Solamente un niño

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Narra Christopher

Honestamente no había pensado en quién era quien estaba tocando la puerta de la habitación. Había dormido tan bien amarrado de su cintura que no se me ocurrió que estuviera mal. Después del increíble beso la llevé a la cama y se quedó dormida, no quería dejarla así que me puse cómodo y dormimos juntos. Solo eso, compartimos el sueño pero se sintió como nunca. Ahora estaba tratando de encontrar las palabras para explicar esto a Zabdiel.

- Yo dormí con Lara – Zabdi señaló mi torso desnudo y arqueó una ceja como diciendo dime algo que no sepa. – no de esa manera, después de la grabación la seguí. Me sentí mal por lo de Ana, no era mi intención lastimarla. Pero lo vi en sus ojos. Así que la encontré invitando a un tipo a venir a su habitación – ahora Zabdiel estaba atónito. Yo tampoco lo hubiera creído si me lo hubieran contado.

- Es una broma – negué y seguí la mejor noche de mi vida.

- Evité que ocurriera y la traje conmigo al hotel, no podía dejarla sola así que entré a su habitación y me confesó que se sentía sola. Sola de estar con alguien, le dije que estaba yo pero no entendió la indirecta, después saqué a Nathan a relucir. – esto era lo que más me había emocionado. – pero ella dijo que si hubiera sido meses atrás hubiera caído, pero alguien la había arruinado para los demás Zabdiel. Unos meses atrás.

- Crees que hablaba de ti? – me sonrió como bobo.

- Claro que sí, porque después de eso algo se encendió y nos besamos – aún recordaba sus labios dulces en mí. La forma en la que me pedía más. – estuvo perfecto y luego ella lloró. Simplemente lloró y la abracé. No pasó nada más. Se quedó dormida y me quedé con ella. No podía dejarla después de eso.

- Madre santa – Zabdiel estaba realmente sorprendido, si alguien me hubiera contado lo mismo me hubiera reído de él.

- Me quiere Zabdi, estoy seguro de que es así – no podía con la sonrisa que tenía en el rostro. La chica por la que había babeado era mía. Mía porque su mente también me llevaba guardada a mí. – debo volver, no quiero que se despierte sola – lo despedí con la mano y le señalé que era un secreto. Él seguía en medio del pasillo sin poder creérselo. Estúpidamente yo había dejado la puerta abierta cuando había salido a taclear a Zabdiel, algo que no se debía repetir. Entré sin hacer ruido y la vi ahí en la cama. Un enredo de sábanas y ropa de trabajo. Su cabello esparcido sobre la almohada y su respiración profunda el único sonido del lugar. Era perfecta, la chica que tenía las estrellas en sus ojos. Me recosté junto a ella y encendí la televisión sin sonido, pensaba esperarla.

Mis ojos se abrieron lentamente, había dormido mejor que en mucho tiempo y podía incluso sentir un rastro de saliva por mi mejilla. Una risa conocida sonó de fondo y recordé todo, el chico, el taxi, el beso. Christopher. Miré al otro lado de la almohada y ahí estaba él. Sin camisa recostado junto a mí viendo la tele como si fuera lo más normal del mundo. Como si fuéramos una pareja que hacia eso todo el tiempo. El pánico me invadió.

- Qué haces? – casi grité y me miró sonriendo. Esa sonrisa que mataba.

- Perdona si te desperté – acarició mi cabello y plantó un beso en mi frente. No, no, no. Me puse de pie y vi que su camisa había desparecido. Un nudo se formó en mi estómago, estaba segura de que no había más que un beso entre nosotros. No estaba ebria y no sufría de narcolepsia.

- Christopher, tienes que irte – susurré y corrí al baño. De nuevo era la que corría de lo que quería, de lo que necesitaba. Golpes detrás de la puerta comenzaron a sonar.

- No hagas esto, no me hagas esto – miré mi semblante en el espejo. Estaba más allá de ser la chica para él.

- No hay esto entre nosotros – grité y me armé de valor. Abrí la puerta y ahí estaba él, con el rostro derrotado. Me dolía verlo así.

- Y lo de anoche qué fue entonces?

- Nada, estaba triste. Te lo dije Christopher, nos dejamos llevar, eso es todo. – lo pasé y me senté en la cama, tenía que darme un baño antes de seguir con otro día normal.

- Para, solo para. – me quitó el celular que acababa de tomar y lo aventó al otro lado de la habitación. Pude escuchar el aparato romperse – te compraré uno nuevo, dios te compraré diez si eso se requiere para que me escuches.

- No puedo – dije decidida y él tomó mi rostro entre sus manos, de nuevo la magia estaba ahí.

- Si puedes, podemos. Y qué si te quiero? Por dios estoy enamorado de ti, ya me cansé de espantar chicos, de hacerle caras a cualquiera que se acerca de más y a tratar de herirte para asegurarme de que sientes lo mismo – el aire de mis pulmones escapó, yo estaba muy jodida.

- Me amas? – susurré y una sonrisa se posó en sus labios que pronto yo me iba a encargar estúpidamente de borrar. – de verdad crees que esto puede funcionar? Eres un niño Christopher. Aún juegas Pokemón Go y usas gorras a las 10 de la noche. Jamás podría ocurrir algo entre nosotros porque eres mi trabajo. Solo eso. – ahí estaba, le había roto el corazón y de paso me lo había roto a mí misma.

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora