Capítulo 70: El plan

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Estela e Izan se encontraban tumbados en la cama de ella, hablando con tranquilidad, cuando el joven se encontraba algo más relajado por fin.

―¿Estás mejor? ―Preguntó la joven colocando un vaso en su mesita de noche.

―Algo... ―murmuró él.

―¿Ves? Los zumos de piña son rehabilitantes, te ponen bien en dos segundos ―sonrió ella y se encogió de hombros―. Es que no te puedo dar algo más fuerte, ya sabes, aquí no tenemos alcohol ni para desinfectar.

―Ya lo sé, no te preocupes, así está bien ―sentenció él, bebiendo de su vaso, incorporándose un poco para hacerlo. Después, lo puso también en la mesita de noche.

―¿Y qué vas a hacer ahora que has hablado con Braulio? ¿Le contarás a Nico? ―Quiso saber Estela recostándose bien para que ambos tuvieran espacio, al fin y al cabo no dejaba de ser una cama de noventa.

―No le voy a contar nada a Nico. O al menos no por ahora...

―Pero Izan... Esto cambia las cosas ―le advirtió ella.

―Lo que hice no lo cambia nada, no puedo coger ahora e ir a hablar con Nico como si nada ―suspiró pasándose las manos por la cabeza.

―Eres demasiado terco ―murmuró ella.

―Llevamos mintiendo más de dos años, no es terquedad, me siento mala persona.

―No eres mala persona, tenías motivos para hacerlo.

―El fin nunca justifica los medios, Estela, nunca ―sentenció él tapándose la cara.

―Hay veces en la vida que no hay más remedio... ―suspiró la joven recostándose en la cama, apoyando su cabeza en el hombro de Izan―. Aunque no queramos ―murmuró sin poder evitar que su mente se evadiera a varios años atrás, mientras Izan acariciaba el pelo de su amiga y le daba un beso en la cabeza.

El timbre de la puerta de la casa de Estela sonó precipitadamente. La persona que se encontraba en la calle, tras la puerta, no dejaba de insistir.

Estela estaba nerviosa y no sabía que debería de hacer. ¿Fingir que no estaba? ¿Probar a abrir? Se posó las manos en la cabeza mientras daba vueltas en su habitación, estirándose del cabello, como si hacer aquello fuera a darle una solución. El mayor miedo que recorría el cuerpo de la joven era que se tratase de alguien de asuntos sociales. ¿Se habrían enterado de que su madre estaba en un centro y una menor vivía sola? ¿La llevarían a un orfanato? No, no podía ser. Si alguien intentaba entrar a la fuerza para llevársela, se escaparía por la ventana.

El vibrar de su móvil la sobresaltó y miró a ver de qué se trataba. Era un mensaje instantáneo de Izan, avisándole de que estaba en la puerta de su casa. Suspiró aliviada y fue directa a abrir a su amigo.

―No imaginas el susto que me has dado, Izan. Creía que eras de asuntos sociales o algo así.

―¿Me ves tan mayor? ¡Que no tengo ni quince años! ―Bromeó él, aunque su rostro demostraba lo contrario a la alegría.

―¿Ha pasado algo más? ―Quiso saber ella haciéndole pasar a su habitación.

―No, aunque no sé si eso es bueno o malo. ¿Y por aquí? ¿Todo igual?

―Sí, más o menos. Llamaron hace unas dos horas de asuntos sociales aunque por el momento se volvieron a creer lo que les dije, pero no durará siempre... ―dijo poniéndose las manos en la cabeza.

―Ey, tranquila ―Izan la abrazó fuertemente―. ¿Sabes? Tengo un plan ―murmuró separándose de ella al cabo de un rato.

―¿Un plan para qué? ―Preguntó con inseguridad.

―Es una locura, pero nos podrá ayudar a ti y a mí ―comenzó a decir.

―¿Vas a hacer que tus padres me adopten? Seguro que están por la labor después de lo que pasó en tu casa ayer... ―ironizó ella.

―No es tanto como adoptar, pero, ¿y si fingimos que somos novios?

―¿Qué, qué? A ver, Izan, no estoy para bromas ―le espetó cruzándose de brazos.

―Sabes que yo tampoco. Si he venido aquí es porque te necesito, y en cierto modo tú también me necesitas, o al menos mi dinero.

―Izan, ¿te has dado un golpe en la cabeza o qué? ―Estela se había puesto algo alterada ante aquella propuesta―. Además, no sé si ves que hay varias lagunas, entre ellas que tú eres gay y yo lesbiana. ¡Ah! Y no pienso chantajear a asuntos sociales con dinero, así que quítate esas chorradas de la cabeza.

―No, no. Cálmate. Será mejor que te sientes ―señaló la cama de la joven.

Estala se sentó después de que Izan lo hiciera. Ninguno dijo nada, ella esperando a que le explicara mejor la locura que le acababa de proponer, y él, intentando pensar como explicárselo sin que le malinterpretara de nuevo.

―A ver, repito, me refiero a fingir ―dijo de nuevo―. Tú eres actriz, así que algo podríamos hacer.

―No entiendo el fin, me estás liando cada vez más. ¿Qué tiene que ver ser actriz? Por favor, Izan, ve por un camino solo...

―Fingiremos ser novios delante de mi familia y la gente que me rodea, pero, además, haciéndoles creer que tu posición económica es otra ―advirtió.

―Creo que se te ha ido la cabeza...

―Yo te pagaría. Sé que suena raro siendo amigos, y además, sabes que de buena gana te iba a prestar dinero de todas formas, aunque te opusieras. Así que al menos, ahora haciendo esta especie de trabajo sea más fácil el hecho de que aceptes mi dinero ―sonrió con fingida inocencia.

―Es una locura... ―Se puso las manos en la cabeza―. Pero si asuntos sociales sabe que entra algún dinero en mi casa podrá ser algo más creíble mi invención ―afirmó pensativa.

―Y la luz, el agua... ―empezó a enumerar Izan―. Si no pagas los recibos atrasados te las volverán a cortar. A mí tampoco me hace ilusión hacer esto, pero creo que no hay de otra. Ni tampoco hay tiempo.

Un silencio se apoderó de la habitación de la joven. Ella meditaba la propuesta de su amigo, y él esperaba una respuesta mientras sentía como en su estómago un pequeño nudo se iba agrandando. Si hacían lo que acaba de proponer, sería el comienzo del fin. Un fin, que sin duda, presentía que sería demasiado doloroso.

Nico decidió leer el diario, que tenía entre sus manos, desde el principio. Supuso que quizá así podría descubrir algo más y enterarse de qué estaba pasando, pues lo que acababa de leer lo único que había hecho era desconcertarlo más de lo que ya estaba, algo que no creía posible pero que había sucedido.

Nunca he escrito en un diario, al menos no hasta hoy, pero necesitaba desahogarme y esta creo que puede ser la mejor forma. No sé donde lo guardaré para que nadie lo vea, ni como, pero haré hasta lo imposible para que nadie lo lea.

Estoy muy cabreado con mi familia, les odio. Nunca antes he sentido algo así por nadie, pero lo que han hecho es imperdonable. Sé que mi familia es un poco especial, por decirlo de alguna forma, pero no imaginaba que pudieran llegar a ser cómo hoy he descubierto.

Creo que nunca voy a poder olvidar lo que ha pasado. Se me encoje todo solo de pensarlo. Todo tan deprisa, como una pesadilla pero real. ¡Qué mierda todo!

―Pero ve de una vez al grano... ―masculló Nico mientras leía.

Es por eso que se me ha ocurrido una locura, una ida de olla pero no hay más remedio. Ahora todo dependerá de si Estela acepta o no. Espero que sí porque ella es mi única opción. No hay vuelta atrás, tengo que hacer lo imposible para alejar a Nico de mí, o mi familia le arruinará la vida.

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora