Christopher
Ahí estaba, después de cuatro años de no saber de ella, estaba en la mesa frente a la mía con un tipo que le estaba pidiendo matrimonio. Ella, Lara estaba mirándome como un cervatillo a la luz, sus enormes ojos cafés estaban fijos en los míos mientras decía sí, me casaré contigo. Podía sentir la tensión en el aire entre nosotros, no era una novedad que siempre que nos veíamos había electricidad, me gustaba la forma en la que su cuerpo se inclinaba hacia el mío, como si un imán nos mantuviera unidos. Ella lo había sido todo para mí, y en gran medida aún lo era. Era bastante obvio para mis amigos y familia que no la había superado y que no lo haría pronto, después de cuatro años aún soñaba con el tormentoso día en el que ella me había dejado. Se marchó sin decir nada, ni una explicación y yo me había vuelto loco buscándola. Ahora sabía dónde había estado durante todo ese tiempo.
Lara
- No es cierto – la voz de Zabdiel resonó entre los aplausos de la habitación. Todos me miraban con la boca abierta, y cómo no. Si habían pasado cuatro años, los había visto más de una vez en la televisión o en las portadas de las revistas pero al verlos en persona se notaba cuánto habían cambiado. Todos se veían mayores en el buen sentido, eran como los vinos. Suponía que con la edad se ponían mejores.
- ¿Los conoces? – el susurro de Adam me sacó del trance, estaba sentado junto a mí tomando mi mano. No me di cuenta en qué momento había sucedido. Estaba tan atontada con la visión frente a mí que todo alrededor había dejado de existir.
- Si – logré decir con temor mientras que el resto de los chicos se ponían de pie para acercarse a la mesa. Todos excepto Christopher se acercaban peligrosamente y yo quería esconderme en el baño. Podía ver el dolor en los ojos de todos, la traición por la que los había hecho pasar. – Adam, te presento a CNCO – susurré acomodando mi voz, tratando por una vez que no se quebrara cuando intentaba hablar de ellos.
- Vaya, CNCO. ¿cómo no me di cuenta antes? Claro que son ustedes. Encantado. – Adam estaba extasiado de conocer a los chicos. Con el tiempo varias veces había puesto su música en el auto. Pero cada vez que lo intentaba yo salía con alguna excusa, la mejor era que me dolía la cabeza. Siempre funcionaba. – Lara, no me habías dicho que los conocías. – Christopher seguía mirándome desde lejos, a una distancia prudente y de verdad que lo agradecía porque ahora yo estaba comprometida y esa atracción que siempre había existido entre nosotros tenía que acabar.
- Nos conocemos bastante bien amigo, Richard. Un gusto. – Los cuatro chicos estrecharon su mano y Erick fue el primer valiente. Se acercó a mí con los brazos abiertos pidiendo un abrazo. De inmediato me lancé hacia él. Justo así volví a sentir el calor tan familiar de los amigos.
- Oye, no la acapares – Joel también se acercó a mí dándome un sonoro beso en la mejilla. Todos me abrazaron, todos recordándome lo que había perdido hace años. Todos menos el que más me interesaba.
- Christopher, saluda a Lara. – Zabdiel lo reprendió solo como él sabía hacerlo, sin que los demás se dieran cuenta de que era un plan macabro. Pero yo lo conocía mejor que nadie, incluso mejor de lo que Christopher lo hacía. Chris estaba tenso, podía notar la rigidez en su cuerpo mientras caminaba lentamente hacía nosotros. El aire se hacía cada vez más denso y mi ritmo cardiaco estaba tan acelerado que juraba que todos podían escucharlo. Estaba tan guapo, su cabello era más largo ahora, daba un aspecto de chico malo que jamás sería cierto en él. Las gafas, el porte de hombre. Tan seguro de sí mismo sin llegar a ser tedioso. Sus suaves labios estaban en una fina línea y sus ojos tenían fuego en ellos, pero no en el buen sentido. Parecía que quería desintegrarme y no lo culpaba. Sabía que me había buscado por un buen tiempo, pero jamás tuve el valor de pararme frente a él y decirle que se había acabado. Era una cobarde.
- Hola – susurré e intenté sonreír al chico de mis sueños. El amor de mi vida estaba frente a mí y yo le debía más que una explicación del por qué ahora estaba comprometida con otro. Mostró una sonrisa fingida, de esas que tenía cuando se sentía incómodo y noté cómo su mirada se fijaba en mi pecho. Lo había visto. El dije que él me había regalado esa noche en París. Estaba siempre en mi cuello, no había podido dejar de usarlo. Me recordaba a un momento en el que la vida era perfecta. Hasta que lo arruiné.
- Felicidades – dijo con voz tensa para no tocarme. Un silencio incómodo se sentó en el lugar mientras Adam estaba realmente emocionado.
- Lara, de verdad. Debes de decirme ¿cómo es que los conoces? – seguía sonriendo, ese era el problema con Adam, siempre era amable. Sin importar la situación.
- ¿recuerdas que te dije que trabajé en una disquera?, bueno. Yo era parte del staff que se ocupaba de que todo estuviera en orden con los chicos.
- ¿parte del staff?, por favor. Tú eras prácticamente nuestra jefa. – Erick sonrió y me recordó todas aquellas mañanas en las cuales tenía que arrastrarlo fuera de la cama en los hoteles.
- Éramos una familia – sonrió Zabdiel y me estómago se estrujó de dolor. Uno nunca abandona a su familia y eso era justo lo que yo había hecho.
- Oigan, tienen que contarme todo. ¿por qué no se sientan con nosotros?, me cuentan todo y celebramos que esta hermosa chica acaba de aceptar casarse conmigo. – un gruñido bajo salió del pecho de Christopher. Eso no podía suceder.
- O no, ellos deben de querer un poco de paz – sonreí forzadamente pidiendo que dijeran que no hasta que alguien arruinó mi plan.
- De hecho, aceptamos. Necesitamos charlar, por los viejos tiempos. Saber por qué nos dejaste – Christopher dijo esto con una sonrisa en los labios. Sabía que lo último era en realidad, ¿por qué me dejaste?
- Genial, Luigi. ¿podemos traer otra mesa y sillas? – Adam seguía sonriendo y yo trataba de evitar rodar los ojos al saber que ahora estaba sentado junto al hombre de mi vida.
- Ya vuelvo – en cuanto los chicos estuvieron sentados corrí al baño. El aire me había estado faltando y no me había dado cuenta hasta el momento en el que mi cabeza dolió de poder respirar normalmente. Azoté la puerta del baño y corrí al lavamanos, estaba pálida. No había sido para nada como en mis sueños. Varias veces había soñado en encontrar a Christopher de nuevo. Jamás había sido de la manera en que ocurrió. Mi mirada en el espejo se fijó en mi vientre. En la razón por la que había dejado todo.
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¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)
FanfictionLara está emocionada por su primer trabajo. Formar parte del equipo de diseño de una banda famosa, gracias a su tía Laura Pausini que le consiguió el trabajo. Pero cuando Ricky Martin le encarga un nuevo trabajo no se cree capaz de hacerlo. Sobre t...