- No es cierto – dijo en estado de shock mientras mis lágrimas comenzaban a brotar. Él estaba tan atónito que no soportaba verlo a los ojos. Mis piernas me decían que corriera, que me alejara de él tanto como pudiera, pero la parte que estaba enterrada en mi pecho me lo impedía. Tenía que quedarme. - ¿qué hiciste con el bebé? – su voz se había quebrado y de sus ojos comenzaba a emerger una furia intensa. - ¡Dime!, ¿dónde está el bebé? – ahora me gritaba y las demás mesas nos veían, podía sentir la mirada de pena de todos, una chica siendo abusada por su novio seguramente, estaban tan equivocados.
- No hay un bebé – dije con dolor y el llanto se apoderó de mí
- No, no me digas que te deshiciste de él, no puede ser cierto – la decepción estaba presente y mi alma lo resentía. Después de cuatro años aún recordaba ese momento. El peor día de mi vida.
- Yo, estoy intentando esto Christopher, por favor no lo hagas más difícil – sollocé sintiendo como todo mi cuerpo comenzaba a temblar. Esa noche había sido para mí incluso más difícil que dejar a Christopher, nada en el mundo había dolido tanto como ese día.
- Dime qué pasó – sentía cómo intentaba controlarse, me acomodé en la silla y suspiré. Esto era lo que quería hacer. Lo que debía hacer.
- Cuando me di cuenta de que estaba embarazada, mil cosas pasaron por mi mente, desde tu odiándome por haberme embarazado y haberte hecho tener una responsabilidad tan grande a tu edad, hasta verte jugando con él o la bebé en nuestra casa de campo. Y cuando estaba a punto de decirte, escuché esa entrevista, dijiste que no estabas listo para tener un hijo. Y yo, me quebré. Ese día decidí dejarte ir y no decirte sobre el bebé. – estaba atónito, lo que le estaba contando parecía que había sido hacia una vida, tenía que terminar con eso – renuncié esa misma noche, hablé con Ricky y le dije que necesitaba espacio, hablé con mi casero y también dejé mi apartamento. Llamé a mis padres para decirles que habíamos peleado; ellos ni siquiera sabían a dónde había ido hasta hace dos años y vine a Londres. Sabía que no me buscarías aquí, jamás hablé de Londres, no tendrías por qué hacerlo. Un mes después de que llegué aquí, tuve un aborto.
- No me digas eso, no pudiste haberlo hecho – estaba llorando, Christopher estaba devastado, lo sentía dentro de mí y la impotencia de no poder abrazarlo para darle consuelo me destrozaba.
- Yo no lo causé, yo quería al bebé Christopher, tenerlo significaba que tendría una parte de ti conmigo siempre. No sé qué fue, pero una noche estaba durmiendo y lo siguiente que sé es que estaba sangrando demasiado. En ese entonces aún me estaba quedando en un hotel así que llamé a recepción y ellos a emergencias. Estuve en el hospital dos días. El doctor me dio la noticia, fue lo más doloroso para mí. Aún puedo sentir cómo se me parte el corazón de pensar que... - y ahí estaba, en medio de Londres llorando como nunca y contándole a Christopher lo peor que había vivido. Oculté mi rostro entre mis manos y enseguida lo noté, un cuerpo caliente y grande me envolvía en un abrazo. Me estaba confortando, aún después de decirle todo, él me estaba confortando a mí.
- No fue tu culpa, Lara. No lo fue. – podía sentir su voz quebrándose y su aliento en mi cabello. Sentir su cercanía me hacía de alguna manera sentir mejor. Que él estuviera ahí, compartiendo mi dolor era de gran ayuda para mí. Para ese capítulo que no lograba cerrar en mi vida. – deja de culparte, no puedo creer que hubieras pasado por todo eso tu sola. No era la manera, preciosa. – calmando mi llanto me enderecé y logré ver sus ojos, estaban cubiertos en lágrimas también y aun así eran los ojos más hermosos que yo hubiera visto nunca. Él estaba ahí ahora, el chico que por años solamente había imaginado estaba junto a mí, pegando nuestras frentes en un intercambio silencioso tan poderoso que sentía que nada más existía. Sus brillantes ojos pardos miraban mi boca, estábamos hambrientos el uno del otro. Acercó lentamente sus labios a los míos, tratando de apaciguar el dolor, hasta que la verdad me golpeó. Yo estaba comprometida.
- No – susurré alejándome de él y sentándome recta en la silla, el mundo a nuestro alrededor había aparecido de nuevo. Y yo lo odiaba como a nada.
- ¿Es por él?, de verdad lo amas ¿no? Él debió ayudarte a superar el perder a nuestro bebé – nuestro, eso era lo que siempre sería, una bendición de Dios que estaba a destinada a unirnos siempre aunque no estuviera en carne y hueso con nosotros.
- Adam no lo sabe – susurré y continué. Debía de evitar que en algún momento Christopher le dijera la verdad – jamás se lo dije, esos días aún no nos habíamos vuelto a ver después del avión. Jamás se lo conté y no quiero que lo sepa aún Chris, por favor. – era patética rogando pero ahora estaba desesperada. – pero si, lo quiero. – Christopher sonrió sínicamente aún con las lágrimas bajando por sus mejillas.
- Querer no es lo mismo que amar Lara. Eso lo sabes de sobra. – la réplica quedó atorada en mi garganta – no te mientas a ti misma.
- No lo hago, después del bebé. Aunque no lo supiera él me ayudó a sobrellevar todo lo malo que podría haber pasado conmigo. Me sentía tan perdida. Sin el bebé, sin ti – susurré eso último con ganas de que él no lo escuchara – él me ayudó con todo eso, me devolvió a la vida Christopher, y voy a casarme con él.
Volvía a casa del café, Christopher y yo habíamos pasado la tarde entera hablando de lo que hubiera sido tener un bebé, una hermosa criaturita con algo de los dos a este mundo. Más de una vez pude ver en sus ojos cómo me pedía silenciosamente que no me casara con Adam, pero yo me negaba a entender la súplica. No podía entender cómo era que en unos años mi vida se hubiera complicado tanto. En poco tiempo yo había pasado de ser una chica recién salida de la universidad, a ser la novia de un cantante famoso, a ser desempleada, a ser madre, a dejar de ser madre, a estar comprometida y ahora yo era simplemente un desastre. No parecía posible que el mundo fuera así de complicado. Que las cosas se torcieran tanto de un momento a otro, cuando era niña, siempre pensé que la vida era sencilla, tenías un esposo, un trabajo, hijos y un perro. Eso era todo, a excepción de que no lo era, la vida de adulto era mucho más que simplemente soñar, había que enfrentarnos a nuestros problemas y eso era justo el paso que seguía para mí. Durante el trayecto de vuelta a casa había llamado a Adam y lo había citado en mi departamento. Quería contarle la verdad, ahora que Christopher ya lo sabía sentía que tenía el permiso de decirlo en voz alta, si él me había perdonado, no había motivos para seguir ocultándolo. Llegué a casa y la única luz que había venía de la sala, Adam estaba ahí sentado en el sofá viendo la tele, él tenía una llave de mi casa, no había razones para que no la tuviera.
- Hola cariño – susurré y Adam me miró sonriendo.
- Hola amor, ¿cómo fue con las chicas? – se puso de pie y caminó hacia mí para abrazarme, su gran cuerpo me envolvía casi por completo y pegué mi nariz a su suéter para apreciar su olor. Para recordar a quién pertenecía ahora mi corazón.
- Genial – solté una sonrisa forzada y lo tomé de la mano para llevarlo al sillón conmigo – tenemos que hablar Adam - podía notar en su rostro la incertidumbre. Pero entonces comencé y no hubo poder humano que me hiciera parar. Le conté todo, de mi vida con los chicos, mi trabajo, Christopher y el bebé. Absolutamente todo estaba al descubierto, no quedaba nada más que compartir. Él sabía la verdad ahora. – dime algo.
- ¿Qué quieres que te diga? – Adam se puso de pie y caminó por la sala desesperado. – nunca me lo dijiste, todo esto que me cuentas ahora fue parte de tu vida Lara y jamás me dijiste nada. Noté que había una vibra rara entre tú y Christopher pero jamás pensé – su cuerpo se quedó rígido mientras analizaba sus últimas palabras – tú eres la chica de rojo, de la que él dijo que está enamorado.
- No, no Adam. Eso ya pasó. – mi estómago estaba retorcido y comenzaba a sentir las náuseas.
- No pasó Lara, estuviste embarazada de él, por Dios. Nunca me dijiste nada de esto, llevamos juntos tres años y jamás supe nada de ti más de lo que escogías contarme. Ni siquiera conozco a tus padres – su voz se había elevado bastante y estaba rojo de coraje.
- Adam, esto no es nada, sigo siendo yo. – una sonrisa triste se posó sobre sus labios y acercándose a mí, depositó un beso en mi cabello.
- Lo siento Lara, pero no puedo casarme contigo. Ni siquiera te conozco. – eso fue lo último que dijo antes de tomar sus chaqueta del sillón y dejar sus llaves en la mesita de centro. Se había terminado cuando salió por la puerta si mirar atrás, ya no estaba más comprometida.
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¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)
FanfictionLara está emocionada por su primer trabajo. Formar parte del equipo de diseño de una banda famosa, gracias a su tía Laura Pausini que le consiguió el trabajo. Pero cuando Ricky Martin le encarga un nuevo trabajo no se cree capaz de hacerlo. Sobre t...