Un pedacito tuyo

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No, no, no; esto no podía estar pasando. Los resultados que tenía en las manos confirmaban mis peores miedos. De alguna manera tenían que estar mal.

- Perdón, pero esto debe de estar mal, ¿hay manera de que se equivocaran? – pregunté a la enfermera sentada detrás del gran escritorio blanco carcomido. Ella se limitó a mirarme con pena.

- No señorita, esos resultados están bien. – giró en su silla y me dio la espalda mientras mi mundo entero se venía abajo. Me pregunté a cuántas chicas había tenido que escuchar a lo largo de los años queriendo hacer de la realidad algo que no era. Estaba embarazada, los análisis no mentían. Tenía un nudo en la garganta que no se deshacía y me estaba costando trabajo respirar. Días antes había empezado a sentirme extraña, mi menstruación nunca había sido regular así que no me preocupé cuando no llegó al mes siguiente, había tenido vómitos y mucho cansancio. Así que decidí ir al doctor y cuando él sugirió que me hiciera estudios incluyendo una de embarazo casi me rio en su cara. Ahora me quería morir. Mi mayor preocupación era la manera en la que se lo iba a decir a Christopher, él era el novio perfecto en todas las maneras posibles, pero era muy diferente a decirle que estaba esperando un hijo suyo. No dudaba que se comprometiera conmigo y que no me dejaría sola, confiaba en el amor que nos teníamos. Pero no quería que me odiara, éramos demasiado jóvenes para estar amarrados alguien por medio de un hijo, no quería que lo nuestro terminara así. Su carrera estaba despegando y yo aún tenía muchas metas por cumplir, ser mamá no era una prioridad en esos momentos. Con las hojas de los resultados aún en las manos tomé asiento en una de las sillas opacas del recibidor. Tenía el cuerpo entumido y la cabeza me daba vueltas. Quería gritar, llorar, hacer rabietas por lo que me estaba pasando. Pensé en mis padres y en cómo nunca me lo iban a perdonar. Ellos jamás habían desconfiado de mí en ese tema, pero ahora iban a estar decepcionados.

- ¿Estás bien? – una voz chillona sonó junto a mí y voltee para encontrarme con una pequeña niña que me miraba con preocupación. No debía de tener más de cuatro años, con rizos en toda la cabeza y pequeños dientes que aún estaban terminando de crecer.

- Si linda, estoy bien. Muchas gracias por preguntar. – una de sus pequeñas manos fue a parar en mi brazo derecho, sus dedos eran suaves y aun un poco torpes, sentí su calidez por todo el cuerpo.

- Los adultos no saben mentir. – susurró y me quedé helada, esa pequeñas sabía bien lo que yo estaba sintiendo en esos momentos y no temía en preguntarme sobre eso.

- Diana – gritó una mujer al otro lado de la habitación y la pequeña salió corriendo hasta llegar a la mujer, eran idénticas y supuse que era su madre. Antes de dar la vuelta y salir por el pasillo Diana me miró de nuevo y me guiñó. Una sonrisa triste salió de mis labios mientras veía cómo su cabello rebotaba mientras caminaba. Entonces me lo pregunté. ¿de verdad sería tan malo tener un hijo si fuera con Christopher? Había visto a Christopher interactuar varias veces con niños. Le fascinaban y a mí me encantaba verlo con ellos, era un momento especial. Cuando Aaliyah, la bebé de Richard iba a visitarlos él se volvía loco, La trataba como a una princesa y se notaba que ella esperaba que é fuera su príncipe. Su rostro se iluminaba cuando él le sonreía. Tal vez pudiera ser igual, si nosotros tuviéramos ese bebé, tal vez él lo adoraría también y tendríamos un pedacito de nosotros mismos en el mundo. Secándome las lágrimas con el dorso de mi suéter tomé mi bolso y salí del hospital. La calle estaba fría, parecía que algo malo de verdad iba a ocurrir. Y yo tenía que encontrar el valor de decírselo.

Dos días habían pasado desde que me había enterado que estaba embarazada. Pero yo no había podido decírselo a Chris aún, las cosas se habían vuelto complicadas en mi cabeza. Ningún momento parecía el correcto para soltar una noticia de esa magnitud.

- Chicos, es un gusto tenerlos en el estudio – la entrevistadora era una chica guapa con un poco de botox de más en los labios y cabello falso. Ella le sonreía a Christopher descaradamente mientras yo solo rodaba los ojos de pena ante su patético intento de coqueteo.

- Gracias, es un placer estar aquí – continué viendo la soez entrevista, eran preguntas sencillas que los había visto responder mil veces antes, puntos malos por falta de creatividad a la señorita botox.

- Richard, sabemos que tienes una hija preciosa a tu corta edad. Esta pregunta es para el resto de la banda, ¿están listos para ser papás? – La pregunta me tomó desprevenida y me erguí en mi asiento detrás de cámaras.

- Claro que no – respondió Christopher con una enorme sonrisa en el rostro, Mi corazón se hundió en mi estómago. – soy muy joven para eso, amamos a Aaliyah pero no me siento preparado para eso. Mi novia, que por cierto está detrás de cámaras y yo aún tenemos mucho que hacer antes de pensar en tener hijos. – eso era todo, la respuesta que necesitaba y ni siquiera había hecho yo la pregunta. Podía sentir el frío de la horrible verdad por todo el cuerpo, como iba subiendo por mis piernas, mi estómago hasta llegar a mi corazón. Las náuseas se apoderaron de mí y salí corriendo del estudio directa a los baños. Abrí una de las puertas de golpe y me incliné sobre la taza mientras el desayuno de unas horas antes salía disparado. Con lágrimas en los ojos limpié mi rostro y tiré de la palanca Me sentía débil y mareada así que con cuidado salí del cubículo para encontrar a Christopher en la puerta del baño, pegué un brinco del susto y rápidamente me acerqué al lavabo.

- ¿Estás bien? – preguntó sin moverse del marco de la puerta. Abrí la llave del agua mientras me lavaba con lentitud. Lo miré con recelo mientras planeaba mi estrategia. Era el momento para hacer algo de lo que sabía iba a arrepentirme toda mi vida. Romperle el corazón.

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora