Capítulo 42: La misma historia de siempre

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Un nuevo lunes daba comienzo. Tras un fin de semana de relax, Izan volvía a interpretar que era Nico delante de sus compañeros. Conforme iba por los pasillos sabía lo que iba a pasar, Esteban y Andrés se encontraban cerca. Instintivamente agachó la cabeza y caminó más lento. Justo en ese momento vio como por su izquierda pasaban Estela y Nico cogidos del brazo fingiendo ser una pareja perfecta. Él fingía que le había contado algo al oído y ella reía de forma notoria pero encantadora. Ambos se acercaron donde estaban Andrés y Esteban y se unieron con ellos a dar comienzo a las burlas matutinas.

―Vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí? ―Dijo Andrés con sarcasmo.

―El escorioso ―espetó Estela con aires de superioridad.

―Mariquita ―siseó Esteban cuando el falso Nico estaba lo bastante cerca como para escucharlo.

―¿Me has hecho los deberes de hoy? ―Le preguntó el falso Izan cruzándose de brazos.

―¿Deberes? Eh... Sí ―dijo en voz baja.

―¿Y a qué esperas a dármelos? Vamos, no tengo todo el día ―le reprochó.

―Ya has escuchado a mi novio ―Estela le puso un brazo sobre el hombro al falso Izan mientras miraba fijamente al verdadero―. ¿O es que estás esperando a que las ranas críen pelo?

Izan se quitó la mochila para sacar de allí una libreta al azar y entregársela a Nico. Este, bajo el cuerpo de Izan, la abrió para mirarla junto con Estela.

―Así me gusta, todo totalmente hecho ―afirmó el falso Izan mientras la cerraba rápidamente cuando observó que Esteban iba a mirarla.

―¿Y a mí no me has hecho los deberes? ―Preguntó Esteban negando con la cabeza―. Muy mal, Nicolás, muy mal. ¿No has aprendido que aunque no te lo digamos tienes que hacernos los deberes?

―Lo, lo siento... No tenía tu libreta ―respondió cabizbajo.

―Supongo que la mía tampoco, ¿no? ―Le espetó Andrés―. ¿A caso es que quieres revelarte contra nosotros? ―Rió sarcásticamente―. No me hagas reír que se me revuelve el estómago a estas horas y no quiero echar a perder el desayuno irlandés que hoy he tomado, ya sabes, es algo que no tiene desperdicio ―se colocó una mano en la barbilla fingiendo estar pensativo―. ¡Uy, no! Sí tú seguro que a lo máximo que aspiras es a comer las sobras que tiran de los supermercados cuando la comida está caducada ―rió con sarcasmo haciendo que Esteban, Estela y el falso Izan le imitasen.

―Mañana os los haré... ―dijo finalmente en voz baja.

―Pero mañana no es hoy, Nico, no, no ―negó el verdadero Nico con el dedo índice―. ¿Es que sólo me tienes miedo a mí? En el recreo te quedarás haciéndolos, y para comprobar que así sea Estela y yo te vamos a vigilar.

―Me parece perfecto, cariño. Mientras el nerd hace los deberes podemos tener intimidad en la clase para comernos a besos ―dijo guiñándole un ojo.

―Una gran idea―. Intervino Andrés―. Que vea lo que es un hombre y una mujer besándose. Gran idea, Estela.

―Por su puesto Andrés, yo siempre tengo buenas ideas ―Estela tomó un mechón de su pelo y lo enredó en su dedo índice con delicadeza mientras su voz sonaba dulce.

La última alarma que daba comienzo a la primera clase sonó, haciendo que aquella conversación se diese por finalizada. Esteban y Andrés se encaminaron primero hacia la clase mientras comenzaban a entablar una conversación sobre con cuantas chicas habían ligado el viernes y de las cuales habían podido conseguir el número de teléfono. Después de ellos, Estela y Nico entraron a clase cogidos del brazo fingiendo mantener una conversación llena de coquetería.

Izan observó todo hasta quedarse completamente solo en aquel pasillo del instituto. Se maldecía internamente al recordar que todo aquello lo había sufrido Nico durante más de dos años. Se secó unas lágrimas que habían empezado a cubrir su rostro y se encaminó también hacia el aula, sin embargo, justo antes de entrar notó como alguien le tocaba el brazo sobresaltándole. Miró para comprobar de quien se trataba y vio que se trataba de su hermana Amanda.

―Escorioso... ―dijo ella antes de continuar con su camino.

―Todo esto es tu culpa, hermanita... ―masculló entre dientes sin que ella le oyese.

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora