¡Mira mamá, sin cruda!

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Narra Lara

Esto era una completa mierda, me desperté de repente por la enorme arcada que estaba sintiendo. Corrí al baño y saqué mis intestinos. Un color amarillo y desagradable salió de mi cuerpo y enseguida me juré que nunca volvería a emborracharme. Sabía que eso era una completa mentira porque seguro volvería a suceder tarde que temprano pero al menos había hecho el intento. Me levanté del piso con dificultad, sentía la boca pastosa y las extremidades sueltas así que tuve que sujetarme de lo que pude para no caerme de bruces. Caminé al lavamanos y me mojé la cara para después lavarme los dientes, no podía andar por mi casa de esa manera. Entonces me di cuenta, estaba en ropa interior, completamente. Recordé que Christopher y Zabdiel me habían llevado a casa pero después de eso nada, todo estaba en blanco. Amarré mi maraña de cabello en una coleta alta y tomé la bata del gancho detrás de la puerta. Quería cerciorarme de que no estuvieran los chicos en mi casa de nuevo, como la vez anterior. Caminé por el pasillo hasta que escuché un sonido leve, parecía que había un narrador y muchos gritos. Asomé la cabeza lentamente a la sala y lo vi ahí sentado en el sillón. Estaba de espaldas a mí viendo el futbol, jugaba Ecuador contra México, irónico. Estaba tan absorto que no se dio cuenta de que yo lo observaba. Estaba despeinado y gruñía de frustración cuando su equipo no resultaba como él quería. Miré todo a mi alrededor, al parecer había ordenado el desayuno de nuevo, que al ver mi reloj más bien era la comida pero no importaba porque había dos grandes bolsas de la casa de los waffles esperando en la mesa. Me gustaba esto, era la tercera vez en mi vida que despertaba con él y aunque la primera vez yo hubiera salido corriendo, se sentía natural. Él viendo el futbol mientras yo apenas despertaba, desayunar juntos y amarnos diario. Era bobo que yo pensara de esa manera, Christopher aún era muy chico para vivir con alguien por no mencionarme a mí misma pero esto se sentía bien. Caminé lentamente hacia él y lo rodee con mis brazos por el cuello, para besar su mejilla. Se sobresaltó un poco pero cuando se dio cuenta de que era yo me besó, pero esta vez en los labios.

- Buenos días princesa – susurró mientras me indicaba que me sentara junto a él. En vez de eso me volví valiente y rodeando el sillón me senté a ahorcajadas sobre él. Se sorprendió un poco por mi atrevimiento y me estrechó más cerca de él.

- Buenos días guapo – lo besé profundamente y sus manos se colaron en mi bata, seguía en ropa interior lo que me traía a la mente una pregunta – alto, ¿tú me desnudaste?

- Claro, no podía dejar que durmieras en ese hermoso pero incómodo vestido – eso era cierto, era un poco incómodo por tanto peso de la tela pero me encantaba.

- Me alegra que hubieras pensado en mí – me removí un poco en su regazo y soltó una maldición. Perfecto. Me puse de pie y caminé a la mesa – ¿ya desayunaste?

- No, acabo de despertar también, ¿cómo va la resaca? – me sentía de la mierda a momentos pero con él ahí yo no tenía ningún problema.

- Está pasando, diablos, no debí de haber tomado tanto – volvió a reírse y me besó en la nariz.

- Definitivamente - 

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora