Largas discusiones

330 23 2
                                    

- Tu de verdad que no tienes instinto de conservación - Erick dijo mientras subía a la camilla conmigo. Me recorrí un poco y recargué la cabeza en su pecho.

- Gracias por venir chicos, lo aprecio de verdad - Richard colocó un enorme ramo de peonías en colores pastel sobre una mesita en el otro extremo de la habitación.

- ¿De verdad pensabas que no vendríamos? Nena, número uno tomamos el primer vuelo en el momento en que nos enteramos y número dos. Tu novio aquí estaba histérico, creímos que íbamos a tener que internarlo también a él - reí y miré a Christopher que ahora estaba rojo de la vergüenza.

- A propósito, El Niño bonito de allá afuera, ¿qué hacemos con él? - estaba asustada, sabía que ellos apoyarían a Christopher aunque de eliminar el mundo se tratase. Al parecer ellos dos habían quedado bien pero no quería ver a Lucas sin cabeza.

- Todo bien, ya aclaramos ese asunto - Chris me guiñó y sonreí emocionada. Era increíble la manera en la que hacía que mi corazón se saltara un latido.

Meses después
- De verdad que necesitas calmarte - Christopher estaba furioso conmigo y yo estaba a punto de salirme de mis casillas.

- ¿Necesito calmarme? Y una mierda, sabes cómo me siento al respecto y aun así lo hiciste. - estaba molesto y en parte lo entendía pero creía que estaba exagerando. Sebastián había aparecido en la puerta de mi apartamento días antes con flores y varias de mis cosas. Era lógico que las tuviera, habíamos tenido una relación y me sentía agradecida de que pensara en regresarme todo lo que tenía mío. Yo lo había invitado a entrar, habíamos platicado y ordenado pizza. Totalmente inocente es lo que había sido pero no le había contado a Chris lo ocurrido. Había sido estúpido de mi parte el pensar que no lo iba a afectar y lo sabía. Al siguiente día Christopher llegó a verme y las flores estaban ahí sobre la mesa, desde ese día lo único que habíamos hecho era pelear por lo mismo y ya me estaba cansando.

- Basta, solo basta – las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, sentía una rabia incontrolable en la boca del estómago que sabía después me causaría una terrible gastritis. No podía creer que me tratara de esa manera, que la desconfianza que tenía en mi fuera tan grande.

- No llores, no hagas eso – ahora su voz era suave, comparada con la de un momento antes era completamente diferente. Se acercó a mí tentativamente y puso ambos brazos a mí alrededor.

- No, tú no hagas eso. No intentes hacer ahora como que todo está bien, desconfías de mi Christopher, después de todo por lo que hemos pasado y sigues pensando lo peor de mí. Sebastián fue alguien importante en mi vida y lo sabes. No voy a cerrarle la puerta en la cara porque a ti no te parezca – solté rápidamente mientras él seguía abrazándome. El calor que emanaba de su cuerpo me tenía mal. Era delicioso sentirlo a mí alrededor.

- Lo sé – de repente mi cabeza paró con los pensamientos asesinos y lo miré sin saber qué decir. Estaba anonadada. – sé lo que fue para ti. Pero debes de entender. No fue el hecho que lo vieras lo que me hizo salirme de mis casillas, fue que no me lo contaste. Yo te he dicho todo, cada día te he contado lo que sucede y tú sigues sin incluirme en tu vida de la misma manera en que yo lo hago – de repente me golpeó, era verdad. Yo lo tenía apartado de mí. Le contaba cosas, eso era obvio. Pero había algunas que no le decía, no pensé que le importaría pero al parecer no era así.

- Entiendo – susurré arrepentida, toda la rabia de momentos antes se disipaba de a poco. Él tenía razón, si yo lo hubiera visto con alguna de sus exes probablemente yo hubiera estallado. Eso era seguro. Ahora teníamos que tener una plática seria, eso iba a tardar.


¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora