Capítulo 66: Noamigos

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Aquella tarde de viernes, los abuelos de Nico habían salido a dar un paseo con unos amigos. Braulio, por su parte, se encontraba en el turno de tarde. Por tanto, Izan tenía la casa solo para él, aunque no tenía mucho que hacer, salvo pensar en cómo iría la cena del día siguiente. Cualquier otro día en el que la casa se quedase libre, podría llamar a Nico para que fuese allí para poder continuar la investigación en la que estaban inmersos desde hacía incontables semanas. Sin embargo, el hermano de Braulio había tenido que salir con su falsa madre a comprarse algo nuevo para la cena.

También había pensado en quedar con Estela y echarle una mano con los preparativos, pero con ella estaba Cecilia, quien desconocía el intercambio de cuerpos, así que para aquella mujer no era Izan, y por tanto, no tenía sentido ir.

Aburrido, se sentó en el sofá mientras pasaba las cadenas de televisión sin detenerse en ninguna, haciendo caso omiso a lo que sucedía en la pantalla.

En parte se sentía mal por no poder ayudar a Estela. Siempre para las cenas había ayudado a madre e hija a preparar todo para que pareciese real. ¿Qué pasaría si algún día Malena y Ángel se enteraban de que todo era mentira y que Estela y Cecilia no eran quienes decían ser? Malena, al menos, montaría en cólera y haría un drama de grandes dimensiones. Bueno, eso sin contar a Amanda. ¡Su cuñada del alma viviendo en realidad con poco dinero! Su madre seguramente se indignaría y no querría saber nada de ellas, y probablemente Ángel también. Además, Izan lo sabía por propia experiencia.

Al día siguiente de que Nico fuera por primera vez a casa de su amigo, Malena había hablado seriamente con su hijo. Aquella conversación nunca la había podido olvidar, a pesar de ser tan solo un niño pequeño.

―Me parece muy bien que te lleves bien con compañeros de diferentes clases sociales ―comenzó a decir la mujer sentándose en la cama de su hijo mientras este aún no se había levantado a pesar de llevar un rato despierto.

Izan tan solo se encogió entre las sábanas sin saber porqué le decía aquello su madre.

―Como sabes, decidimos meteros a tu hermana y a ti en un colegio público, porque siempre nos ha parecido que la integración es algo bueno...

―Sí, pero eso nos lo habéis contado muchas veces, y a mí me gusta mi cole ―afirmó el pequeño bajo sus sábanas.

―Sí, y por eso quería hablar una cosa contigo. Una cosa es la integración y que te lleves bien con tus compañeros y otra haceros amigos tan pronto.

―Bueno, nos estamos conociendo, como dice una mujer en la novela que ve Casandra.

―Bueno, ese es otro tema que tocaremos otro día ―señaló la madre.

―¿Tú también la ves? ¿Te has perdido el último capítulo? ―El pequeño Izan se incorporó en su cama, sentándose en ella, con las sábanas aún encima de él.

―¿Qué? No, no. Digo que hablaremos otro día sobre lo que es mejor que aún no veas en televisión. Eres muy pequeño para ver esas cosas...

―Pero sí sale en la novela un niño... ―comentó el pequeño algo confuso.

―Ese no es el caso, peque ―acarició el pelo de su hijo antes de proseguir―. Hablo de tu amistad con Nico.

―¿Y qué pasa con eso? ―Preguntó sin comprender aún, apoyando su cabeza en el hombro de su madre para que esta siguiera acariciándoselo.

―Ya te lo he dicho. Me parece muy bien que te lleves bien con él, pero sois de diferente clase y es mejor que no seáis amigos... ¿Lo entiendes, cielo? ―Besó la cabeza de su hijo, quien estaba más confusa que antes.

―Pero no somos de diferentes clases. Es más, nos sentamos el uno al lado del otro. ¿Por eso no le cae bien a Amanda? ¿Por qué ella es mayor y está en otra clase?

―No, no me refiero a ese tipo de clase ―rió su madre.

―En gimnasia también estamos en la misma ―le comentó a su madre.

―Me refiero a la clase social... Que os llevéis bien me parece fantástico, pero de ahí a ser mejores amigos, no deberíais serlo. Habéis crecido en diferentes familias...

―Claro, sino seríamos hermanos.

―A ver, tú vives en esta gran casa, y él en una muy pequeña, porque no tienen el mismo dinero que nosotros.

―Eso no tiene sentido, mami.

Malena resopló al ver que no había manera de que su hijo entendiera lo que quería decirle.

―Lo entenderás cuando seas mayor.

―Pero si su madre trabaja en vuestra empresa y le pagáis por trabajar, tiene nuestro dinero, ¿no? ―Preguntó pensativo y Malena aguantó internamente soltar una carcajada.

―El dinero es algo que circula por todo el mundo. Lo que una persona paga en una tienda, por ejemplo, puede ser el dinero que le devuelvan a otra persona, quien a su vez compra otra cosa con ella y...

―¿Y qué tiene que ver eso con Nico y conmigo?

―Nada, solo quería explicarte como se mueve el dinero, por lo que habías dicho antes.

―Entonces... ¿Podemos ser amigos, mamá?

―Compañeros está bien. Los niños de diferente clase social es mejor que no sean amigos... Pero de mayor lo entenderás. Teneros aprecio me parece perfecto, pero eso no significa que lo vayas a traer siempre a casa, y menos sin preguntarnos a papá o a mí.

―¿Y si fuéramos los dos ricos o pobres podríamos ser amigos?

―Sí, sería más fácil. Me alegro que lo hayas comprendido, tesoro ―besó, con orgullo, su frente.

―Si no podemos ser amigos, entonces... ¿Podemos ser novios?

―¿Qué? ¿De dónde has sacado esa locura? ―Preguntó la mujer nerviosa.

―De ti. Si no podemos ser amigos, podemos ser novios. En la novela dicen son compañeros de la vida, pero son novios, pero no lo dicen así ―explicó su hijo.

―Compañeros de cla... digo compañeros en el colegio, llevándoos muy bien. Lo de novios no puede ser.

―Pero, ¿por qué? No te entiendo mami.

―Porque sois dos chicos... ―murmuró la mujer encogiéndose de hombros.

―Pues cuando seamos mayores ―dijo con una sonrisa de satisfacción al creer que había comprendido lo que su madre quería decirle.

―No, hijo, eso también te lo explicaré cuando seas mayor.

―Está bien... Entonces seremos noamigos ―dijo finalmente.

Su madre asintió, creyendo que su hijo le había querido decir que no serían amigos, sin embargo, días después, volvió a encontrar a Nicolás en su casa, jugando con su hijo en el salón. Cuando el niño se fue a la suya, Malena fue a hablar de nuevo con su hijo a la habitación de él.

―Pero si te dije que seríamos noamigos... ―dijo el pequeño encogiéndose de hombros.

―Por eso, no se suele traer a casa a alguien que no es tu amigo, a no ser que lo hayas traído como compañero de colegio, ¿es eso último? Ten en cuenta que se puede sentir incómodo estando en una casa tan grande...

―No, como noamigos. Si no podemos ser amigos ni novios hasta que seamos mayores, podemos ser noamigos, que es un poco de ambas.

Malena suspiró y, en aquel momento, decidió darle vía libre a su hijo para que fuera amigo de Nico. Desde ese momento, Nico comenzó a ir más a menudo a jugar allí, y Malena empezó a aceptar aquella amistad que comenzaba a fraguarse.

Los pensamientos de Izan fueron interrumpidos cuando una mano se posó en su hombro, haciéndole sobresaltar.

―Tengo que hablar contigo, tenemos una conversación pendiente ―comentó Braulio con el semblante serio.

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora