Capítulo 89: La princesa luchadora

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Todas las miradas se habían dirigido de forma veloz hacia Amanda, quien, lejos de agachar la cabeza ante su confesión, no se achantó ni retractó de las palabras que acababa de pronunciar. Casandra hizo un leve asentimiento y le dirigió una breve mirada a Rogelio quien hizo el mismo gesto con la cabeza. Aunque nadie más vio aquellas fugaces miradas, cualquier persona que se hubiera podido percatar de ellas, no hubiesen podido deducir su significado. Era algo que solo ellos sabían. Podía significar que habían sabido desde siempre que Amanda conocía la verdad, también podría ser un "te lo dije" por sospechas, pero igualmente podría significar que el pan de la nueva panadería era una maravilla. Era un mensaje indescifrable para el resto de los comensales allí presentes.

―¿Qué... qué dices, Amanda? ―Preguntó su hermano intentando asimilar aquellas palabras inesperadas para él.

―Hija, el shock de la noticia te ha dejado hecha un lío... ―dijo su padre.

―No, papá, lo sabía.

―A ver, mi cuñis, digo Amanda, lo que sabía era lo de Braulio. Cuando él le escribió hace poco diciéndole la verdad... Ella me contó porque estaba mal al enterarse ―salió Estela en su defensa.

―Eso es verdad, pero no es lo único que sé. Lo siento, pero lo sé todo.

―A ver, pero, ¿todo, todo? ―Inquirió Nico.

―Sí ―dijo de forma rotunda sin pensárselo.

Ante aquella afirmación Nico miró a Izan temeroso de que la chica supiera lo que había pasado las últimas semanas con sus cuerpos. Izan se encogió de hombros devolviéndole la mirada.

―Yo no entiendo nada... ¿Qué le pasa a mi familia? Mentiras hasta debajo de las piedras... ¡Esto es una locura! ―Exclamó Malena―. Y ahora tú también, Amanda... ¡Tú, joder! Esto no puede estar pasando.... ―se llevó las manos a la cabeza negando con esta.

―Lo siento mamá... Pero no era cosa mía contarlo.

―¿Puedes decirnos que es lo que sabías y desde cuándo? ―Le increpó el padre.

―Supongo, ya que todo ha salido a la luz...―dijo encogiéndose de hombros―. No hay un cuándo exacto porque siempre me había parecido raro el distanciamiento de mi hermano con Nicolás y el hecho de tener novia de la noche a la mañana. Siempre había sabido que algo no cuadraba, sin embargo, por más que lo intentase, no encontraba evidencias sobre que aquello fuera mentira, así que en más de una ocasión lo fui dejando pasar.

Todos miraban atentamente mientras la chica contaba todo aquello que sabía y había callado.

―No es que lo sepa desde hace mucho, pero hubo algo que hace poco me hizo tirar del hilo y corroborar mis sospechas que aún arrastraba dentro de mí. Fue un pequeño detalle que lo cambió todo, y mucho más de lo que hubiera imaginado. Era un bolso, que llevaba Estela una noche, el cual se manchó. Curiosamente lo vi en la presentación de mi serie favorita y no es que fuera parecido, no... ―negó con el dedo para enfatizar su negativa mientras una sonrisa de interés surcaba su rostro―. Era el mismo bolso. ¿Y cómo lo supe? ¡Fácil! La mancha, aquella que yo misma había ayudado a intentar quitar, estaba frente a mí en la pantalla de la televisión.

Estela decidió no decir nada, pero sí prefirió dar un sorbo al vaso de agua que tenía en la mesa ya que había notado como la boca se le secaba. Amanda prosiguió.

―Así que aunque todo estaba más liado que nunca, también empezaba a encajar cada pieza en su lugar, o al menos había un hilo del que tirar. Te regalé un bolso igual, por cierto ―señaló a Estela―, para que así pudieras devolverlo. Pero eso fue cuando ya había descubierto quién eras. Investigué mucho y no me fue fácil, no voy a mentir, pero di finamente con quién eras en realidad gracias a unas averiguaciones y contactos míos.

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora