Capítulo 52: El último partido

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Desde que habían tenido la discusión, unos días atrás, Nico había estado dándole vueltas a la cabeza continuamente. Durante las clases había hecho caso omiso a aquel que portaba su cuerpo, es verdad que por ese mismo motivo era difícil de ignorar, pero no imposible. Tampoco había hecho mucho caso a Estela que, con la escusa de ser aparentemente Izan, había intentado hablar sobre la pelea más de una vez, sin embargo, había podido evitarla. Para colmo, Andrés y Esteban no dejaban de hablarle sobre tonterías que le eran insufribles e indiferentes. ¿Cómo podía aguantarlos Izan? Solo hablaban de chicas guapas y adineradas, clubs prestigiosos a los que no podían acudir por tener aún diecisiete años, y por supuesto, siempre fanfarroneando de todo el dinero y las adquisiciones que tenían. Todas las conversaciones que tenían eran superficiales. Cuando no hablaban de ello, era porque se dedicaban a meterse con Nico, aunque bueno, ellos no imaginaban que no era él, aunque dudaba que pudieran entenderlo alguna vez sin que se les atrofiasen las pocas neuronas que tenían en sus cerebros, como él decía.

El jueves por la tarde estaba siendo más aburrido que de lo costumbre, pero al menos al día siguiente sería el último de la semana que tuvieran clases, se podría dar un respiro dentro de lo que cabía, ya que tampoco era un respiro agradable estar el fin de semana con los padres y la hermana de Izan. La otra opción era salir con Estela, o con Andrés y Esteban, o los tres. ¿Qué opción era peor? Aunque lo pensase fríamente no sabía responderse a aquella pregunta.

Podría ponerse a estudiar, pero eso complicaría las cosas. En el momento en el que los padres de Izan o Amanda le pillasen, ¿qué haría? Aunque claro, probablemente la familia creía que se pasaba las horas estudiando, ¿no se suponía que tenía un excelente expediente? A fin de cuentas, dudaba mucho que la familia supiese que sus notas eran tan buenas gracias a él. ¿Contradictorio? Bastante. Tanto, como el hecho de que Izan fuera a dedicarse a la empresa familiar. ¿Por qué había renunciado a sus sueños? ¿En serio Estela había tenido algo que ver?

Se incorporó repentinamente de la cama al darse cuenta que iba a volver a entrar en bucle al pensar en Estela y todo lo que no le cuadraba de ella. Tomó aire profundamente y se frotó el pelo engominado. ¡Maldición! ¿Qué gracia tenía llevar el pelo así? Izan se había convertido en todo lo que no era, ¿cómo una persona podía cambiar en cuatro días? Porque así había sucedido. Y sí, sentía que iba a entrar en otro bucle y no estaba por la labor. Estiró de los pelos en un gruñido silencioso centrando su mente en otra cosa. Su última pelea con Izan.

Sabía que Izan no tenía derecho a entrometerse en su vida, por mucho que lo hubiese hecho para intentar ayudarle. Quizá se había excedido cuando se cabreó con él, a fin y al cabo le molestaba mucho más los dos años y medio que llevaban distanciados y como le había tratado que el hecho en sí de meterse donde no le llamaban. Pensándolo detenidamente posiblemente había estallado por todo, aún así, Izan no era quien para meterse en sus problemas, igual que a él no le contaba nada.

Alguien llamó a la puerta de la habitación haciendo que se sobresaltase. Hizo pasar a la persona que había tras ella. Cuando esta se abrió, apareció Amanda arreglada con una blusa beig y unos vaqueros de pitillo. Se había puesto unos botines de tacón de color negro y llevaba un bolso probablemente de una marca cara.

―Izan, solo venía a avisarte de que voy a salir un rato. ¡Hoy es la premier de la nueva temporada de Divas de la Vida! ―Exclamó alegremente―. Supongo que ceno en casa ―informó sin desdibujar la sonrisa de su rostro. Dicho esto, y sin esperar respuesta alguna, se marchó de la habitación cerrándola tras de sí.

Nico se encogió de hombros tras la repentina visita y marcha de la hermana de Izan. A pesar de que aquello había hecho que se desligara por unos instantes de sus pensamientos, estos volvieron inmediatamente a su mente haciendo que se viera inmerso en el día que su amistad con Félix llegó a su fin.

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora