Capítulo 54: Culpable

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El viernes no había sido tan malo como Izan creía, pero como bien es sabido, lo bueno suele ir acompañado en mayor o menor medida de algo malo, sobre todo cuando lo que predomina es lo segundo.

En el recreo había conseguido hablar a solas con Nico por fin. Este había decidido que estar sin hablarse no iba a ayudarles en nada para poder recuperar sus verdaderas identidades.

―¿Y bien? ¿Solucionado el problemilla? ―Les había preguntado Estela adentrándose en el vacío cuarto de baño de los chicos.

―Sí, podría decirse que sí ―contestó Izan―. Gracias por vigilar.

―Para eso estamos ―le arremolinó el pelo que no le pertenecía―. Me encanta este pelo.

―Gracias ―sonrió el verdadero portador de aquel cabello.

―Eso ha sonado muy raro ―Estela soltó una pequeña risita encaminándose a la puerta―. ¿Vais a quedar esta tarde? ―Les miró de reojo.

―No, hoy está Braulio toda la tarde en casa ―explicó Izan.

―Y Malena y Ángel ―bufó Nico.

―No sé cuánto tiempo pasará más, pero no creo que llegue a acostumbrarme nunca en la vida ―sentenció la joven.

―Si tú no te acostumbras, imagínate nosotros ―replicó Nico.

De pronto Estela se quedó parada en la puerta sin llegar a abrirla.

―¿Qué sucede? ―Inquirió Izan preocupado de que alguien pudiera haberles oído.

―Nada, solamente me preguntaba cómo sería estar en vuestra situación, me parece escalofriante.

―Demasiado ―sentenció Izan haciendo que Nico asintiera a sus palabras.

La mañana continúo sin ningún incidente haciendo que fuese lo más tranquila posible, dentro de todo lo que estaban viviendo.

La tarde en casa de los abuelos de Nico y Braulio transcurrió con aparente normalidad, mientras Izan hacía los deberes de Nico, su hermano postizo se dedicaba a limpiar el salón dejándolo impoluto. Sin embargo, Izan notaba extraño el comportamiento del muchacho. No le parecía raro el hecho de que estuviera limpiando, pues le tocaba a él, pero desde la mesa que habitaba en el pequeño salón, Izan podía observar de reojo como Braulio parecía estar distraído en sus pensamientos. ¿Qué pasaría por la cabeza de aquel chico? Quizá estaba preocupado por el regreso de vuelta del viaje de los abuelos de los dos hermanos. ¿O había algo más? Instintivamente mordisqueó el tapón del bolígrafo mientras pensaba en qué le sucedía a aquel chico.

―¿Desde cuándo muerdes bolígrafos? ―Preguntó Braulio acercándose y mirándole con una ceja enarcada―. Siempre lo has detestado.

―¿Eh? Nada, solo ha sido una pequeña manía que he cogido en clase ―fingió quitarle importancia mientras releía la pregunta de literatura que estaba realizando.

―Bueno, si tú lo dices... ―se encogió de hombros mientras continúo con su limpieza.

Cuando Braulio terminó de limpiar cada recoveco de la pequeña casa, se estirazó en sofá para descansar. Mientras tanto, Izan había avanzado poco en su tarea de literatura, algo que no pasó desapercibido para el mayor de la casa.

―¿Te pasa algo? ―Preguntó Braulio sentándose en la silla de al lado―. No sueles tardan tanto en hacer tus deberes.

―No, solo estaba distraído ―dijo quitándole importancia.

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora