Gracias por la visita

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Dos meses después

Mi vida era una total mierda, no había poder humano que me sacara de la cama los domingos, el trabajo se volvió tedioso y estaba completamente sola. Mi novio de tres años me había dejado, después de esa noche en la que le conté todo lo de Christopher él simplemente no pudo continuar. Y honestamente no lo culpaba, tenía razón. Le había ocultado mi verdadero pasado durante más tiempo del necesario. Un día después de la terrible verdad él había llegado a mi casa con una caja llena de mis cosas, todo aquello que alguna vez yo había dejado en su casa ahora estaba de vuelta. Me dijo que no podía continuar, si había algo que él no perdonaba eran las mentiras. Me sorprendió darme cuenta de que alguna vez yo pensé igual, hasta que tuve un secreto que no podía revelar. Le regresé el hermoso anillo que me había dado de compromiso y se fue, ese día me derrumbé por completo y seguía así.

De Christopher, nada. Había vuelto a mi vida para arruinarla y se había ido como si nada de nuevo. Zabdiel fue quien me contactó una vez. Estaba decepcionado de que no le hubiera dicho sobre el embarazo, le expliqué todo y lloramos juntos por Skype. Éramos un par de llorones pero se sentía bien descargarse con alguien. Hasta donde él sabía Adam y yo seguíamos con los planes de la boda, yo era una maldita mentirosa.

Terminé de arreglar los documentos para mandarlos firmar al nuevo talento que teníamos en la editorial, era una chica de 20 años que escribía novelas románticas en una plataforma de internet muy conocida. Había encontrado sus historias por casualidad y me habían encantado, igual que al resto del equipo.

- Ruby, ¿puedes enviar al chico de mensajería?, tengo unos documentos para enviar – llamé a mi maravillosa secretaria por medio del teléfono mientras esperaba. Tenía una linda oficina, no me quejaba para nada del aspecto laboral, era el personal en el que yo simplemente no daba una.

- Lara, tengo un paquete moreno y hermoso que acaba de llegar justo para ti – contestó ella, nos llevábamos tan bien que éramos más que compañeras de trabajo. Éramos amigas.

- ¿De qué demonios hablas? – sonreí ante su voz alegre y acomodé mis tacones, al entrar a mi oficina tenía acostumbrado quitármelos para descansar pero jamás dejaba que nadie excepto Ruby me viera descalza en el trabajo.

- Tienes que salir a verlo, es un paquete enorme – rio para luego cortar la comunicación. Suspiré hondo y caminé a la puerta, si de nuevo era un chico que ella había elegido parta mí me iba a enojar. El último podría haber sido un modelo de Calvin Klein si no fuera porque en vez de cerebro tenía un cacahuate. Abrí la puerta preparándome mentalmente cuando lo vi. Estaba de espaldas a mí pero ese trasero yo lo reconocería en cualquier lugar.

- Zabdiel! – grité y corrí hacia él justo mientras daba la vuelta hacia mí y me abrazaba de lleno. Ambos reímos y encontré a Ruby con la mirada puesta en su trasero. Dios mío, este chico las traía locas. – Ruby, ¿puedes traernos donas y leche con chocolate? – le pedí con la marida entornada, a la chica le costó trabajo ponerse de pie y retirarse de ahí. - ¿sabes que ella estaba viéndote el trasero cierto? – sonrió y besó mi cabello.

- Claro que lo sé, por cierto es linda – reí y lo golpee en el pecho para jalarlo conmigo a mi oficina. Era un lugar grande con ventanales enormes y una sala demasiado cómoda. Algunos días de mucho trabajo y poca motivación incluso me había quedado a dormir ahí.

- Olvídalo galán, es muy grande para ti – ambos nos sentamos y lo miré complacida. Era tan agradable verlo, alguien a quien amaba estaba ahí y por ese momento me sentí en paz.

- Mira quién lo dice – sonrió y me miró tristemente – no te ves bien – declaró y debió de haber notado mi mirada de odio porque enseguida trató de enmendarlo – espera no, eso no es lo que quise decir. Te ves cansada Lara, ¿pasa algo? – su mirada me escaneó de pies a cabeza hasta llegar a mi mano izquierda. No había un anillo y lo notó. Me removí en el sofá evitando su mirada. Sabía la pregunta que seguía. - ¿Qué pasó?

- Me dejó, no pudo soportar la mentira y se fue. No te lo había dicho porque si lo decía se hacía real y no me quedaría nada Zabdi. Eso es todo. – se levantó de su lugar para sentarse junto a mí, sin decir más anda me abrazó y nos quedamos ahí uso minutos. Ruby llegó con la comida y se retiró en silencio. Ella sabía mi historia y quién era Zabdiel. No hacía falta que preguntara nada. Después de un rato me alejé un poco e hice la pregunta que quería.

- Zabdi, me encanta verte y lo sabes. Pero ¿por qué viniste hasta Londres? - Con la mirada preocupada sacó algo del bolsillo de su chaqueta y lo puso en mi mano. El frío de la pieza me dijo exactamente qué era antes de que él retirara la mano. Era mi dije, el de caracol. El que Christopher me había dado y el que él mismo se había encargado de arrebatarme la última vez. Estaba de vuelta. – ¿qué paso? – pregunté ansiosa esperando que no hubiera pasado lo peor.

- Necesito tu ayuda, necesitamos. Christopher no está bien Lara. Él, bueno ha empezado a tomar demasiado, se pierde presentaciones. Incluso creo que ha estado fumando marihuana. – un grito ahogado salió de mi garganta, él jamás hubiera hecho eso. Sabía que era algo que ponía en peligro su carrera, su sueño. – él se despierta en medio de la noche gritando tu nombre. Tiene algo inconcluso contigo Lara y creo que para que esto pueda seguir ustedes dos deben de concluir por fin lo que sea que esté pasando. Por el bien de los dos deben de hablar todo y acabarlo por las buenas. Por eso necesito que vengas a Los Ángeles conmigo. – santa mierda. Qué tipo de visita era esta.

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora