Capítulo seis.

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—Tenés que terminar con todo eso de una vez, Vir. No te hace bien— el mismo consejo pero de la boca de una persona distinta. Sabía que Flor tenía razón, que lo que debía hacer era acabar con todo el asunto de Ignacio de una vez, ponerle punto y final a la historia y empezar a centrarse en otras cosas.

   Pero por desgracia no era tan sencillo.

—¿Sabés qué? No quiero hablar más de mi tema con Ignacio— concluyó Virginia al cabo de unos segundos mientras se colocaba su corto flequillo con la yema de los dedos. —¿Vos cómo te sentís?

—Ay, Vir...— Flor suspiró, se llevó las manos al cuello y se lo masajeó levemente —No tengo ganas de responder a esa pregunta. Todos me preguntan lo mismo cada vez que se cruzan conmigo.

—Y bueno, eso es porque se preocupan por vos.

—Lo sé, pero por ahí sólo necesito que dejen de preguntarme.

—De acuerdo. Nada del tema de Ignacio y nada del tema de Jazmín.

   Al escuchar el nombre de la pelirroja todas las alarmas apagadas dentro de la cabeza de Flor comenzaron a saltar irremediablemente. Con el ceño fruncido y uno de sus muchos tics corporales intentó que todos los sonidillos que amenazaban con salir de nuevo por su garganta se quedasen atascados porque lo que menos quería en esos momentos era parecer nerviosa delante de su hermana. Para bien o para mal, Virginia era la persona que más la conocía, la única capaz de entender sus silencios, sus gestos y a veces hasta sus sentimientos.

—¿Qué pensaste, qué me refería a tu tema con Dani?— preguntó Virginia con un gesto de listilla en el rostro y una media sonrisilla en los labios. —Eso ya pasó, por favor Florencia. Te conozco desde siempre, sé qué es lo que ronda tu cabeza en estos momentos. Una cabellera pelirroja, ¿quizás?

—Chusma resentida— escupió junto con el primero de sus tics fónicos. Virginia asintió con la cabeza. —Igual ya te dije que no quería hablar del tema. De ninguno de los dos temas.

—Me alegra saber que Jazmín es uno de esos dos temas que tan loca te tienen viste— Virginia colocó uno de los codos sobre la mesa y con una sonrisa que iba creciendo a medida que la conversación tomaba el camino que deseaba, apoyó la barbilla encima de su mano derecha, esperando pacientemente la respuesta de ésta.

   Florencia apartó la mirada de la de su hermana y la hizo recorrer el DEC que a esas horas de la noche estaba solitario. La gente aprovechaba para salir fuera del Hotel los sábados por la noche y apenas estaban ellas y una pareja de chicos sentados al fondo junto con los dos hermanos españoles que habían tenido el problema del registro por la mañana. Suspiró levemente y parpadeó un par de veces. Sabía que tenía que enfrentarse a todo lo que sentía, pero era difícil hacerlo cuando ni siquiera sabía que era lo que le pasaba con Jazmín, así que en lugar de profundizar en el tema que Virginia tanto deseaba saber lo bordeó levemente, intentando llevar la conversación por su propio camino. Cuando volvió a emitir uno de esos tics fónicos tan impertinentes miró de frente a su hermana, encarándola de una manera natural.

—Extraño a Jazmín— admitió con seguridad en sus palabras, agrandando la sonrisa de su hermana, que con un gesto de superioridad porque quizás había conseguido lo que quería se recostó en el asiento —Es mi amiga, obvio que me hace falta. 

   La risa nerviosa que Flor forzó después de decir aquello le hizo entender a Virginia que por mucho que lo intentase, quizás ésta nunca admitiría lo que sentía. No del todo. 

—Como amiga, obvio— repitió su hermana de manera casi robótica, otorgándole a la frase una pizca de sarcasmo que Flor acompañó con otro de sus tics fónicos. —¿Vos estás segura que lo que sentís por Jazmín es solo amistad?

Ven hasta aquí, dentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora