Capítulo 58: Jubilación

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La mañana del domingo le sirvió a Nico para hacer un repaso del examen que tendría al día siguiente. No le resultaba difícil, a pesar de estar en primero de bachiller le seguía pareciendo igual de fácil que en cursos anteriores. Además, desde que no tenía que hacer deberes para otras personas, había adquirido más tiempo libre para estudiar, hasta tal punto que llegaba a aburrirse. Aunque por otra parte era bueno ese tiempo adicional que en los últimos años no había tenido, así podía continuar investigando para que todo volviese a la normalidad. Pero pensar en ello no ayudaba, y entre la última pelea y el regreso de sus abuelos, no había podido quedar con Izan para seguir con la investigación conjunta. A pesar de adaptarse bastante mejor de lo que creía a esa nueva vida, había momentos en los que llegaba a desesperarse notablemente.

Un último repaso y dio por finalizado el estudio. No serviría de nada si continuaba dándole una vuelta más. Al día siguiente cada uno haría su propio examen y luego se los intercambiarían. El hecho de tener que sentarse juntos les estaba siendo una ventaja desde el intercambio de cuerpos, al menos a la hora de los exámenes o la realización de trabajos en clase.

La hora de comer llegó, y bajó rápidamente para compartir el almuerzo con su familia postiza. Todo parecía como un domingo cualquiera, Malena y Ángel vestían elegantemente, ya que antes habían estado en el club al que solían frecuentar. Las conversaciones banales eran las mismas que de costumbre, todo parecía relativamente normal con respecto a lo habitual en aquella casa, hasta que una pregunta de Malena a Casandra, quién retiraba el primer plato, intrigó a Nico.

―Entonces, ¿vendrán mañana a la entrevista, no? ―Preguntó Malena mirando con atención a Casandra.

―Sí, todo está preparado para mañana, Malena, todo está en orden ―comentó Casandra.

Nicolás presentía que las tornas que llevaban esa conversación no le iban a gustar, algo se lo decía en lo más profundo de su interior.

―Me alegro. Ya sabes que tras tantos años trabajando para nosotros, nos fiamos plenamente de tus referencias ―por primera vez en el tiempo que llevaban allí, Nico vio como Malena le dedicaba una sonrisa sincera. Definitivamente aquello no pintaba nada bien.

―Por supuesto quiero dejaros en buenas manos cuando yo me marche de aquí ―Casandra le devolvió la sonrisa con la misma sinceridad.

¿Qué estaba pasando allí? ¿Qué significaba todo aquello? ¿Por qué Casandra se iba a ir? Nico no comprendía absolutamente nada. Tardó poco en descubrirlo, cuando todos terminaron de almorzar y pudo tener un rato para conversar a solas con ella.

―¿Por qué te vas? ―La interceptó en la cocina.

―¿Cómo? ―Preguntó ella metiendo algunos platos en el lavavajillas.

―Lo que has hablado con Malena en el comedor, ¿qué está pasando? ¿Te van a echar?

―Ah, eso. No te preocupes por esa conversación. Simplemente pronto me jubilo ―dijo con una afable sonrisa―. ¿Qué creías, que formaba parte del mobiliario de esta casa? ―Bromeó.

―¿Jubilarte? ―Se sorprendió sin dejar de observarla―. ¿Y te vas a ir?

―Jubilarse forma parte de la vida, no creerías que iba a trabajar aquí para siempre...

―No, si tiene lógica, pero así de pronto... ―encogió los hombros intentando asimilar la noticia.

―En realidad, desde que cumplí los sesenta y siete podía haberlo hecho, pero he esperado unos meses ―le confesó.

―¿Eso quiere decir que...? ―Nico se sentó en una silla junto a la mesa de la cocina. Apoyó los codos en ésta y las manos en la cabeza, suspirando.

―Que os tenéis que dar prisa si queréis que todo vuelva a la normalidad ―le susurró haciendo que Nico sintiera un escalofrío.

―¿No te has jubilado antes para montar todo esto? ―Preguntó de pronto, sobresaltándose por el ímpetu con el que lo había hecho.

―No te voy a responder a eso ―le comunicó con claridad.

―Y, ¿cuándo te jubilas? ―Quiso saber.

―Pronto, pero no te diré cuando ―sentenció.

―¿Por qué tanto misterio, Casandra? ¿Por qué haces todo tan complicado?

―En esta vida todo es complicado. Solo te diré que si no os dais prisa no encontraréis la solución, y sabes lo que eso significa.

―¿Es una amenaza? ¿En serio, Casandra? ―Preguntó con la voz triste.

―No lo tomes así, es simplemente una realidad. Se os agota el tiempo, pero confío en que encontraréis la solución a tiempo, créeme, confío en vosotros ―le sonrió acariciándole el pelo.

―¿Y dónde irás cuando te marches? ―Preguntó con interés.

―Bueno, eso no importa ahora ―respondió manteniendo la sonrisa sincera en su rostro.

―¿Por qué? ―Quiso saber.

―Ya lo sabrás, todo a su debido tiempo ―aquellas palabras dejaron a Nico más confuso aún si podía llegar a ser posible.

―Una cosa más. ¿Izan sabe que te jubilas? ―Inquirió enarcando una ceja.

―Supongo que sí ―dijo pensativa.

―¿A qué te refieres con que supones? ―Preguntó sin comprender.

―Pues eso mismo, que lo supongo. Saber debe de saberlo, otra cosa es que no se acuerde o no se quiera acordar.

―No te entiendo.

―Ya sabes, en los últimos años no he tenido una buena relación con él, así que no sé si se acordará de que pronto me voy ―dijo un poco cabizbaja, pero al cabo de unos segundos su rostro volvió a ser como de costumbre―. Y es mejor que aquí no hablemos de ya sabes quién, porque sería un poco raro si alguien nos oyera, ¿no crees?

―Supongo que tienes razón ―expresó que estaba de acuerdo con lo que Casandra acababa de decir, si alguien de la familia de Izan o Rogelio, les escuchaba, sería difícil explicar. Aquello hizo que una duda le asaltase de pronto y quiso preguntarle para saciarla―. ¿Rogelio sabe algo de esto?

Quiero ser tú para enamorarme de alguien como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora