Capítulo 6: Normalizando lo extraño

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A veces las cosas que aparentar ser normales para algunas personas son extrañas para otras, mientras que lo contrario ocurre en menor medida. La complejidad de lo normal y lo extraño es algo relativo normalmente impuesto por una sociedad con unas normas preestablecidas de las cuales gran parte de ellas pueden llegar a ser absurdas e incoherentes. Sin embargo el ser humano no deja de ser extraño, confuso, diferente y único al mismo tiempo.

Si algo estaban aprendiendo aquel día Nico e Izan era que tenían que intentar normalizar lo máximo posible la situación en la que se encontraban, no les quedaba de otra. Ambos acudieron a clase e intentaron comportarse con la mayor naturalidad posible que puede uno en estos casos, algo a todas luces bastante complicado. Tener que fingir que el uno era el otro y el otro el uno no era tarea fácil, ni cuando en clase los profesores querían comunicarse con alguno, ni cuando la novia de Izan o sus amigos se acercaban a Nico creyendo que era el otro. Tampoco podemos olvidar que todas las risas y burlas que siempre recibía Nico ahora las recibiría Izan.

―Enano, ―Esteban interceptó al falso Nico cuando salieron de la última clase ―me parece curioso que no hayas venido a primera hora esta mañana, pensaba que hoy nos librábamos de ti y al final me has decepcionado viniendo ―rió socarronamente al mismo tiempo que su otro amigo y Estela se le unían.

Eran los únicos que aún quedaban en clase, incluido el falso Izan que tenía su mente ocupada en cómo salir de allí mientras observaba lo que los amigos de Izan hacían con él.

―Mariquita, ¿no habías hecho algunos de nuestros deberes? ―Preguntó Estela cruzándose de brazos―. Muy mal dejarse todo para el último momento, ¿no crees?

El falso Nico agachó levemente la cabeza sin saber que hacer: Por una parte podía seguir el juego y comportarse como el verdadero dueño de aquel cuerpo, pero por otro podría mandarles a todos a la mierda. Sentía que aquella decisión era bastante importante, no era como cualquier otra, sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos.

―Vamos Izan, no te quedes rezagado, ¿te hizo el resumen del libro, no? ―Preguntó Estela mirando al falso Izan.

―Esto... sí, sí lo hizo. Si lo entregué hoy en clase ―se acercó a ellos intentando que su paso fuera firme y evitando perder la compostura al caminar.

Estela rodeó la cintura de aquel que creía que era su novio y besó su mejilla, creando sin saberlo una situación bastante incómoda en el ambiente.

―Te noto raro, ¿te pasa algo? ―Inquirió ella pasándole los dedos por el pelo.

―No, nada. Solo que me duele la cabeza, nada importante ―dijo fingiendo una sonrisa y después miró al verdadero Izan que había bajo su cuerpo―. ¿Y tú qué miras, niñato? ―Fingió imitarlo metiéndose con él.

Izan no pudo evitar poner los ojos en blanco escuchando aquellas palabras, no imaginaba que Nico intentaría llevar aquella situación con una normalidad tan impactante en poco rato. Desde luego se estaba metiendo de lleno en su papel, así que concluyó que el debería de hacer lo mismo.

―Tengo que irme, es tarde ―agachó la cabeza y bajó el tono de voz.

Mientras avanzaba por los pasillos no pudo evitar sonreír internamente a pesar de no levantar la cabeza en ningún momento metido en su papel. Sin embargo, cuando iba acercándose a la puerta que conducía al patio, torció hacia la izquierda y caminó por el pasillo casi vacío dirigiéndose a los baños de la planta baja.

Estela y el falso Izan caminaban detrás de Esteban y Andrés. Nico intentaba fingir, en la medida de lo posible, que era Izan, sin embargo no sabía cómo comportaba normalmente con ellos, el Izan que él siempre había conocido no era así. Decidió optar por el silencio y agradeció que Estela no lo rompiera en ningún momento que alguna pregunta absurda o algún tonto debate suyo sobre qué maquillaje era mejor para el tono de su piel, porque estaba convencido de que no hubiera sabido cómo llevar el rumbo de una conversación de aquella índole.

Cuando el verdadero Izan ataviado con el cuerpo de Nico entró en el baño de los chicos, tenía la clara intención de no mirar hacia ningún espejo. Quizá se metiese en la puerta de algún retrete a esperar a Nico, o a lo mejor se ponía de espaldas a los espejos mientras él llegaba. Sin embargo sus planes se truncaron cuando al entrar encontró que alguien más había allí.

Por unos instantes sintió que su mente se paralizaba, pero tras unos segundos dejó que el funcionamiento de su cerebro le diera una respuesta lógica de qué debería de hacer. A simple vista era Nico, así que tendría que comportarse como él. El chico que se encontraba en los servicios había sido compañero de equipo de Nico años atrás, y según imaginaba Izan, probablemente seguiría siéndolo. Fuera como fuese tendría que ser educado y saludarle para guardar las apariencias.

―Hola ―murmuró tímidamente sin saber qué más decir.

Aquel joven de mediana altura y cabellos oscuros, llevaba unos pantalones de deporte y una sudadera de su equipo de fútbol favorito. Lo último que sabía de él era que tres años atrás fue el mayor goleador en el equipo en el que jugaba Nico.

Izan no pudo evitar sorprenderse cuando Félix, el joven futbolista conocido de Nico, salió de allí sin ni si quiera mirarle. No pudo evitar preguntarse mentalmente qué era lo que acababa de suceder.

La paciencia no era su mejor aliada, así que decidió salir de los servicios para dar una pequeña vuelta por los pasillos cercanos donde algún que otro estudiante aún se encontraba rezagado por allí. A lo lejos atisbó su cuerpo dirigiéndose hacia donde él se encontraba apoyado de espaldas con un pie rozando la pared. Hizo una pequeña señal con disimulo para avisarle de que se encontraba allí y este dirigió su camino hacia donde estaba Izan.    

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora