Borracha a la Mexicana

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Narra Lara

Liam era divino, después del maravilloso momento con Chirs detrás de la cortinas, volvimos a la fiesta como si nada hubiera pasado entre nosotros y mientras él se alejaba de mí, un chico guapísimo se acercaba. Era Liam Hemsworth quien me había invitado a bailar. Al parecer por sus intentos de avance conmigo había intentado acercarse a mí toda la noche pero yo seguía desapareciendo. Me sonrojé un poco al pensar en lo que justo minutos antes había estado haciendo.

- ¿Puedo preguntar si estás saliendo con alguien? – dudé un momento en responder, en realidad no estaba saliendo con nadie más estaba comprometida al cien con Chris, no sabía cómo explicarlo.

- Algo por el estilo – sonreía apenada y sacudió la cabeza.

- No sé por qué siempre me pasa lo mismo, cuando veo a una chica preciosa por lo general ya está tomada – reí por lo dramático de su expresión.

- Perdonen – una voz conocida sonó por un lado y vi a Joel sonriendo incómodamente. – Lara, ¿te gustaría bailar conmigo? – sonreí a Liam disculpándome por la interrupción.

- ¿Te molesta? – le pregunté mientras como todo una cabalero le cedía el lugar a Joel.

- Claro que no – me dejó en brazos de Joel y se retiró un poco – entonces ya lo sabes, si eso de por el estilo no funciona, llámame. Estaré esperando. – mi corazón estúpidamente se saltó un latido, yo amaba a Christopher de eso no había duda pero no era de hielo y un chico como ese era especial.

- El hermano de Thor, ¿enserio? ¿Mientras puedes tener al amigo de Joel Pimentel? – reí fuertemente y me recargué en su hombro.

- No hay comparación Joel, eso lo sabes. – miré más allá de su hombro y ahí estaba Christopher. Mirándome fijamente con una sonrisa estúpida en el rostro. Había notado que me estaba vigilando de cerca mientras bailaba con Liam. Pero honestamente yo quería bailar y no podía hacerlo con él así que esperaba que lo entendiera. Susurré un te amo suavemente y él lo entendió de inmediato. Él también me amaba.

Narra Christopher

- Ay ay ay ay ay, cantaaa y nooo lloooreeesssss – ella estaba borracha, Lara estaba completamente ahogada y era preocupante y a la vez divertido. Estaba seguro de que se había bebido su propio peso en alcohol, después de la fiesta Camila se había desaparecido por completo y nosotros nos dimos cuenta de que cada uno le había dado un trago diferente a Lara, eso significaba que todo se le había cruzado y ahora estaba ebria de verdad.

- ¿Estás seguro de que puedes con esto? – Zabdiel me había acompañado a subirla a su departamento para después irse con los demás a otra fiesta, ese tipo de cosas nunca terminaban.

- Claro que sí, solo me quedaré con ella hasta mañana que se le pase la cruda – besé la cabeza de Lara que ahora estaba derrumbada en su propia cama, tenía las extremidades flácidas y seguía balbuceando canciones mexicanas. No cabía duda que con la borrachera le salía lo patriota.

- Bien, que descansen. Los veo luego. – Zabdiel comenzó a caminar hacia la puerta cuando se detuvo. – Chris, sé que eres mi amigo y te conozco. Jamás serías capaz pero me siento con el deber de decir esto. Si le tocas un pelo mientras esta ebria, te mato. – sonreí ante la gran muestra de afecto de Zabdiel hacia ella.

- No esperaba menos – respondí y él se fue con una sonrisa de satisfacción por haber hecho tan buen trabajo como hermano.

- Eres tan guapo – gimió Lara mientras me acostaba junto a ella en la cama. Aún llevaba puesto ese hermoso vestido y de seguro era bastante incómodo. No sabía si debía quitárselo o no.

- Amor, ¿te importa si te quito el vestido?, para que te sientas más cómoda. – asintió adormilada y armándome de valor bajé el cierre con trabajo. Estaba tan pegado a su preciosa silueta que era difícil de quitar. Lo bajé lentamente mientras ella seguía acostada. Piel suave y unas piernas largas se extendían sobre la cama cubierto por un conjunto de ropa interior de encaje negra. Era tan erótico que me puse duro en ese instante. Obligué a mi yo hormonal a calmarse y la cubrí con la sábana que estaba a su lado. Golpeándome mentalmente a mí mismo entré al cuarto de baño para quitarme la ropa de fiesta y darme una ducha, estaba seguro de que a ella no le importaría. El baño era igual que su habitación, un lugar romántico, había libros junto a la bañera, en estantes junto al lavamanos y detrás del escusado. Era extraño pero yo sabía cuánto le gustaba leer, me encantaba que ella fuera así. Encendí la tina y esperé a que se llenara mientras me disponía a olor todos y cada uno de los perfumes y lociones que había en los gabinetes. Olían a ella, todos. Aunque fueran diferentes podía asociarlos con un estado de ánimo suyo y con un día en específico. Me desvestí por completo y entré en la tina, mierda aún estaba duro. Sabía que no debía de hacer lo que estaba a punto de hacer con ella en la otra habitación pero mierda si dolía el no hacer nada con una erección. Tomé mi polla en mis manos y comencé a masajearla pensando en ella como tantas veces lo había hecho antes, a excepción de que ahora podía sentir en mis dedos el calor de su interior del gran momento que habíamos pasado en la fiesta. – mierda – gemí mientras sentía cómo mi liberación aparecía. Ella me tenía jodido.

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora