Capítulo 7

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Treinta minutos y sigo dándole vueltas al asunto, no he llegado a nada y a como están reaccionando mis neuronas lo más seguro es que siga girando en círculos. Mi vista está fija en el metal brillante de la mesa de preparación, lo limpio con ímpetu quitando los restos de pizza y tengo las pupilas mirando fijamente a ninguna dirección. 

Mi vista periférica divisa a un ángel, viene entrando calmadamente y al percatarse de mi presencia me sonríe. Siento que me derrito como un helado en verano. Le devuelvo la sonrisa y siento como la sangre se acumula en mis mejillas. Me encanta. Podría esculpirlo en mármol y observarlo por horas. Caigo estrepitosamente de mi ensoñación cuando veo a Karla correr hacia él para plantarle un beso estruendoso en los labios. Quisiera ser yo, correr a sus brazos y besarle sin importar las miradas ni las palabras de los demás. 

Bajo la mirada y miro hacia los lados, no quiero que nadie vea como la baba me escurría mientras veía a Bruno, pero vuelvo a fijar mi vista hacia él y los veo entrar a la oficina, la puerta se cierra tras ellos y siento que la temperatura de mi sangre es igual a la del horno. ¿Qué estarán haciendo que amerite cerrar la puta puerta? Los celos me invaden. Sin explicación ni razón de ser pero ahí están. Respiro hondo y sigo limpiando la mesa. 

***

La puerta sigue cerrada y la veo como si tuviera vista láser y pudiera partirla en dos. 

- Voy a comer, ¿me acompañas?-  Paulina se acerca y me dice con una sonrisa mientras se limpia los lentes. Le sonrío y asiento. Tengo que salir de aquí. 

Entramos a la pequeña tienda de autoservicio que se encuentra justo al lado de la sucursal, hay una mesa para cuatro personas que habitualmente ocupamos nosotras. Tomo una bolsa de papas fritas y un refresco, en estos momentos lo último que me importa es mi salud, con Karla y Bruno fajando me explotará el hígado. ¡Estoy furiosa! No comprendo por qué ni tengo el derecho de estarlo pero los celos parecen no querer irse de mi cuerpo. 

Nos sentamos y Paulina mira mi comida como si fuese un plato con vómito. 

- ¡Wow!, ¿dónde quedó el sándwich o la manzana y tu botella de agua para comer?, ¿has roto la dieta?- me dice mientras quita la tapa de su toper con caldo de verduras. Eso sí parece vómito.

Tomo una papa y me la llevo a la boca.

- Nunca he estado a dieta.- ni pienso estarlo en mi vida. Amo comer. 

- ¿En serio?, juraba que lo estabas, con tu comida insípida que llevabas todos los días y lo delgada que estas estuve a punto de pedirte la hoja de dieta.-

Ruedo los ojos, Paulina siempre ha estado un poco llenita pero jamás ha ameritado ponerse a dieta. Se ve bastante linda como es.

- ¿No se te hace raro que Bruno y Karla lleven horas encerrados en la oficina?- cambio el tema abruptamente. Necesito saber más. 

- De echo sí, jamás se habían portado tan cariñosos.- está pensativa, lo sé porque sus ojos están fijos hacia el horizonte y ha dejado de comer. 

- ¿Bruno jamás fue cariñoso con ella?- estoy incrédula. ¿Qué clase de relación es esa?

- Si lo era pero muy poco, no sé, es extraño, parece que está con ella por compromiso o algo así, cuando nos enteramos que andaban no la creíamos, no se ven tan lindos juntos.-

- Lo sé, Karla tiene un carácter muy especial.- me froto la frente y me siento cansada.

- ¿Especial?, ¡Es una perra!- dice casi en un susurro. 

Es el adjetivo mas noble que he escuchado de ella.

La puerta de la tienda se abre y es Bruno acompañado de Karla. Nos miran por unos segundos, no sé descifrar la mirada de Bruno pero la de Karla es obvio que está cargada de veneno. Esa mujer teminará por asfixiarse en su propia teleraña de odio. Lo aniquilo con la mirada. Será un cínico. Ayer me planta un beso pero hoy se encierra con su novia para bajar la calentura que seguramente le dejé desde ayer. Siento que me sale humo por los oídos. No debo estarme enojando, Karla a final de cuentas es su novia, tiene permitido incluso bajarle los pantalones y hacerle sexo oral en medio de la tienda si fuera moralmente correcto. Me siento plato de segunda mesa. Desvío la mirada y veo que Paulina también los observa. 

¿Imposible?-  Bruno Mars (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora