Round 2

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Desperté más desorientada de lo normal, estaba en una cama extraña y la habitación tenía un delicioso aroma a hombre. Me enderecé y de inmediato caí en la cuenta de que era la habitación de Zabdi. El día anterior pasó como un flashazo frente a mí y me volví a tumbar de espaldas. El techo tenía pequeñas luces de fibra óptica brillando y suspiré embelesada, hasta que un ruido proveniente de mi estómago me hizo despertar de la ensoñación. Moría de hambre y de un tirón me puse de pie. Corrí al baño que estaba a mi izquierda y lavé mis manos. El reflejo estaba despeinado y ojeroso pero extrañamente me sentía con bastante energía. Acomodé la camisa de Zabdiel que llevaba puesta. Estúpidamente había guardado de todo en mi maleta, incluso cosas que seguro no necesitaría, de todo menos un pijama. Así que tomé una camisa prestada, me quedaba bastante por debajo de lo que no tenía que verse así que me sentía cómoda con Zabdiel viéndome así. Éramos casi hermanos, no había problema con eso. Salí de la habitación acomodándome la cola de caballo alta que se había deshecho durante la noche, fui directamente al sillón pero Zabdi no estaba ahí. Una nota sobre la almohada que había usado llamó mi atención.

- Voy por el desayuno, no tardo – Genial, él sí que sabía lo que una chica necesitaba por las mañanas así que me tumbé a ver un poco la televisión, justo cuando orgullo y prejuicio estaba comenzando tocaron a la puerta. Sonreí para mí misma pensando que de seguro había olvidado las llaves.

- ¡Voy! – grité y corrí a la puerta, al abrir mi corazón se soltó desbocado y el estómago más que doler de hambre, dolía de nervios. Christopher estaba parado al otro lado de la puerta con el rostro blanco de la impresión, ojeras y el cabello despeinado. Me repasó de la cabeza a los pies y cuando por fin soltó el aliento que llevaba conteniendo sonrió moviendo la cabeza.

- Volveré a la cama, de seguro estoy soñando de nuevo – susurró y mi corazón se apretó ligeramente. Se veía fatal, no había un brillo en su mirada y eso me ponía bastante mal.

- No estás soñando, soy yo – alargué mi brazo para tocar su espalda y pude notar el escalofrío en su piel. Después de unos segundos que me parecieron eternos volteó de nuevo hacia mí. No había nada qué descifrar en su mirada, como si ni siquiera me registrara.

- Vaya, de verdad estás aquí – nada, ni una emoción, cero.

- Sí, estoy aquí – susurré y lo miré directo a los ojos, en ese momento sonó la campana del elevador y Zabdiel salió de él inmerso en su celular. Hasta que alzó la vista y nos vio frente a frente se detuvo en seco.

- Mierda – soltó y antes de que siquiera lo asimilara, Christopher había derribado a Zabdiel de un golpe y ahora ambos estaban en el suelo.

- ¿Qué demonios pasa contigo? – gritó Christopher mientras yo trataba inútilmente de separarlos.

- Basta, Chris por favor –

- Te dije que la dejaras en paz maldita sea – Zabdiel solamente se protegía de los golpes pero no tiraba ninguno. Así que estúpidamente me metí, traté de detener el brazo de Christopher antes de un puñetazo y me salió realmente mal porque con la velocidad y fuerza su codo pegó en mi pómulo y me tumbó al piso.

- Auch – solté ligeramente mientras en mi cabeza aparecían de esas viñetas de las caricaturas en las que se ven pajaritos volando. Antes de que pudiera reaccionar Christopher y Zabdiel estaban frente a mí con caras de preocupación, no podía hablar siquiera del dolor y las lágrimas salían a chorros de mis ojos.

- Mierda, mierda, mierda – toqué mi rostro ligeramente y sentí un líquido caliente, estaba sangrando. Eso era simplemente genial, ahora si era lo único que me faltaba, ser una mujer golpeada. Mi visión se empezó a nublar lentamente.

- No Lara, no te duermas. Por Dios, no te duermas Hermosa – y con esas palabras me perdí en la neblina.

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora