El regalo

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Un momento!! Chicas, quiero agradecer a todas la que leen, cada vez que me llega una notificación me duele el estómago de la emoción de poder compartir lo que siento y pienso con alguien más. A partir de aquí empiezan las escenas sexuales. Son bastante explícitas así que si alguien es susceptible a ese tipo de cosas le ruego me avisen para decirles dónde seguir leyendo y que no lean esas cosas del mal XD. Digo susceptible porque seamos honestos, si digo que es para mayores de 18 años nadie me va a hacer caso, entonces sigan leyendo chicas! las quiero.

- ¿quieres salir a dar un paseo? – Christopher propuso desde el sillón en el que estaba sentado viendo un partido de futbol, yo había pasado la última hora en la mesita del balcón trabajando en mi computadora arreglando lo último de los pendientes que tenía con Sebastián. Había renunciado, decidí que no podía seguir haciendo mi trabajo cuando las partes interesadas no podían verse ni en pintura. Así que renuncié. No había más qué decir.

- ¿Es broma? – corrí hacia mi maleta para sacar mi gabardina y mi gorro rojo. Después de todo estábamos en Noviembre y el frío en París no se hacía esperar. – Estoy lista – rio y se puso de pie para tomarme de la mano. Ambos salimos a la calle helada, el frío se impregnaba en mi rostro mientras caminábamos y Christopher se quitó su bufanda para dármela a mí – No es necesario

- Claro que sí – La enredó en mi cuello y tapó mi nariz y boca con ella. Madre mía, tenía su olor y para nada iba a quejarme. Caminamos por un buen rato a lo largo y ancho de la ciudad, entramos a pequeñas galerías de arte y pequeños museos. Había tanta vida y tanto romance en la ciudad que era inspirador.

- Es tan hermoso – susurré mientras me paraba frente a una vitrina. Era una joyería con piezas exquisitas.

- Ahora mismo podría escribir un par de canciones seguro – miré a Christopher sonriendo y me sonrojé al darme cuenta de que él solo me miraba a mí.

- Basta – le dije y miró hacia donde yo lo hacía minutos antes.

- Perdona, olvido que no te gusta que te recuerde a cada momento lo hermosa que eres – rodé los ojos por sus tonterías y me pegué de nuevo a la vitrina - ¿Qué ves?

- Eso – susurré y señalé dentro. Era un dije de caracol pequeño con detalles de oro en la orilla. Era precioso y tenía un pequeñísimo diamante casi imperceptible colgando junto a el.

- ¿Te gusta? – tomé su mano y lo jalé un poco para seguir caminando.

- Me encanta pero con mi estado de trabajo actual no puedo comprarlo. En otra ocasión. – Le sonreí y miré por última vez la delicada pieza melancólicamente. Seguimos caminando para volver a nuestro hotel, las personas se iban dispersando, los turistas caminaban de regreso a sus hoteles, ya cansados por el día ajetreado mientras que los locales apenas salían a disfrutar de su bella ciudad. Llegamos al hotel y me tumbé en la cama. Boté mis zapatos y suspiré. – en verdad debo de agradecerte Chris, es increíble que hagas esto por mí cuando es tu cumpleaños. – me sonrió y se acostó junto a mí.

- Sabes que daría todo por ti, hasta lo que no tengo. – Besó mi nariz y se puso de pie – Rayos, olvidé que había ordenado la cena en un restaurant cerca de aquí – fruncí el ceño divertida.

- ¿En serio?, ¿me dices que ordenaste la cena en un restaurant cuando estamos en un hotel con servicio a la habitación? – se encogió de hombros y sonrió.

- Pensé en tener una auténtica cena Francesa, iré por la comida. No tardaré. – Me puse de pie también y lo seguí a la puerta.

- Te acompaño – sugerí y me regaló una de sus sonrisas fáciles.

- No te preocupes, date un baño. Aprovecha mientras no estoy. Sé que estás cansada. – Eso era verdad, me había quejado con él durante el camino de vuelta sobre lo que me dolían los pies.

- Bien, no tardes – lo besé y salió de la habitación dejándome completamente sola. Me dirigí al baño y encendí el agua en la tina. Me desvestí y comencé a leer todos esos pequeños botecitos para ponerle al agua. Había de rosas, vainilla, chocolate, beso de ángel, incluso uno de coco. Opté por el de rosas y lo vacié en la tina. El aroma era delicioso e incluso habían pétalos de rosa frescos para poner. Vacié el recipiente entero y tomé mi cabello en un chongo alto. Era algo tonto pero me sentía sexy. Era la ilusión de que yo era una de esas chicas de las películas que salían de la tina oliendo y viéndose como diosas para que después el caballero andante las tomara baja la luz de la luna. Podría pasarme. Había pensado durante un tiempo sobre eso. Cuando no estuve con Christopher pensé que me hubiera gustado que él fuera el primero aunque no nos quedáramos juntos para siempre. Había tenido sueños húmedos muy vividos y siempre me despertaba con ganas de más. De enserio sentir sus manos sobre mi cuerpo, de su aliento golpeando contra el mío. De ser uno. Dios mío, ya estaba caliente. Era ridículo pero deseaba a Christopher, lo había hecho desde que había ocurrido el primer beso y ahora lo hacía con más intensidad. Y esa noche, en su cumpleaños y con París como testigo era perfecto. Esa noche me iba a entregar a Christopher.

Narra Christopher

- Gracias – sonreí a la cajera y salí contento con mi compra. Había salido de la habitación diciendo mentiras sobre a dónde iría pero tenía que conseguirlo para ella. Lara había quedado embelesada con ese dije y tenía que conseguirlo para ella. Jamás iba a dejar que se quedara con ganas de algo, lo que ella quisiera, ella lo obtendría. Llegué al restaurant donde de pasada había ordenado algo y pagado bastante de más para que lo tuvieran listo a mi regreso, era mentira lo de la comida pero teníamos que cenar después de todo. Tomé mis bolsas más contento que nunca y me dirigí al hotel. No se podía estar más enamorado que yo, había hecho todo esto por ella. Por la chica que se dormía con la boca abierta, que roncaba de vez en cuando aunque ella no lo admitiera y que siempre se acercaba a mí en busca de calor. Me tenía loco por ella y lo único que yo quería era hacerla feliz. Entré en el elevador y esperaba que ya estuviera cambiada, era difícil verla salir de la ducha envuelta en una escasa toalla y no poder tocarla de la manera en que yo quería. Abrí la puerta de la habitación y entré. - ¿Lara?, hermosa estoy de regreso. – dejé las cosas en la mesa de centro y miré hacía la puerta del baño, madre santa. Ella estaba ahí de pie, en un camisón rojo, que realmente dejaba muy poco a la imaginación. Tuve que parpadear varias veces para ver si la visión que estaba frente a mí era real. Había soñado con esta imagen tantas veces que no podía ser cierto que se estuviera cumpliendo. Su cabello estaba suelto alrededor de su rostro y tenía una mirada inocente y de miedo a la vez. Mierda.

- Hola – susurró y ahí me tenía, babeando por ella.

- ¿Qué es esto? – la señalé y me quedé justo donde estaba o no sería capaz de resistirme a ella. Comenzó a caminar hacia mí lentamente, era una imagen tan sexy que me iban a estallar la cabeza.

- Esto es tu regalo de cumpleaños Christopher, estoy lista – madre santa. Me iba a desmayar.

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora