Parte sin título 62

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Salí por la puerta con mi pesada maleta y un jetlag terrible. No había dormido nada en todo el viaje, había pasado todo el tiempo platicando con Adam sobre nuestras nuevas vidas, había conocido a una chica. Su nombre era Chelsea y era todo lo que él siempre había buscado. Esa chica no sabía aún lo afortunada que era. Avancé lentamente buscando a Christopher, él me estaría esperando ahí, había llegado un día antes a México y se había quedado en la capital haciendo algunas cosas importantes según él. No me había dicho qué era pero estaba segura de que era solo la excusa para no enfrentar solo a mi madre. Una cosa era por teléfono y otra muy diferente era tener su mirada acusadora de frente. Caminé junto a un pareja de ancianos abrazándose y justo cuando intentaba cruzar entre una multitud, sentí unos brazos rodeándome por detrás. Sonreí al identificar el aroma de la persona y giré para rodear su cuello con mis brazos y plantarle un enorme beso. Christopher me miraba con una sonrisa tierna, estaba enamorada de él maldita sea; desde el primer día.

- Bienvenida – susurró en mis labios en el momento justo en que una de sus manos se posaba en mi trasero.

- Oye – le reprendí y acercándome a su oído susurré algo que sabía le daba pavor – si alguien toma una foto y la publica, mi padre te va a ver tocándome el trasero. Y estaremos con ellos todo el fin de semana – fue como si le hubiera dicho que una bomba molotov estaba a punto de estallar, dejó de tocarme por completo.

- Me alegra saber que respetas a mi padre amor – tomé su mano y aún con el rostro blanco caminamos al estacionamiento. Chris había rentado un auto bastante modesto, no llamaba nada la atención y esa era la meta, pasar un tiempo relajados.

- Bueno, tu padre me da miedo. ¿qué te puedo decir? – sonreí y abrió mi puerta para que entrara, me sentía tan cómoda con él que pensaba hablarle de la sorpresa del avión. – así que cuéntame, ¿cómo estuvo el viaje? – me retorcí las manos mientras salíamos del estacionamiento.

- Bueno, no vas a creerlo. Me encontré a Adam en el vuelo – sentí el auto sacudirse un poco y seguí mirando al frente.

- ¿Enserio?, vaya. Ahora tendré que ahorrar para comprar un avión privado, solo así los hombres van a dejarte en paz – rodé los ojos y alcancé su mano.

- Estamos bien, lo hablamos. No me odia y yo no siento nada por él. Conoció a una chica y van muy bien. Todo se está acomodando a la perfección cariño. – Chris apretó mi mano y condujo en silencio. Ni una palabra hasta que llegamos a casa de mis padres, eso me parecía raro.

- ¿mamá? – entramos a la gran casa y Christopher acomodó las maletas junto a la puerta. Mis padres no estaban, por ningún maldito lado y nos sentamos en el sofá de la sala. Estaba agotada y molesta, sabían que veníamos y no estaban. Creí que era una falta de respeto de su parte.

- Vamos nena, no pasa nada. Seguramente tuvieron algo que hacer – tratando de parecer razonable asentí y me recargué en su pecho mientras él trazaba figuras en mi espalda.

- Te extrañé tanto, definitivamente no puedo estar lejos de ti nunca más – Christopher rió y me atrajo para un beso.

- Entonces no te alejes nunca más, no podría soportarlo – estábamos teniendo un momento precioso, hasta que una carraspeo no hizo separarnos de golpe. Mi padre estaba parado enfrente de nosotros con su arma de caza en una mano y cara de pocos amigos, mierda.

- Papi – me puse de pie y lo abracé con cuidado por el arma entre nosotros.

- Señor – Chris le dio la mano y se mantuvo detrás de mí. Chico listo.

- Bueno, pensé que no llegaban nunca – dejó su arma en el armario y cerró con llave, era la regla. Jamás dejarlas cargadas y siempre con llave. – esta vez me atrajo hacía si mismo fuertemente y me hizo cosquillas. Te extrañé hija. – aspiré su aroma y me alejé sonriendo.

- También yo pa, ¿y mamá? – en ese momento la mujer vestida de color arena con un chaleco de caza entró a la habitación.

- Aquí estoy – ambos la abrazamos y ella nos dio fuertes besos en la mejilla. Más que tratar a Chris como a su yerno, lo trataba ahora como a un hijo. Así de complicada era ella, nunca sabía qué esperar. – se ven terribles, vayan a descansar. Tendremos una cena de gala, así que vístanse elegantes por amor de dios. Vamos cariño, tenemos que hacer lo mismo. – papá y ella se fueron y nosotros nos quedamos como bobos en la sala. Nos miramos el uno al otro y comenzamos a reír. Mamá estaba loca, pero más nos valía hacer lo que ella decía.

¿Y qué si te quiero? (Christopher Vélez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora