El recreo había dado comienzo haciendo que Nico, Izan y Estela se quedasen allí ante la atenta mirada de Andrés y Esteban que salían de clase haciendo burla al que creían que era Nicolás.
―¡Por fin solos! ―Exclamó Estela alzando los brazos al aire.
―Oye, que no estáis solos ―advirtió Nico―. Y con mi cuerpo no hagáis nada ―sentenció cruzándose de brazos.
―Me refiero a solos los tres ―le explicó Estela conteniendo internamente la risa.
―Bueno, yo solo advierto. ¿Y esto cómo es? ¿Encima tengo que ver como Izan hace los deberes de Andrés y Esteban?
―No, no te preocupes, también verás cómo yo hago los míos ―sonrió Estela.
―¿Cómo? ¿Tú haciendo los deberes? No me hagas reír ―ironizó él.
―Hay muchas cosa de mí que no sabes ―sentenció ella sacando una libreta y sentándose al lado de Izan.
―Esto es peor que tener que hacer yo todos vuestros ejercicios ―bufó.
―No me concentro en lo que hago, Nico. Quiero terminar rápido porque tengo que comentarte algo.
―Aja ―dijo cruzado de brazos y observó lo que escribía Izan en la libreta―. ¿¡Pero qué haces!? ―Exclamó algo exasperado.
―¿Qué quieres decir? ―Preguntó Izan arrugando la frente.
―¿Por qué imitas mi letra? ―Se llevó las manos a la cabeza―. Estás haciendo los ejercicios de Esteban...
―Pero no voy a hacerlos con mi letra, lo notaría y sería raro.
―Pero yo sus ejercicios nunca los hago con mi letra, intento imitar las de cada uno o hacerla lo más parecida.
―¡Mierda! ―Se llevó las manos a la cabeza―. ¿Y ahora qué hago?
―Tú sabrás, no me preguntes ―se acercó a su mochila y sacó un bocadillo, envuelto en papel de aluminio, para empezar a devorarlo.
Los tres se mantenían en silencio mientras Estela e Izan hacían los ejercicios tanto de ella como de Esteban y Andrés. Nico había optado por sentarse encima de la mesa del profesorado mientras terminaba de comerse su bocadillo.
―Yo ya he terminado, voy a ir un momento al servicio, chicos ―informó Estela levantándose y dirigiéndose al baño―. No os peleéis, que os conozco ―susurró antes de salir por la puerta.
Estela se dirigió al cuarto de baño habilitado para las chicas. Tras salir de un servicio, se dirigió a uno de los espejos que había junto a los lavabos y comenzó a retocarse. En aquel momento, la puerta de otro servicio se abrió y por ella salió Amanda.
―¡Estela! ―Dijo Amanda acercándose a ella y tirando dos besos al aire como saludo.
―¡Hola, Amanda! ―Imitó el mismo gesto mientras sacaba, del pequeño neceser que llevaba consigo, un pintalabios con intención de aplicárselo.
―¡Es precioso! ―Dijo Amanda mientras se lavaba las manos―. Oye, ¿pudiste arreglar lo de tu bolso? ―Preguntó sonriente.
―No tiene importancia, me compraré otro ―fingió Estela con indiferencia.
―Pues también ―se encogió Amanda de hombros―. Pues si quieres podemos quedar para comprarlo y de paso vamos a comprarnos algo para la cena de esta semana, ¿qué me dices? ―Le dijo mientras se secaba las manos en el secador que había colgado en la pared.
ESTÁS LEYENDO
Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yo
Teen Fiction¿Qué pasaría si un día te despertases en un cuerpo que no es el tuyo? Esto es lo que le ocurrió a Nico e Izan, quienes una mañana se despertaron en el cuerpo del otro. A partir de aquel momento, tendrían que hacer frente al problema y descubrir jun...