Félix se acomodó en una pequeña explanada de césped del lugar en el que se encontraban. Con un gesto en la mirada le indicó al falso Nico que se sentase a su lado, así que Izan, tras asentir levemente con la cabeza, se acomodó junto a él.
―Bueno, tú dirás ―murmuró Izan mientras jugaba con los cordones de las desgastadas zapatillas que llevaba.
―La verdad es que no me voy a andar con rodeos, quiero disculparme contigo ―afirmó Félix mirando directamente al que creía que era Nico.
Izan dejó de observar los cordones para mirar hacia Félix. ¿Qué le podría decir? Había salido no solo con la intención de despejarse, sino para ayudar a Nico a reconciliarse con su antiguo amigo, sin embargo, e imaginando que el chico iba a pedir disculpas, por un momento no supo que decir. ¿Estaría bien aceptar sus disculpas? ¿A largo plazo le haría un favor a Nico, o empeoraría más su vida de lo que ya lo había hecho? No, pensó, eso sería imposible. No tenía idea alguna de lo que habría pasado entre ellos para pelearse y no encontraba la manera de como como sonsacarle al chico que tenía al lado, y a pesar de saber que Nico tampoco le diría nada, no era el momento para preguntarle, debería de darle una respuesta instantánea a Félix, ¿no? Aunque podría decirle también que se lo pensaría. Izan resopló inconscientemente percatándose al instante que Félix lo había notado.
―No quiero que te sientas obligado a perdonarme, solo quería pedirte perdón. Perdonarme o no, es cosa tuya, no estás obligado a nada ―murmuró Félix. Izan detectó una ráfaga de tristeza en los ojos de aquel chico y le mostró una leve sonrisa.
―No me siento obligado, creo que estaría bien arreglar las cosas ―decidió decir al fin.
Félix emitió un sonoro suspiro y su rostro mostró un alivio intenso.
―Gracias ―le devolvió la sonrisa―. Sé que hice mal, me metí donde no me llamaban y me porté como un verdadero capullo ―sentenció provocando que Izan enarcara una ceja.
Las dudas volvieron a asaltar la mente de Izan. ¿Había hecho bien al aceptar las disculpas? Aunque ya estaba hecho, ya no había marcha atrás.
―Es hora de olvidar el pasado ―decidió responder. Aquella frase hizo sonreír ampliamente a Félix.
―¡Eso es genial! Es hora de que vivas en el presente ―sonrió poniéndole una mano en el hombro a modo de abrazo. Después le miró fijamente antes de volver a hablar―. ¿Eso significa que también...? ―Sin embargo, no continúo la pregunta haciendo que Izan pusiera una extraña mueca en el rostro de Nico.
―¿Qué quieres decir? ―Preguntó.
―Nada, mejor olvídalo ―intentó quitarle importancia sin éxito.
―No, venga, dime, no pasa nada ―Izan pensó que quizá así al menos sabría qué habría pasado entre ellos, que habría detonado la pelea entre los antiguos amigos.
―Está bien, pero no te molestes con lo que te voy a preguntar, por favor ―pidió Félix a lo que el otro asintió con la cabeza para indicarle que prosiguiera―. ¿Lo de olvidar el pasado también incluye a ya sabes quién? ―Tras la pregunta agachó la cabeza intentando evitar su mirada antes de proseguir―. No debería de haber sacado el tema ―susurró.
―¿A quién? ―Le preguntó él, imaginándose que se refería a él mismo.
―A Izan ―dijo Félix tras unos segundos en silencio replanteándose si decirle o no.
―Es una pregunta un poco complicada ―dijo de forma pensativa―. Digamos que Izan se quedará pronto en el pasado, pero que el Izan que conocía no volverá.
Félix le miró confuso al no comprender lo que le estaba diciendo.
―Es decir, que aún piensas en él ―afirmó Félix.
―Es complicado de explicar, ¿por qué preguntas por él? ―Inquirió intentando averiguar qué sabía.
―Porque te hizo mucho daño, aunque bueno tampoco soy yo el más indicado de hablar de daño, ¿no? ―Ante aquella revelación, el aludido, tras no saber que responder se encogió de hombros.
―Lo sé, sé que me hizo daño y no me lo merezco ―explicó él.
―Por fin abres los ojos ―sonrió levemente Félix―. Pero si quieres, podemos cambiar de tema.
―Sí, sinceramente, es mejor ―resopló Izan.
―Gracias por perdonarme ―le dijo Félix dejando a Izan confuso. ¿No iban a cambiar de tema? ¿O simplemente se refería a no hablar más de él?
―Ya, lo hecho, hecho está. Estamos llevando esta conversación a un bucle sin salida, ¿no crees? ―Le espetó Izan.
―Lo sé, perdona. Entonces, ¿amigos? ―Sonrió Félix tendiéndole una mano.
―Amigos ―respondió Izan tras unas décimas de segundo en silencio, tendiéndole también la mano.
―Y el tema Izan, tabú ―sentenció Félix, haciendo que este le fulminase con la mirada.
―Déjalo ya...
―Perdona... Es simplemente que quería dejar las cosas claras, y pensé que así podría hilar la conversación.
―¿Qué quieres decir? ―Preguntó Izan confuso enarcando una ceja de Nico.
―Lo de aquel día, me aproveché de la situación y estuvo mal ―dijo cabizbajo―. Pero bueno, me has perdonado, así que no debería de darle más vueltas.
―¿Supongo? ―Izan cada vez entendía menos lo que estaba sucediendo, y cada vez que hablaba Félix se confundía más.
―Si no quieres perdonarme, no tienes porqué sentirte obligado a hacerlo ―le reprochó Félix―. No te estoy mendigando un perdón, solo intento arreglar las cosas.
―Está bien ―murmuró Izan en el cuerpo de Nico para después estrecharle la mano―. Olvidemos lo pasado y ya está, haré como si no recordara nada.
―Gracias ―una gran sonrisa se dibujó en el rostro de Félix antes de apretujarle en un fuerte abrazo―. Bueno, ahora sí que me voy, es tarde y mañana tengo entrenamiento a las nueve.
―Entonces lo mejor es que descanses ―dijo con cortesía.
―Gracias. ¿Seguiremos en contacto? ―En la voz de Félix se notaba una mezcla de miedo y esperanza.
―Sí, supongo ―respondió encogiéndose de hombros.
―¿Sigues teniendo el mismo número? ―Preguntó Félix―. ¿No tendrás todavía el mismo teléfono, verdad?
―Sigo con el mismo móvil y el mismo número ―respondió encogiéndose de hombros.
―Bueno, entonces te llamaré en estos días, porque no tienes ninguna aplicación de mensajes instantáneos, supongo. O sea en el móvil.
―No, no tengo ―respondió con una pizca de indiferencia poco detectable.
―Bueno, ya hablamos, que como ya digo, madrugo mañana.
―Venga, entonces, no te entretengas más, que vaya bien mañana el entrenamiento.
―Gracias ―respondió Félix con una leve sonrisa―. Ojalá volvieses al equipo ―murmuró antes de echarse a andar para marcharse, sin regresar al lugar donde estaban los demás para despedirse de ellos.
Aquellas últimas palabras retumbaron en la mente de Izan sin parar. ¿Volver al equipo? No sabía por qué, pero había sentido que no se refería simplemente al equipo en el que jugaban juntos, había sonado como si Nico ya no jugase. Si no, ¿no hubiera tenido que empezar él también los entrenamientos?
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Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yo
Fiksi Remaja¿Qué pasaría si un día te despertases en un cuerpo que no es el tuyo? Esto es lo que le ocurrió a Nico e Izan, quienes una mañana se despertaron en el cuerpo del otro. A partir de aquel momento, tendrían que hacer frente al problema y descubrir jun...