Ven hasta aquí, dentro.

Capítulo cuarenta y uno.

Le sudaban las manos a medida que corrían las imágenes de las grabaciones que en ese momento estaba visionando con sus hermanas en el despacho del Hotel. Tragó saliva y se concentró en intentar controlar sus tics musculares. Las caras de asombro y de culpabilidad por parte de Lucía y Carla la sorprendieron positivamente. Una parte de ella pensaba que ni mostrándoles la verdadera realidad éstas rectificarían con todo lo que le habían hecho a Jazmín.
  
Virginia le agarraba la mano y se la acariciaba. Estaba pendiente de su hermana pequeña pero no podía evitar mostrar confusión. Otra que no podía creérselo, como Miranda, que se tapaba la boca con la mano derecha.
  
Era algo increíble. Nadie que conociese realmente a Dani podría haber pensado algo así de él. Y sin embargo, todas tacharon a la pelirroja como la ladrona del dinero pese a conocerla desde hacía bastante tiempo. Cerró los ojos, evitando que las lágrimas saliesen de ellos. Tomó aire y lo soltó lento por la boca. Había tenido un par de horas para pensar en cómo iba a disculparse con la ex ayudante de cocina, en qué le diría, todo eso hasta llegar a la conclusión de que quizás ésta ni siquiera querría quedar para conversar.
  
No debía adelantarse a los acontecimientos.
  
Cuando terminaron de visionar todas las grabaciones Carla soltó el mando de la televisión sobre la mesa, se cruzó de brazos y miró a un punto muerto de la sala intentando reaccionar o reordenar todo en su cabeza. Lucía la imitó.

—Hijo de puta— soltó Virginia la primera, apretando con más fuerza la mano de Flor.
  
Ésta negó con la cabeza, se echó hacía atrás en el asiento y decidió guardar silencio. No tenía intenciones de decir nada al respecto de momento porque todo parecía estar lo suficientemente claro para sus hermanas.

—No puede creerse lo que hizo—murmuró Miranda en un tono de asombro y estupefacción total.
  
Lucía se mordió la lengua. Tenía un gesto de enojo y disgusto bastante pronunciado. Pese a tener el carácter más fuerte de todas sabía que había cometido un error y se arrepentía.

—No chicas— continuó Carla —Lo hicimos todo mal. Jazmín tenía razón desde el principio y…

—Y no la escuchamos— concluyó Virginia, negando —Unas pelotudas que somos…

—No sirve de nada lamentarse— Miranda se levantó del asiento, apoyó las palmas sobre la mesa y miró a cada una de sus hermanas —Lo hicimos mal pero lo hicimos. Ahora las cosas no pueden quedarse así. Le debemos una gran disculpa a Jazmín.

—Y un gran castigo a Dani—la siguió Lucía con rotundidad —Voy a llamarlo ahora mismo para decirle que venga. Le metemos la patada que se merece por el orto.

—No— la cortó en seguida Carla, agarrando a su hermana del brazo para impedírselo —Se me ocurre algo mejor.
   
Florencia frunció el ceño. Se echó hacía adelante en el asiento y esperó con paciencia a que ésta compartiese con ellas su idea, la cual después de escucharla no le convenció lo más mínimo; quería descubrirlo y quedarlo en ridículo frente a todos. Vale, Dani había hecho las cosas mal, se había comportado como una rata rastrera con una compañera, con alguien que jamás le haría algo así a otra persona, pero Dani continuaba enfermo. No estaba en contra de darle su merecido, sabía que era algo justo. Pero no de esa manera.
   Sin embargo guardó silencio pues el resto de sus hermanas parecían estar de acuerdo con Carla.

—Voy a preparar todo con los empleados para hacerlo cuanto antes—comunicó Lucía levantándose del asiento y agarrando una carpeta enorme que tenía sobre la mesa.

—Pero pará— la detuvo Miranda en ese caso, haciéndola rodar los ojos —Tenemos que disculparnos con Jazmín.

—Obvio— la acompañó Virginia.

—Yo voy por mi lado en eso chicas— se atrevió a hablar por fin Florencia. Tenía muchas cosas que hablar con la pelirroja y no quería hacerlo delante de sus hermanas. Sabía que con todo el tema del robo también charlarían sobre cosas íntimas y pertenecientes a su relación,
   fuese cual fuese.
   
Virginia apretó los labios asintiendo comprensivamente. Luego le dio un beso en la mejilla, dándole su apoyo de una manera cariñosa. Flor sonrió.