Capítulo doce

1.5K 70 6
                                    


No pudo evitar entreabrir la boca al observarla allí, sentada en el suelo y tan sorprendida como lo estaba ella. Con las manos aun tras la espalda la pelirroja se tomó unos segundos para reajustarse a la situación en la que se encontraba, para asimilar que ya no había distancia ni un ascensor que las separase, que realmente estaba de pie en frente suya, que cuando pudo reaccionar le ofreció la mano para ayudarla a levantarse. Pero no podía. Empezaba a experimentar ciertos temblores en algunas de las partes de su cuerpo y dudaba mucho que fuese capaz de ponerse en pie sin parecer aún más torpe. Tragó saliva incapaz de parpadear. Estaba cambiada, ya no era una niña adolescente que temía mirar al mundo de frente. La oscuridad de sus ojos seguía siendo tan intensa como siempre y el grosor de sus labios le hizo recordar unos besos de despedida en los que no pensaba desde hacía mucho tiempo. Tenía delante a la misma persona con la que había compartido cientos de momentos, emociones y sentimientos, y sin embargo parecía una desconocida más en su descolocada vida.

  El tiempo. El tiempo se lo llevó todo.

—Perdoname, no miré bien— se disculpó ella al cabo de unos segundos, cuando comprendió que Jazmín no estaba en disposición de levantarse, cuando pudo reaccionar y se vio con las suficientes fuerzas de coger el mando de la situación.

   La pelirroja volvió a tragar saliva. Apartó la mirada de ella, cerró los ojos durante un efímero momento y luego los abrió de nuevo. Su voz le había caído como cascada fría sobre el pecho. Sonaba tan dulce como la recordaba. Pero ella también tenía que tomar el control de lo que estaba pasando, así que en un rápido movimiento negó con la cabeza, quitándole importancia al choque que habían sufrido y levantándose por fin del suelo tras de sí.

   Con ayuda de la joven, Jazmín recogió la bandeja, el plato roto y el desayuno y luego lo colocaron encima de la mesa vacía más cercana que tenían a su izquierda. Leo, que había visto el tropezón de su compañera en seguida se apresuró a disculparse con el cliente que estaba esperando su desayuno y entró en la cocina de nuevo para servirle otro. No sabía lo que pasaba en realidad, pero no necesitaba entender la situación para querer echarle una mano a la pelirroja, que en esos momentos parecía tener un asunto que arreglar con la tipa con la que se hubo chocado.

    Con las piernas aun temblorosas Jazmín apoyó una de sus manos en la mesa en la que había dejado de la bandeja mientras que la otra la llevó a su cadera. Intentó aparentar naturalidad y comodidad, así que dibujó en su rostro una sonrisa amistosa tan forzada que Valentina no pudo ignorar, por lo que terminó sonriendo también a fin de no hacer más difícil aquel casual reencuentro.

—¿Se supone que tenemos que darnos la mano?— preguntó la morena, que no deseaba continuar con aquel silencio incómodo entre ambas.

   Jazmín entreabrió la boca, dispuesta a decirle que no, porque después de todo lo que había pasado sería demasiado raro darse la mano. Pero no pudo decir nada. Sintió la mirada de ésta muy fija en la suya y se perdió en ella sin remedio, así que volvió a tragar saliva. Estaba desesperándose consigo misma porque ni siquiera era capaz de comportarse como una persona adulta. Suponía que era algo normal. Hacía años que no la veía.

   Valentina apretó los labios y alzó ambas cejas, esperando una respuesta por parte de la pelirroja que sabía que no iba a llegar. Era extraño, porque ni siquiera parpadeaba. En su periodo de relación jamás la había visto comportarse así, Jazmín era una persona despierta que siempre tenía bajo control absolutamente todo lo referente a sí misma. Pero en aquella ocasión parecía perdida, lo que no era para menos. Para ella también era extraño, justamente al día siguiente de haber hablado con un chico sobre las casualidades de la vida, sobre lo que supondría volver a encontrarse a alguien del pasado...Aparecía Jazmín. La tenía ahí mismo, delante de ella, con su cabello pelirrojo recogido, los labios pintados y el corazón tan desbocado como el suyo. Creía que la situación no iba a avanzar, que se iban a quedar detenidas en ese extraño momento justo cuando Jazmín cerró los ojos, negó con la cabeza porque bastante mal estaba quedando y se acercó lentamente para abrazarla. Le agarró de la nuca con suavidad, la acercó a su cuerpo y entonces Valentina supo que no tenía escapatoria, así que cuando pudo reaccionar porque aquel gesto fue cuanto menos inesperado, le rodeó también le cuerpo con los brazos.

Ven hasta aquí, dentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora