Capítulo cincuenta.

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—Ay, Flor. Hace mucho frío acá— se quejó Valentina, abrochándose aún más la chaqueta y rodeándose las costillas con los brazos.

Florencia suspiró. Tomó algo de aire justamente a la salida del Hotel y se echó el pelo hacía atrás. Con todo el problema que tenían montado sus hermanas por el evento que había que preparar para aquel mismo fin de semana necesitaba algo de aire fresco chocándole contra la piel.

Odiaba cuando todo se descontrolaba, pero sobre todo odiaba la manía de Carla de querer controlar hasta el más mínimo detalle dentro de los asuntos hoteleros sin atender a razones o sin ni siquiera escuchar las opiniones de las demás. Por eso había decidido salir del despacho cuando su tourette comenzó a complicar toda aquella situación.

Valentina la vio salir apresuradamente y en seguida se acercó a ella para saber si estaba todo bien. Agradecía su compañía, más aún después de lo que la había ayudado con el asunto de Jazmín y el falso robo.

—Es obvio que con tus hermanas está todo mal en este momento— comentó la castaña mirando al frente. La calle estaba tranquila, no circulaba ningún coche a esa hora de la mañana. Aún era muy temprano. —¿Pero qué tal con Jazmín?— entonces la miró con un gesto pícaro en los labios y en los ojos. Florencia sonrió y se tapó la cara con las manos al recordar el momento que tuvo con la pelirroja anoche en los bosques de Palermo. —Ah, re bien entonces— musitó feliz por ambas.

—¿Andra te contó?

—Algo me contó— confesó. Hasta donde sabía, la española había ayudado a Jazmín a preparar aquella sorpresa para Flor. —Viste que Andra tampoco es que me cuente mucho. Así que contame vos, ¿qué hicieron?

La Estrella intentó resumirle la noche de una manera liviana, sin llegar a ponerse nerviosa. Sin embargo su mente reproducía la misma escena constantemente, cuando hicieron el amor dentro del coche de Jazmín, bajo la soledad de la noche y la excitación de hacerlo en un lugar medio público.

—Chargamos como conejas— escupió sin poder controlarlo, acompañando la frase con un tic fónico y un movimiento pronunciado de su hombro derecho. Valentina controló la risa y en lugar de soltar la carcajada por el comentario de su amiga, sonrió.

—Ah mirá vos...— comentó cómicamente —¿Qué onda? ¿Te gusta el sexo lésbico?

Florencia tragó saliva. Se golpeó levemente el pecho y parpadeó un par de veces de manera inconsciente.

—Profesional de la ninfomanía torta— volvió a escupir. Negó con la cabeza rápidamente, intentando corregirse —Quiero decir...Sí. Es...— suspiró, echándose el pelo hacía atrás —Todo es re lindo con Jazmín.

Valentina asintió. Le puso una mano en el hombro para que se tranquilizase un poco respecto a aquel tema y dejó que continuase hablando.

—Es como que me hace sentir especial viste— se llevó una mano al pecho, olvidando los efectos de su tourrete. Tenía la sonrisa bien viva y los ojos encendidos. Estaba enamorada, muy enamorada. —Yo no sé si me gusta el sexo lésbico o si simplemente me gusta hacerlo con Jazmín porque es Jazmín ¿se entiende?

—Sí, entiendo.

Florencia cogió aire y lo soltó por la nariz. No es que le costase hablar de sexo con nadie, y mucho menos con Valentina; ya tenía la suficiente confianza con ella para charlar sobre cualquier tema. Pero aún se sentía una persona poca experta en el ámbito lésbico o en todo lo que tenía que ver con relaciones sentimentales con otra mujer. Eso la ponía nerviosa.

—¿Vos que tal con Andra?— entonces la Estrella se colocó a sí misma un gesto pícaro en el rostro. Valentina negó con la cabeza, sonriendo. A ella también se le notaba; estaba enamorada.

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