Capítulo 34: Noche de cócteles

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La gente bailaba al compás de la música que sonaba en el local en el que se encontraba Nico junto a Estela, Esteban y Andrés. Aquel pub era desconocido para él, no por el hecho de haber ido a pocos en sus diecisiete años de vida, sino porque no creía que hubiera podido permitirse entrar a aquel local nunca antes por su elevado coste.

Los cuatro caminaron hacia la barra con intención de pedir alguna que otra bebida cuyo coste desorbitado asustaba a Nico.

―A la primera ronda invito yo ―alardeó Andrés sacando una tarjeta de crédito―. ¿Pedimos lo de siempre, no? ¿O alguien quiere otra cosa?

Nico observó como Estela y Esteban asentían decididos a tomar sus bebidas de siempre, así que él, para no desentonar, y pese a desconocer la bebida que Izan solía tomar en aquel lugar, asintió también. Mientras Andrés pedía las misteriosas bebidas desconocidas por Nico, los tres se sentaron en una mesa. Ya sentados, Nico se fijó con detenimiento en aquel lugar en el que se encontraban. Las luces tenues iluminaban el espacioso lugar cubierto por varias mesitas de porcelana decoradas con una pequeña vela roja de forma cuadrada en el centro de cada una de ellas. Sillas y sillones color camel rodeaban aquellas mesitas. Las paredes, de un color indefinido por culpa de las luces, se encontraban recubiertas por cuadros cuyo precio seguramente sería incalculable para él, al igual que todos los adornos sofisticados que albergaba aquel lugar.

Antes de continuar fijándose en los detalles, ajeno a la conversación que Esteban y Estela mantenían, vio como una copa se posaba en su lado. Dirigió su mirada hacia la mano que había ejecutado aquella acción para darse de bruces con una joven camarera que probablemente no tenía muchos años más que ellos. La chica llevaba una falda granate corta ajustada por encima de la cintura acompañada de una estrecha camisa blanca cuyos primeros botones se encontraban desabrochados, mostrando elegantemente algo más de su escote. Ya había visto aquel traje en otras chicas cuando entraron al pub, se trataba seguramente del uniforme de trabajo.

―Aquí tiene, señorito Izan, su bebida de siempre, espero que sea de su agrado ―dijo la chica con sonrisa profident, probablemente obligada como camarera en aquel lugar.

Nico se quedó mirando el líquido azulado que contenía la copa preguntándose qué sería. Supuso que lo mejor sería preguntarle después a Estela. Comprobó que dos camareras servían también a Esteban y Andrés, mientras que a Estela le servía un apuesto camarero, trajeado con unos pantalones negros con una camisa estrecha blanca también con los dos primeros botones desabrochados. Una elegante pajarita granate cubría su cuello. Como había comprobado, los camareros de aquel pub habían sido escogidos por su atractivo para deleite de su clientela. Para su sorpresa, tras irse los cuatro, apareció otra joven a traer un cuenco de cristal que contenía diversos frutos secos. Lo extraño, ya después de haber visto como eran servidos por camareros diferentes de forma individual, no era aquello, sino de quien se trataba aquella camarera: Tifany.

La joven llevaba el mismo uniforme que las otras camareras y se había arreglado el pelo en un perfecto alisado con pequeñas ondulaciones en las puntas de su cabellera para ir acorde al estilo de aquel local. Era extraño verla allí y Nico se preguntó si aquellos otros camareros bien arreglados también se trataban de estudiantes en busca de un trabajo para ganar unos ahorros, mientras servían probablemente también a compañeros de clase. Nico observó como una breve mirada surgía entre Estela y Estefanía, sin embargo, la de la segunda era de indiferencia mientras que la de la primera contenía tristeza. Probablemente desde que se encontraron en el pasillo del instituto no habían vuelto a hablarse más. La sorpresa de aquel nuevo encuentro, hizo que Estela, quien se disponía a probar su bebida, derramase unas pequeñas gotas, fruto de la impresión, encima del bolso que la acompañaba. Para su suerte, tan solo Nico se dio cuenta de la situación.

―Mierda... ―Masculló Estela cuando Tifany se había marchado.

Nico se fijó en que Esteban y Andrés no se habían dado cuenta del incidente, ya que unos segundos atrás se habían levantado de sus cómodos asientos para dirigirse, copa en mano, a la barra, tras ver a dos chicas jóvenes allí. Fácilmente dedujo que ambos se habían intentado acercar con la intención de ligar aquella noche con ellas.

Estela continuaba intentando quitar la pequeña mancha que se había formado en el bolso, sin embargo, el éxito de eliminarla era totalmente nula, parecía que esta podía llegar a acrecentarse en breves momentos.

―Creo que es mejor que vaya al servicio a intentar limpiarlo ―le susurró Estela al oído para después incorporarse de su asiento. El chico se encogió de hombros a modo de respuesta.

Cuando Estela regresó, se encontró a Nico también en la barra junto a Andrés y Esteban, quienes seguían intentando conquistar a diferentes chicas sin éxito alguno. Por lo que la chica observó, Nico probablemente se estaba bebiendo el segundo o tercer cóctel mientras miraba a la nada, haciendo caso omiso a los intentos nefastos de los otros dos, pero aparentando estar allí. Estela se acercó a él y posó una mano sobre la cintura del falso Izan para susurrarle al oído.

―Creo que has bebido mucho, la bebida que se pide Izan sube rápidamente ―le susurró, pero la música no ayudó a que Nico le entendiese.

―¿El qué? ―Preguntó enarcando una ceja―. ¿Qué ha pasado rápido? ―Preguntó confuso tanto por el alcohol como por no haber escuchado bien lo que Estela le acababa de decir.

―Que has bebido mucho ―dijo esta vez simplemente.

En ese momento, tras varios intentos de ligue hacia una chica, quien se había marchado a una mesa rápidamente, Esteban se acercó y pasó un brazo por el hombro del falso Izan.

―No seas aguafiestas, Estelula. Para una vez que Izan se emborracha...

―Por eso mismo, porque nunca lo hace ―sentenció ella firmemente pero intentando mantener una sonrisa impecable en su rostro.

―Deja que tu novio se divierta ―sonrió Esteban pidiendo otro cóctel.

Cuando Nico se terminó el suyo, el cuál había sido definitivamente el tercero, sintió vibrar el móvil de Izan en su bolsillo. Lo sacó de este y miró con confusión la llamada entrante para después mirar extrañado a Estela. Se acercó a su oído para susurrarle.

―¿Por qué me están llamando desde una compañía de teléfono? ―Le susurró con extrañeza en su voz.

Estela le miró con el ceño fruncido creyendo que aquella observación había sido fruto del alcohol que habitaba en el cuerpo de Nico, sin embargo, nada más lejos de la realidad, en la pantalla del teléfono móvil de Izan aparecía como si el contacto que llamase se tratase de una compañía de teléfono. Intrigado por aquella llamada a esas horas de la madrugada, decidió salir a la puerta del local para descolgar y entender el misterio de aquella llamada.

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora