Narrador omnisciente
Lunes. Se podría decir que es el primer día de la semana en el que la mayoría de personas retoma sus trabajos o educación para seguir construyendo su futuro. Con este retorno vienen los hechos que casi todos odia, como el levantarse temprano después de ser libre el día anterior, o despertar y darse cuenta de todas las cosas que se tienen programadas para el día. Bien podría ser eso una razón para estresarse. Pero nada de eso pasaba por la cabeza del castaño, quien mágicamente al despertar en su habitación, una sonrisa se formó en sus labios. Con toda energía se levantó y comenzó a hacer todas su tareas matutinas al pie de la letra... o al menos hacia el intento de que así fueran las cosas.
Antes de tomar su mochila, tomó un par de hojas de papel que había estado preparando toda la noche y madrugada de manera random pero precisa y con un objetivo muy bueno según él. Dándole como consecuencia apenas dos horas y media para cerrar los ojos y fingir que duerme. Lo cual obviamente no fue impedimento alguno para que se despertara como un rayo. No había nada que lo detuviera en ese instante, porque su plan era perfecto y eso era todo lo que necesitaba saber para llevarlo a cabo. Como típico de su persona.
De camino a la escuela, fue saludando a los árboles que veía por ahí. Llevaba tanto tiempo en ese lugar que hasta le tenía un nombre a los dos primeros arboles que encontraba enseguida de salir de su hogar. Era algo así como parte de su rutina además de la leche de chocolate bien fría que tomaba cada mañana sin falta (a no ser que se le presentara un caso extremo) o se le olvidara por completo debido a la emoción. Eran tantas las razones que hacen basura las anteriores palabras de que era sin falta. Pero que pinche rara es la vida.
Enseguida de entrar a la institución, saludó a las personas que se encontraba dedicándoles una sonrisa encantadora que derramaba alegría a todo aquel que la viera. Sus pasos eran normales y su respirar también. Todo era tan normal para él que casi ni se notaba que tenía un plan en la cabeza que llenaba llevar acabo en una hora o tres, dependiendo de los sucesos que se presentaran. Pero de que iba a lograr su cometido, iba a lograr su cometido.
Tras caminar unos cuantos metros más se encontró con tres chicos que pasaban por ahí y que le venían siguiendo desde hace ya un tiempo. El ojiverde volteo en su dirección y los saludo con un símbolo de amor y paz para nada bien hecho.
—¿Sabes que se festeja pronto? —preguntó Kean.
—¿El día de los tacos?
—No, tarado —respondió Nicholls en tono burlón—. Está por llegar el cumpleaños de Lee.
—Y planeamos hacerle algo —completó Jordan—. Ya sabes, porque es un gordito con estilo o algo así.
—¿Entonces quieren que los ayuda a crear una fiesta sorpresa para él con tiburones y toda la cosa? —preguntó el castaño entusiasmado.
Intercambiaron miradas.
—Ehmm, si-e —respondieron al unísono.
—Excelente, cuenten conmigo —alternó mi vista—. Pero hablaremos de eso después, ahora tengo que hacer un par de cosas.
A esa hora la mayoría de las personas ya se encontraban en las instalaciones, por lo cual Sykes encontró la oportunidad perfecta para exponer su idea a una audiencia respetable. Se apartó de sus amigos sin siquiera decir adiós y caminó a las afueras donde se encontraban las áreas verdes. Ahí pudo ver claramente como varios grupos de amigos paseaban por ahí hablando, algunos sentados en el césped pasando el rato y otro leyendo un libro. Se encontraba de todo en ese lugar, por eso mismo es que era el lugar perfecto para realizar su plan de protección y concientización que solamente le llevó una noche y unas cuatas tazas de café.
Caminó entre la gente hasta llegar a una banca que se ubicaba por el centro del gran patio. Se subió en esta y entonces aclaró la garganta ruidosamente haciendo que varias miradas se dirigieran a él. Cuando consideró que tenía la atención de varias personas, sostuvo las hojas de papel entre sus manos y sonrió.
—¡Jóvenes y jóvenas de esta institución! He venido aquí para darles una breve platica acerca de un tema del que no se habla mucho —pasó saliva— para eso, me encargaré de hacerles saber...
—¿Y cuál es ese tema tan importante? —preguntó una voz al fondo.
—A eso voy, demonios —murmuró—. Como decía. El tema del que voy a hablar es: ¡Aprecien a las arañas!
Nada. No hubo ruido alguno, más bien se trataba de un silencio confuso en el que nadie tenía ni idea de lo que había querido decir, pero eso no significaba que iban a dejar de escuchar una nueva idea. Mucho menos cuando se trata de una de las incontables ideas del castaño, a las que ya están acostumbrados a ser parte. Eso le agradaba, que a pesar de lo absurdo que eso podía llegar a ser, siempre era como si se tratara de un gran equipo de personas dispuestas a oír y hasta aceptar ideas nuevas sin violencia alguna.
—Es decir —retomó su charla—. Todos alguna vez han matado a una araña sin piedad alguna. Creo que es un reflejo de supervivencia, pero también creo que estos arácnidos habitan de igual manera en nuestro planeta, y que aunque no sea mucho, debemos guardarles un lindo espacio. Gracias a las arañas es que varios pequeños insectos desaparecen. Ya sé, triste, pero así es la naturaleza —miró a varias personas—. Lo que quiero decir es que en vez de acabar con su vida, dejemos que la vivan hasta que mueran por razones de la naturaleza. ¿O van a dejar que una berenjena mate a una? Eso sería muy triste de ver —suspiró—. Eso es todo. Por último tengo unos cuantos gritos de guerra: ¡No a la matanza de arañas! ¡Vivan arañas!
Alzaba los brazos mientras arrojaba los volantes a todas las direcciones posibles sin importar donde cayeran, porque sabía que todos los que se encontraban ahí las tomarían por simple curiosidad de saber lo que pudieran contener. Después de varios gritos persistentes, todos lo que aún seguían ahí estaban gritando animadamente mientras alzaban los brazos y marchaban al mismo tiempo probando lo cuan estúpido y liberal puede llegar a ser una generación casi entera de universitarios.
El castaño sonreía ante lo que acaba de lograr gracias a su charla. Se sentía orgulloso de lo que se puede lograr cuando una persona se propone a hacer algo y comunicarlo a los demás de una forma llamativa. Pero sobretodo estaba feliz de que no le hayan lanzado cualquier cosa a la cara haciendo que cayera, porque en ese caso todo se iría a la mierda y sus intentos por salvar a las arañas hubieran fracasado. Su logro se sentía tan bien que tomó uno de los volantes y lo escondió en su mochila como recuerdo dentro de cincuenta años, cuando le cuente a sus mascotas del futuro lo genial que era.
Por otra parte, se encontraba el pelinegro.
Una idea se le había metido a la cabeza y era muy difícil que alguien llegara y lo hiciera cambiar de parecer. Tenía clavado en la mente que lo que estaba a punto de hacer era lo correcto para evitar problemas en el futuro. Planeaba realizar su idea como las de su novio en los aspectos de que no se detuvo a pensarlo bien y que no tenía idea de lo que podría pasar después. Pero eso no tenía importancia alguna en ese momento, sino llegar a su objetivo.
Desde la mañana se había levantado puntual para realizar sus tareas y salir de casa sin pasar por su novio, ya que había acatado la petición de que no lo buscara. Al llegar a la institución, enseguida se puso a recorrer todos los pasillos y todas las aulas posibles. Incluso buscó en las áreas verdes donde vio al castaño haciendo tonterías frente a un montón de personas. No le hizo caso y siguió con su camino subidnos y bajando escaleras sin siquiera preocuparse de lo cansado que se encontraba de caminar muy rápido sin tener mucho éxito. En esos momentos parecía como si la universidad se hubiera hecho el doble de grande. Sin embargo, eso no iba a evitar que lograra su cometido.
Dio una vuelta a la derecha, bajó unas escaleras, otra vuelta a la izquierda, caminó a través de un pasillo y al final se encontraba la persona a quien había estado buscando todo este tiempo. Enseguida una ola de pensamientos lo invadió, pero decidió dejarlos de lado y concentrarse en lo que tenía planeado decir para esa ocasión. No hizo falta más tiempo, pues enseguida de verla comenzó a avanzar hasta la persona que se encontraba metiendo un par de cosas a su casillero. No iba a dar marcha atrás, su decisión estaba más que tomada y ahora que la había encontrado no había forma de retroceder.
Unos cuantos pasos más y entonces llamó la atención de la rubia quien al verlo esbozó una gran sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]
Fanfic¿Alguna vez han pensado en lo mucho que puede cambiar la vida cuando la persona indicada llega? Andrew Biersack era un chico rudo, temido por todos en el nuevo Instituto... todos excepto ese estúpido castaño con obsesión por la leche de chocolate...