¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)

Hortensias y ¿Bea?

Hortensias, días atrás él había visto mi estuche de maquillaje con hortensias dibujadas en el. Le había dicho que me gustaban mucho sobre todo las azules y las rosas y ahora aquí estaba. Con un ramo lleno de ellas y una sonrisa en el rostro. Por Dios, Sebastián era hermoso, de eso no había ninguna duda, era lindo, caballeroso, divertido y sensible. Había pasado tanto tiempo cerca de él durante los últimos meses que ya sentía que lo conocía de toda la vida. Pero a pesar de todos sus intentos por avanzar conmigo, no había logrado nada. Era cierto que al principio decidí que tal vez esa era la mejor manera de superar a Christopher, saliendo con alguien más y que mejor que con un chico tan maravilloso como Sebastián. Había llegado a tal mi punto de desesperación que ya no me importaba más perder mi trabajo por una relación. Solamente quería sacarme a Christopher de la cabeza pero obviamente no había podido. Cada día, cada sueño era para él. Y después de tener esa extraña charla con Camila, yo ya no sabía dónde estaban ni mi cabeza ni mi corazón.

- ¿Te gustan? – Sebastián tenía esperanza en los ojos y yo me sentía una mierda por darle alas cuando no tenía intenciones de volar con él.

- Son hermosas, gracias –

- Son preciosas – una chica morena con mini vestido y piernas kilométricas apareció a mi lado. Era preciosa y tenía ojos verdes. Un cabello lacio y negro azabache colgaba sobre un de sus hombros. Nunca la había visto antes pero se me hacía familiar.

- Gracias – sonreí y esta se borró cuando vi quién venía detrás de ella. Christopher caminaba sin prisa hacia nosotros e inmediatamente me enderecé, estaba sudada y cansada, ni podía tener tan mala suerte. Hubo un momento en el que en realidad pensé que nos encontraríamos en algún evento o concierto, pero en mis estúpidos sueños yo me veía como na diosa y él se arrepentía de haberme dejado ir. Si, esa noche eso no iba a pasar.

- Hola Chris – Sebastián saludó y yo seguía completamente quieta a su lado. Por una parte me alegraba de que ellos se llevaran bien, pero eso significaba que a Christopher ya le daba igual la atención que podría llegar a darme alguien más.

- Lara – me sonrió levemente y no hizo ningún esfuerzo por tocarme, una parte de mi estaba feliz de que no me hiciera recaer en él. Pero otra se moría de dolor por saber que ya no le ardía la piel por tocarme. En vez de eso vi lentamente como en una película cómo su brazo lo pasaba alrededor de la cintura de la morena y la acercaba a él.

- Chris, ¿ya viste?, son tan lindos – dijo ella, se veía de lejos que era una chica fantástica pero algo en mí ya la odiaba.

- Si, lo veo – no entendía nada, él me mandaba flores pero salía con esta chica al mismo tiempo? Estaba decepcionada y sabía que me dolería demasiado si esa fuera la verdad.

- Un gusto, Sebastián – él le dio la mano en forma de saludo y me señaló a mí. – ella es Lara

- Un gusto conocerlos – me sonrió y quise matarla, realmente.

- Ella es Bea, mi cita – dicen que el corazón solamente se puede romper una vez, que los demás son rasguños. Bueno, en mi caso eso no era cierto.