Ya era habitual aprovechar los recreos para intercambiarse información cuando esta aparecía ante ellos. Era verdad que normalmente no solía estar relacionada con el cambio que habían vivido, pero aún así se estaba convirtiendo en el lugar de reunión. Mientras que ellos hablaban en el aula, Estela solía quedarse en el pasillo, vigilando que nadie entrase, y aquel martes, no iba a ser menos. Ya estaba acostumbrada a ello, aunque lo hacía porque quería, tampoco tenía muchas opciones más.
Izan escuchaba prestando toda su atención a las palabras de Nico, sorprendido de todo lo que había ocurrido en una tarde, e intentándolo asimilar todo, aunque no sabía que aún quedaba más por saber.
―¿Dos semanas? ―Fue lo primero que preguntó cuando Nico le contó su conversación con Amanda.
―¿De lo único que te sorprendes es de lo de las dos semanas? ¿De la reacción de tu hermana no?
―Sí, pero creo que lo de las dos semanas tiene más prioridad. ¿No te das cuenta? Si no hemos descubierto nada en este tiempo, en dos semanas dudo que lo hagamos... ―comentó preocupado.
―Sí, bueno, de eso también te quería hablar...
―¿Hay más? A parte de que mi hermana quiera invitarte a la despedida de Casandra, que se va en dos semanas y que mis padres no quieren contratar a alguien diferente a ella... ¿Me dices que han pasado más cosas?
―Sí. Y no sabes las ganas que tenía de contártelo ―dijo entusiasmado mirándose a la cara―. Puede que dentro de nada no tengamos que sentirnos raros al mirarnos y vernos reflejados en el otro ―no pudo evitar sonreír de oreja a oreja por la emoción.
―¿Qué has descubierto, Nico? ¿Cómo es que no ha sido lo primero que me has contado? ―Izan estaba algo alterado por la emoción de pensar que por fin había encontrado la solución y todo volvería a la normalidad.
―A ver, no es seguro al cien por cien, pero...
―¡Pero di! ―Exclamó Izan posando las manos en sus hombros, algo que últimamente le parecía más normal de lo que hubiera imaginado.
―Vale, vale ―Nico se apartó un poco haciendo que Izan retirase las manos.
―¿Entonces?
―El agua ―fue la respuesta de Nico.
―¿Qué agua? Cuéntame y luego bebes agua, pero no me sigas dejando en ascuas.... ―aquella respuesta hizo reír a Nico―. ¿Qué he dicho?
―Me refiero a que probablemente no fueron las pastillas las que nos intercambiaron, sino el agua. ¿Casandra no os lleva un vaso todas las noches? ¿Y si las pastillas fueran una especie de efecto placebo?
―Buena teoría... ―dijo, pensativo, Izan―. Pero hay algo que entonces no cuadraría.
―¿El qué?
―Que no siempre bebía esa agua, porque también tomaba aquí, por ejemplo, y era la del grifo. Si eso fuera así, todo el instituto se hubiera intercambiado con otras personas, y no tendría mucho sentido, ¿no crees? Aúna sí...
―Ya, ahí llevas razón. Pero, ¿quién dice que el efecto lo hubiera hecho todos los días? ¿Y si hubiera sido la última noche? ¿O el agua de todas las noches? Lo otro era para distraer, o algo así... ―sugirió Nico.
―Pensándolo así, podría ser. Lo mejor sería que le preguntásemos a Casandra. Si le decimos nuestra teoría, a lo mejor es la solución ―dijo sonriendo.
―Tienes razón. Además, esta tarde no están tus padres en casa, así que es la oportunidad de oro que tenemos para hacerlo ―después se quedó algo pensativo―. Aunque tu hermana sí está...

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Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yo
Novela Juvenil¿Qué pasaría si un día te despertases en un cuerpo que no es el tuyo? Esto es lo que le ocurrió a Nico e Izan, quienes una mañana se despertaron en el cuerpo del otro. A partir de aquel momento, tendrían que hacer frente al problema y descubrir jun...