Mini-Maratón 3/3

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- No, por favor detente – grité desesperada mientras las lágrimas corrían por mis mejillas. Christopher estaba encima de mí haciéndome cosquillas y yo estaba punto de hacerme pipí.

- No hasta que lo admitas – sus largos y hábiles dedos estaban por todo mi cuerpo haciéndome reír. Llevábamos una hora en el sillón de su departamento discutiendo acerca de quién era más guapo. Si Charlie Hunnam o él. La respuesta era obvia pero no se la iba a poner tan fácil. En un descuido logré saltar del sillón y corrí a un lado de la mesa.

- Charlie, es ¿cómo decirlo?, simplemente hermoso – dije notando el rojo del enfado subiendo por su cuello. Me encantaba hacerlo enojar de esa manera. De un movimiento rápido él salió disparado hacia mí mientras yo al intentar correr tropezaba con un par de tacones. – mierda – caí de rodillas en el duro suelo.

- Mierda nena, ¿estás bien? – asentí mientras él se acercaba a mí y me ayudaba a levantar. Ambos fuimos al sillón y Chris se sentó junto a mí poniendo mi pierna estirada sobre su regazo. – solo fue el golpe, ¿ahora ves por qué siempre te molesto con que recojas tus zapatos? – sonreí pícaramente y rodé los ojos. Sí, siempre me lo decía, las tres semanas de vacaciones que pude extender del trabajo las tomé. Estaba con Christopher y estaba feliz, me había quedado en su departamento todo el tiempo, veíamos películas, ordenábamos pizza, desayuno de la casa del waffle y charlábamos. De todo, todo aquello de la vida del otro que nos habíamos perdido durante esos 4 años. admití que siempre estaba pendiente de él en las noticias, que evitaba escuchar su música y que había estado en contacto con Ricky. Él sabía dónde había estado. Chris se molestó tanto con él que para contentarlo le dio el mismo tiempo de vacaciones que a mí. Eso había apaciguado las aguas un poco. Él me había contado de su época rebelde y de todo lo que había hecho. Honestamente había quedado horrorizada pero juró que no volvería a hacerlo jamás, pasase lo que pasase. No habíamos dejado su casa en todo ese tiempo y aun así se sentía como que nos había faltado. – voy a extrañarte.

- También yo, aunque siempre me estés dando lata con los zapatos – sonreí mientras en mi pecho se sentaba una incomodidad enorme. Tenía que volver al trabajo. No había de otra. Mi contrato en Londres se vencía en tres meses más y entonces iba a volver para estar con él.

- Solo tres meses – sus manos acariciaban mis piernas mientras yo comenzaba a relajarme.

- Solo tres meses – susurré al sentir que sus dedos se abrían camino alrededor de mi pantorrilla, traía puesta una falda larga de pliegues que en esos momentos estaba siendo demasiado útil. – mhjm – gemí cuando sentí cómo jalaba mis piernas para dejarme totalmente acostada en el sillón. Abrí los ojos y él estaba encima de mí, mirándome.

- Entonces tengo que darte algo para que me recuerdes todo ese tiempo – susurró mientras con sus labios besaba mi mandíbula, así nada más la cosquillas inocentes se habían convertido en un juego de seducción en el que estaba cayendo redonda. Sus manos bajaban peligrosamente por mi torso tocando cada rincón de mi cuerpo. Sentí el calor de su cuerpo como si fuera el mío y aún estábamos con la ropa puesta. – quiero que cada vez que te toques en estos tres meses, pienses en mi – sus palabras se ahogaron en mis odios por los latidos de mi corazón, eran tan fuertes que podía jurar que él podía escucharlos. Con una mano jaló de mi blusa hacia arriba sacándomela por la cabeza, no llevaba un sostén así que así nada más estaba dispuesta ante él de la cintura para arriba. Con la mano derecha tomó uno de mis pechos y masajeó hasta que gemí de necesidad, entendió rápidamente y con sus labios comenzó a atender el otro lado. Sus dientes mordisquearon mi pecho mientras mi espalda se arqueaba hacia él.

- Por favor – rogué desesperada, yo estaba mojada más allá de las palabras y aunque habíamos tenido bastante sexo durante esos días, no me cansaba de más. Su mano entonces bajó a mi perna de nuevo y alzándola alrededor de su cadera logró escurrir sus dedos en medio de mis piernas. –aaaaahhh – grité cuando sentí cómo recorría la tela de mis bragas para meter un dedo al que le siguió uno más. Mi cuerpo comenzó a sentirse caliente y de pronto tomándome de sus hombros el orgasmo me golpeó – AAAhhh, si – grité en mi neblina y él aún no estaba dentro de mí completamente, no podía esperar. Saliendo de mi ensoñación empujé a Christopher por el pecho y lo hice sentarse en el sofá mientras yo daba un pequeño espectáculo para él. Poniéndome de pie bajé mi falda y mis bragas para su admiración y tomando un cojín de su lado lo coloqué en el suelo para hincarme en él. Sin esperar más comprendió lo que planeaba y sacó su camisa rápidamente. Desabroché sus jeans y con su ayuda logré bajarlo junto con su ropa interior. Mirándolo a los ojos tomé su miembro en mis manos y lo dirigí a mi boca, sus ojos estaban extasiados mientras me veía hacerlo. Chupé arriba y abajo una y otra vez mientras él sujetaba mi cabello rizado guiándome.

- Así Lara – gruñó cuando lo metí hasta adentro, era grande así que fue toda una hazaña para mí – vamos nena, ¿estás lista? – preguntó mientras alargaba un brazo para tomar un condón de la mesita, yo tomaba anticonceptivos desde que estaba con Adam, pero no pensábamos arriesgarnos de nuevo, aún no. Se colocó el condón mientras yo me ponía de pie, era mi posición favorita, montarlo y él lo sabía. – ven aquí – susurro en mis labios mientras con una mano sostenía su miembro, subía a ahorcajadas en él y con su ayuda coloqué su largo miembro dentro de mí

- Mmmjmm – gemí en cuanto estuvo completamente dentro – créeme, quien va a pensar en mí cada vez que esté en la ducha vas a ser tu – susurré en su oído mientras el gemía. Agarrándome del respaldo del sillón comencé a moverme. De arriba a abajo lentamente, saboreando cada centímetro de él. Con una de sus manos él dirigía mis caderas mientras que con la otra tocaba mi pecho seguido de su lengua. Era hábil en cualquier departamento y a mí me volvía loca. Eché la cabeza hacia atrás para darle espacio de exploración suficiente en mi cuello – Dios, sí. – sentí cómo golpeaba justo en ese punto divino dentro de mí y apreté el ritmo – estoy a punto de venirme - grité ahogadamente mientras él pasaba su mano para frotar ese espacio donde ambos nos uníamos, así con un solo toque me vine abajo en una espiral de calor mientras él me aferraba a su pecho bombeando dos veces más en mi antes de perder la cabeza también. Definitivamente iba a pensar en él en todo momento.

Chicas, recuerden por favor que esto es un relato escrito, solamente eso. Las escenas sexuales que leen aquí o en cualquier otro lado muy poco tienen que ver con lo que sucede en realidad. No olviden que la mejor decisión es esperar a ser mayor de edad para poder sobrellevar las consecuencias que el sexo puede causar, física o emocionalmente. Esperen a tener una pareja estable y sobre todo si van comenzar con el sexo primero acudan a un ginecólogo a que les explique los métodos anticonceptivos. Pensamos que sabemos sobre ellos pero qué mejor que escucharlo de un experto y no de tus amigas o de la maestra de higiene de la secundaria. El sexo no es un juego chicas recuérdenlo. Cuídense, las quiero.

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora