Miró el reloj de su muñeca de nuevo. Habían pasado cinco minutos. Sólo cinco minutos desde que Jazmín quedó en recogerla con el coche en la puerta del Hotel Estrellas. Estaba nerviosa, excitada, como una niña pequeña en un parque de atracciones. Podía sentir el mismo hormigueo en el estómago y la adrenalina correr por sus venas. Emocional, así se encontraba en esos momentos.
Era raro volver a abrir la puerta del pasado, encontrarse con Jazmín no estaba en sus planes, pero se alegraba de haber chocado contra esa casualidad. Si algo había aprendido en las últimas horas era que el tiempo en ocasiones no pasaba, se quedaba detenido en la vida de cada uno, quemando el calendario y sus hojas pero manteniendo todo lo que parecía arrasado. Y nada estaba arrasado en realidad. No al menos para ellas. Les bastó un encuentro para recordar, reavivar lo que un día tuvieron que dejar atrás, abrazar la calidez en los ojos de la otra, sentir que merecía la pena echar un vistazo al dolor siempre y cuando fuese por la ventana trasera de un callejón.
Y no querían estar en el callejón. Querían atravesarlo.
Cuando tuvo que despedirse de Jazmín, decirle adiós desde la estación de tren y dejarla continuar con su vida tenía claro que el punto final terminaba con el párrafo, el capítulo y hasta la historia. Sin embargo habían quedado líneas entintadas. Suponía que eso era lo que pasaba en situaciones así. Nada se cerraba del todo, no al menos permanentemente, y a veces sólo quedaba echar un vistazo al fondo para comprobar en qué lugar estaba todo. Por eso le dijo que sí, por eso aceptó la idea de la pelirroja de pasar una noche juntas, por eso y porque de verdad deseaba saber de su vida, de su profesión, de cómo le había tratado el camino desde que se bifurcó del suyo.
Pese a todo, continuaba quedando la amistad.
Y algo más que no era capaz de reconocer. Sus sentimientos continuaban enterrados bajo las cenizas.
—¿Esperando a alguien?
Aquella voz masculina a su izquierda la obligó a despertar de sus pensamientos. Con una sonrisa vergonzosa y algo tímida Valentina miró con las cejas alzadas al joven de pelo de color que se había posicionado a su lado. Éste sonrió pícaramente. Le había visto hablar con cierta pelirroja horas antes en el salón comedor del Hotel.
—Algo así— asintió ella al cabo de unos segundos.
Peter se metió las manos en los bolsillos de su sudadera y miró al frente. Él no entendía demasiado sobre relaciones, ni siquiera conocía lo suficiente a Valentina como para poder comentar nada al respecto, pero le había bastado con observar durante un par de minutos la escena que ésta y la pelirroja compartieron en el salón comedor del Hotel como para saber que se trataba de la joven de la cual hablaron la noche antes.
En esos momentos también podía verlo en su sonrisa, en la manera en la que sus ojos huían de él porque quizás no quería mostrar lo evidente, aunque fuese ante un desconocido.
—Espero que pases una buena velada— comentó.
—Sólo vamos a cenar y puede que a tomar algo después— le informó ella inocentemente, intentando quitarle un poco de hierro al asunto aunque por dentro fuese otro rollo.
—Estas cosas nunca acaban como uno espera— reflexionó, provocando que Valentina tuviese que fruncir el ceño.
—¿Qué querés decir con eso?— no sabía si tomárselo a bien o a mal.
Peter entreabrió la boca dispuesto a explicarle que los reencuentros tan repentinos e intensos siempre tenían un final inesperado, no precisamente para mal, pero tampoco para bien. Sin embargo la voz de su hermana interrumpió la conversación. Ésta iba caminando unos pasos más atrás que él porque había tenido que atender una llamada, y por el tono de voz que estaba empleando Peter ya sabía muy bien con quién conversaba.
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Ven hasta aquí, dentro.
FanfictionFanfiction basado en la telenovela argentina "Las Estrellas". Muchos de los personajes que aparecen en ésta historia no me pertenecen. El resto y parte de las tramas son inventadas. #SupportLGBT