Narrador omnisciente
Habían pasando ya dos días desde que ambos chicos habían salido rumbo aquel parque en el cual tuvieron bastante diversión, además de que afrontaron situaciones absurdas y poco convencionales, que sin duda, por más torpes que éstas puedan parecer, fueron de suma gracia. Sin embargo, eso no fue impedimento en lo absoluto para que la pasaran bien, puesto que ellos dos se querían demasiado, más de una vez lo habían dicho y querían que eso quedara muy claro para el otro. Ya que, quieran o no, tanto el castaño como el pelinegro se habían enamorado de la manera más loca y completamente extraña posible. No importaba una mierda si eran vistos de forma rara, o si aún no eran bien recibidos dentro de la sociedad, bien dicen que cuando el amor llega, ya nada importa, lo que también incluía a las demencias de los amigos del de ojos oliva, que en un impulso de querer impedir la relación, terminaron varados en un bosque junto con osos y varias heridas de por medio. Pero bueno, nadie dijo que el amor fuera a ser tan fácil.
Dejando de lado ese tema.
Un día nuevo y radiantes recién comenzaba para ambas personalidades, que durante todo este tiempo habían estado durmiendo muy cómodamente en sus camas sin preocupación alguna, esperando pacientemente la llegada de la mañana, en la que tendrían que llevar a cabo sus rutinas del diario, aunque eso no quitaba el hecho de que algo nuevo siempre puede ocurrir cuando uno menos se lo espera. O al menos por parte de nuestro querido Andrew, que durante horas estuvo recostado en su cómoda cama, tapado hasta medio cuerpo de cálidas cobijas, durmiendo como un lindo ángel, con su respiración tan pacifica, inhalando y exhalando de forma continua haciendo que su pecho subiera y bajara, lo normal de la respiración. Sus hermosísimos ojos estaban enteramente cerrados sin intenciones de abrirse -al menos no ahora- Por último, se podían apreciar sus rojizos y delgados labios entreabiertos emitiendo uno que otro sonido semejante al de un gatito. Sin duda alguna, estaba pasando por un dulce sueño envidiable y que por si él fuera, lo alargaría hasta el punto del medio dio. Lastima que eso no pudo ser posible ya que su escandalosa alarma sonó, tan puntual como siempre, obligándole a realizar sus tareas del diario antes de salir de casa rumbo a la universidad, donde sin duda, le esperaba un largo día lleno de conocimiento y algunas otras mierdas raras que hay en una universidad.
Por el contrario, tenemos a Oliver Scott Sykes, que no había cerrado los ojos en ningún momento de la noche. En otras palabras, aquel estúpido chico no había dormido absolutamente nada la noche anterior y parte de la maduraba. Pues bien, la razón de ello era bastante simple, y es que todo ese tiempo, lo había gastado en ver una serie que le había llamado la atención. Desde que reprodujo el primero episodio, estaba dando por hecho de que no iba a despegar su vista de ahí, al menos no hasta donde le fuera posible. Y por consecuencia, el tiempo le ganó de tal forma que su celular sonaba una y otra vez alertando al muchacho, que instantáneamente puso pausa al décimo episodio de la cuarta temporada para atender al "endemoniado aparato insistente" según él.
—¿Cómo es que el tiempo pasa tan rápido? —preguntó con indignación, como si el aparato le fuera a contestar—. Como sea, lo mejor es darme prisa.
Haciendo caso a sus propias palabras, se levantó de la cama tirando una que otra envoltura metálica perteneciente a los snacks consumidos al suelo, que muy poco le importó, ya le daría tiempo después de levantarlos y depositarlos en un cesto de basura, por lo mientras, esa chatarra podía esperar.
A pasos naturales, se dedicó a hacer las cosas del diario, lo cual incluía cosas ordinarias y fáciles como lo era: tomar una ducha, vestirse, cepillar su castaño cabello, que no era ni tan largo como el de rapuncel, pero tampoco tan corto como el de un calvo; digamos el largo de este era perfecto de acuerdo a como él lo quería, y vaya que amaba su cabello, aunque no le dedicara una atención estricta. Y tal vez es por eso que lo adoraba, porque a pesar de esto, seguía sedoso y reluciente, casi como el de una chica. Claro, porque el suyo tenía mucho más estilo. Después de esto, seguía la tarea de colocar las cosas necesarias en su mochila -ya gastada- para poder pasar el día sin problema alguno, claro, si es que eso podía llegar a ser realizado a la perfección. Entonces, ya teniendo lista la presentación personal a un 98% y los materiales empacados, hacia falta bajar a la cocina para el desayuno, que no era de mucha relevancia, se trataba de un poco de jugo de frutas junto a un plato cuyo contenido era a base de yogurt de manzana y cereal, la leche la podía abandonar en su refrigerador por ese día.
ESTÁS LEYENDO
Bad Boy [Sysack] [EDITANDO]
Fanfiction¿Alguna vez han pensado en lo mucho que puede cambiar la vida cuando la persona indicada llega? Andrew Biersack era un chico rudo, temido por todos en el nuevo Instituto... todos excepto ese estúpido castaño con obsesión por la leche de chocolate...