Tras la visita a la casa dónde siempre habían vivido Nico y Braulio con sus padres, conciliar el sueño no le estaba siendo sencillo aquella noche. Daba igual que la noche anterior hubiese podido dormir pocas horas, o que incluso antes de acostarse se hubiera tomado un vaso cargado de tila. Por más que cerrase los ojos, no había forma alguna de dormirse, no podía relajarse.
Observó como Braulio llevaba más de una hora plácidamente dormido. Ojalá él también pudiera hacerlo. Suspiró y miró de reojo, sin incorporarse de la cama, hacia la cajonera de la mesita de noche. Podía aprovechar que el hermano de Nico dormía para hacer lo que le rondaba por la mente, pero no se atrevía por si éste despertaba de pronto. En realidad no quería recurrir a ello, pero sentía que no tenía más remedio, que por una vez se lo podía permitir, ¿por qué no? Solo sería una vez... Pero no podría ser sacándola del cajón sería muy arriesgado.
Sabía que la tira de fotos de aquel beso en la feria podría calmarle, pero tendría que hacer uso de su memoria para no arriesgarse. Solo por ese día, solo por esa vez...
El primer beso, al igual que a Nico, a Izan tampoco se le había podido olvidar, estaba guardado en su memoria, atesorado como uno de sus más preciados recuerdos. Pero no era el único que habían compartido, aquel fue el comienzo de muchos otros que posteriormente estarían por venir.
Había pasado alrededor de un año desde que Nico e Izan habían compartido aquel pequeño beso que permanecería en sus memorias como uno de los mejores recuerdos que habían compartido. Después de aquel primer beso, ambos amigos habían seguido su amistad de la misma forma que hasta entonces, sin hacer mención alguna a aquel momento.
El noveno cumpleaños de Nico llegó, y con éste, el segundo beso. Fue en la habitación del cumpleañero. Cuando Izan llegó a la celebración, aún no habían llegado los demás invitados, pues había sido invitado a comer antes de que la celebración se produjese. Ya en la habitación de Nico, Izan le entregó un regalo. Era un balón firmado por su jugador favorito: David Villa. Emocionado, abrazó a su amigo por aquel regalo inesperado. No solo se trataba de la firma de su jugador preferido, sino de quién se lo había regalado, del cariño con el que se lo había entregado, de la emoción en el rostro de Izan esperando a que Nico desenvolviera la enorme caja donde el balón se encontraba. Tras aquel fuerte y cariñoso abrazo, Izan rozó sus labios a los de Nico al comprobar que éste también quería hacerlo. Igual que la anterior vez, después de aquella pequeña e inocente unión, ambos comenzaron a jugar como si no hubiera pasado nada fuera de lo normal, hasta que los invitados empezaron a llegar.
Igual que en el cumpleaños de Nico, cuando llegó el de Izan, sucedió algo similar. Le había regalado un libro de su cocinero favorito, donde este explicaba de forma sencilla, sus aventuras en el mundo culinario. No había firma en él, pero para Izan era más que suficiente. Quizá leerse todo aquel libro con nueve años le llevaría bastante tiempo, pero no le importaba, para él era el regalo más especial que había recibido aquel año, a pesar de la desaprobación de sus padres cuando se enteraron de la existencia del libro, y es que no podían comprender como a su hijo le gustaba tanto la cocina y todo lo relacionado con ella, constantemente decían que no entendían que habían hecho mal para que acabase interesado en temas de fogones.
Tras recibir el libro en el cuarto de Izan, ambos se dieron un leve beso en los labios antes de ponerse a jugar esperando a que Casandra les avisase de que la comida estaba lista.
La costumbre de compartir un beso tras entregarse un regalo no continúo hasta las navidades de aquel año. A pesar de que ambos aún creían en Los Reyes Magos y Papa Noel, habían decido darse un regalo. Esta decisión había sido tomada a raíz de que la madre de Nico le había propuesto a su hijo que le hiciera un regalo a su amigo Izan. La madre creía conveniente hacer esto ya que ambos niños estaban constantemente juntos, además que consideraba una forma de agradecer que su hijo pasase tanto tiempo en la casa de la familia de sus jefes. A raíz de eso, Malena sentía que si le regalaban algo a su hijo, aunque fuera algo cutre y de baja calidad, éste debía devolver el favor haciendo un regalo también. No le gustaba que la gente pudiera hablar mal por no hacer un regalo, sería vergonzoso si en su círculo de amistades se enteraban. Además, si había tomado la decisión de tener a Amanda e Izan en un colegio público, habría que acostumbrarse a las tradiciones de aquellas familias, se decía. Dejó que su hijo se encargase junto a Casandra en la compra del regalo, una cosa era permitir la entrega de éste y otra formar parte de su compra. De todas formas, de los regalos navideños se encargaba siempre Casandra, salvo cuando estos eran de carácter más íntimo, o una decisión personal o sin ser anticipada.
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Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yo
Fiksi Remaja¿Qué pasaría si un día te despertases en un cuerpo que no es el tuyo? Esto es lo que le ocurrió a Nico e Izan, quienes una mañana se despertaron en el cuerpo del otro. A partir de aquel momento, tendrían que hacer frente al problema y descubrir jun...