Capítulo 81: Lo que de verdad sucedió

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Izan se tiró en la cama de Nico con la ropa puesta. Agradeció internamente que aquella noche Braulio hubiera salido por ahí, seguramente con su novia y el resto de gente con quienes salían. Le daba igual, simplemente deseaba que tardase en volver. También tuvo suerte al descubrir que Carmela y su marido se encontraban durmiendo. No quería que nadie le viera en aquel estado, con el rostro irritado de tanto llorar, y sin poder dejar de hacerlo.

Le daba igual estar vestido, tan solo se quitó los zapatos, y así mismo se metió dentro de la cama. Ni si quiera había encendido la luz al entrar en la habitación. Lloraba entre gritos ahogados, porque lo que menos quería era que alguien pudiera escucharle y preocupar a la familia de Nico.

Nico. ¿Por qué le había perdonado? En verdad no le había dicho esas palabras exactas, pero con la conversación que habían tenido lo había deducido con facilidad. Además, le había dejado en claro que no le odiaba. ¿Cómo no podía odiarle? Tenía que hacerlo, ¿por qué se rehusaba a ello? No era lógico. Él nunca podría perdonarse lo que había hecho, y por ende, no comprendía que fuese el único que llevaba consigo aquel odio.

Lo peor de todo, o gran parte de ello, era que no había podido contarle toda la verdad, la real. Porque lo que Nico había descubierto en los últimos días era que todo había sido fruto de un malentendido. Era una verdad a medias, era aquella por la que Izan había cometido más de una locura, pero nunca fue la real. Pero, ¿cómo le decía a Nico que unos años atrás, él malinterpretó todo y por eso creó aquella falsa mentira? ¿Cómo le decía que ahora que creía saberlo todo, nada era real? Izan se llevó las manos a la cabeza, frustrado ante tanta pregunta sin respuesta. De nuevo se le vino el nombre de Braulio a la cabeza. Él había formado parte de aquella falsa verdad, pero no había sido el único culpable.

No supo cuándo ni cómo, pero acabó quedándose dormido. Ni siquiera escuchó llegar a su ex cuñado.

Cuando el joven regresó, vio que en la cama de su hermano había un bulto, y a juzgar por su respiración, dedujo que ya estaba durmiendo, así que decidió no encender la luz para no despertarle. Ni si quiera se animó con la de la lamparita que había en la mesita de noche. Lo que menos quería era una pelea con su hermano. Sabía que si esta se producía, la luz sería una simple escusa, y es que desde su última conversación con él, no habían vuelto a hablarse más. Sentía que su hermano intentaba coincidir lo menos posible con él, y había decidido darle ese espacio, ese tiempo, sin provocar encuentros entre ambos, ayudándole a evitarse. Por otra parte, le preocupaba que el comportamiento que estaban teniendo fuera notado por Carmela y Nicolás.

Se quitó la ropa como pudo, ayudándose de la luz de su móvil para iluminar, al menos, un pequeño espacio. Cuando se puso el pijama, se acostó. Desde allí miraba hacia el lugar donde creía que estaba su hermano. Solo deseaba que algún día le pudiera perdonar. Lo que en un principio le había parecido una chiquillada se había convertido en una mentira de la que no había sabido cómo salir, haciéndose demasiado grande. Aunque no le quitase la parte de culpa a cierta persona, sabía su gran responsabilidad. Era por eso que los últimos años había estado algo más frío con su hermano, se sentía culpable pero no se veía capaz de decirle la verdad. Y claro, todo había estallado. Era normal que no quisiera hablarle.

Cuando se lo contó a Elisa temió que la chica con la que empezaba a salir montase en cólera, y con razón. Sin embargo, la joven le escuchó atentamente, asintiendo y sin juzgarle en ningún momento. Debería de considerarlo como algo bueno, pero hubiera preferido que le hubiera dicho de todo en aquel momento. Pero no. Ella entendió los motivos de Braulio, aunque nos los compartiera.

Dio vueltas en la cama, mientras divagaba en su mente. Su hermano, Elisa, Amanda e Izan, aparecían en su cabeza, turnándose para recordarle lo que había hecho. Su hermano e Izan le miraban con odio y reproche, Elisa con dulzura y algo de pena. Amanda con decepción.

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora