La música resonaba en la cocina a un volumen razonable, sin embargo, Izan sabía que si la familia de Nico no tuviera vecinos hubiera subido su volumen. Izan cocinaba al son de Dramas y comedias de Fangoria mientras cantaba utilizando una cuchara de palo como micrófono desafinando en cada una de las letras que componían la canción. Al mismo tiempo batía con la otra mano un bol de cristal donde había vertido harina, levadura, algo de azúcar, leche y varios huevos.
Las canciones continuaron mientras él iba echando el contenido del bol en una sartén en diferentes tandas. Cuando finalizó el suculento plato que estaba realizando miró fijamente la cocina abriendo los ojos como platos.
―¡Mierda! ―Exclamó viendo como había dejado la cocina―. Se me ha pasado una hora volando y Nico ni si quiera ha llegado aún... A este paso llega su hermano antes, ¿dónde leches ha ido a comprar los folios y las cartulinas? ―Se quejó mientras comenzaba a fregar los utensilios que había utilizado para crear el suculento plato que le miraba desde la mesa de la cocina pidiendo ser comido.
La respuesta sobre dónde estaba Nico no tardó en llegar cuando el timbre resonó en la casa haciendo que Izan se sobresaltase y apagase rápidamente la música. Cerró rápidamente la puerta de la cocina y se acercó a la puerta de la calle un poco nervioso. ¿Y si no era él?
―¿Quién es? ―Preguntó con un atisbo de nerviosismo en la voz.
―Yo ―suspiró aliviado al escuchar su propia voz al otro lado de la puerta, lo que indicaba que se trataba de Nico.
Cuando Izan abrió, Nico se adentró en la casa de sus abuelos con paso ligero. Tras soltar la cartulina junto a la pared del pasillo se cruzó de brazos mirando de forma inquisidora hacia Izan.
―¿Qué?―Preguntó el aludido al sentirse observado.
―No sé, dímelo tú ―le espetó mirándole fijamente con el semblante serio.
―No estamos para jueguecitos, Nico.
―Eso mismo es lo que debería de decirte yo, ¿no crees? ―Izan no entendía el por qué del comportamiento de Nico.
―No te entiendo, ve al grano ―dijo un poco molesto.
―Se escuchaba desde el portal la música ―le espetó―. Aquí hay vecinos, no vivimos solos. ¡Nunca pongo el volumen tan alto! ―Se quejó molesto.
―Pero si no estaba alto por lo mismo ―Izan se encogió de hombros en el cuerpo de Nico.
―¿Lo querías poner más alto acaso? ―Bufó Nico.
―Para mí estaba bien de voz, la próxima vez me pongo cascos y ya está, ¿contento?
―Me parece bien. Los vecinos de enfrente son una familia mayor y no creo que le guste la música a ese volumen, no es como tu casa donde no hay pisos arriba o abajo ―le intentó explicar.
―Eso ya lo sé ―se apresuró a decirle Izan, aunque era obvio que lo supiera si estaba viviendo allí.
―Así que estabas cocinando, ¿no? ―El interrogatorio continúo por parte de Nico.
―¿Cómo lo...? ―Quiso preguntar Izan pero Nico le interrumpió rápidamente.
―Te conozco. Solías escuchar ese tipo de música mientras cocinabas hace años. Además ―puso una mueca ―tienes harina en la cara ―dijo señalándole sin acercarse.
―Me has pillado ―una pequeña sonrisa tímida se dibujó en su rostro.
―No lo digas como si fuera algo bueno. Aquí no nos sobra la comida, y no creo que le pueda decir a mis abuelos o mi hermano, que por obra y arte de magia he cocinado algo fuera de lo establecido ―esto último lo dijo poniendo comillas con sus dedos en el aire.
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Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yo
Novela Juvenil¿Qué pasaría si un día te despertases en un cuerpo que no es el tuyo? Esto es lo que le ocurrió a Nico e Izan, quienes una mañana se despertaron en el cuerpo del otro. A partir de aquel momento, tendrían que hacer frente al problema y descubrir jun...