguna manera nos une. No era por nada todos esos días que puse mi trasero en ese asiento. Bueno, el caso es que tenemos algo especial —aunque el mismo asiento no lo diga— yo sé que así es.
Un gran camino después, ambos llegamos a la institución, nos despedimos en la puerta y cada quien fue hacia el área a la que necesitáramos ir por cualquier motivo, como ir a vomitar debido a que hay una exposición y uno tiene pánico escénico, eso debe ser muy horrible. Por suerte, yo no tengo ese pan estático, soy como una máquina parlanchina busca otras personas que hacer feliz ya que no estoy satisfecho con mi propia felicidad. O bueno, tal vez no sea así de exagerado, pero igual me agrada hacer felices a las personas. Ojalá la abuela de los gatitos lo sea.
Caminé por los pasillos, saludé a un par de chicos y chicas que caminaban por ahí y se me habían quedado viendo con una sonrisa en sus rostros. También hablé a algunos profesores que pasaban cerca de mí, aunque algunos de ellos hicieron como si no me hubieran oído y se van corriendo con cara de terror para doblar por los pasillos, o bien, para esconderse en sus salones, lo cual se me hace gracioso. Es poco común que hasta los mismo profesores le tengan miedo a alguien con tan solo verlo.
—¿Estás listo para el examen de hoy? —susurró un chico al lado de mí.
—¿Examen? —me voltee para encararlo— ¡Cory! ¡Puedes hablar! Pensé que eras uno de esos ñoños que pasan su eternidad en la biblioteca y no tienen amigos, como si en algún momento fueras a quedar demente e hicieras una masacre por aquí, eso si que estaría de locos.
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Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]
Fanfiction¿Alguna vez han pensado en lo mucho que puede cambiar la vida cuando la persona indicada llega? Andrew Biersack era un chico rudo, temido por todos en el nuevo Instituto... todos excepto ese estúpido castaño con obsesión por la leche de chocolate...