Capítulo treinta.

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Intentó centrar su mirada en lo que estaba haciendo mientras escuchaba con atención el relato de Florencia sobre lo ocurrido anoche con Dani. Disimulaba su sorpresa, su malestar, su verdadera opinión al respecto; pero aun así la seriedad era más que notable en su rostro. Apretó la mandíbula, dejó a un lado la hortaliza que estaba cortando y se limpió las manos en el delantal que llevaba atado a la cintura cuando notó cómo el tourette de la Estrella comenzaba a descontrolársele. Le agarró las manos con delicadeza para evitar que ésta continuase golpeándose el pecho, pues ya lo tenía irritado. La miró directamente a los ojos, los cuales lucían tristes, cansados y emocionados por la conversación que estaban manteniendo. Se sentía terriblemente mal al verla de aquella manera, y una parte de ella le decía que debía hablar con Dani, decirle lo que pensaba de él y de la historia de su enfermedad, aclarar las cosas antes de que Florencia resultase herida. Pero no le correspondía hacer eso.

—Todo va a estar bien— aseguró la pelirroja, asintiendo varias veces e intentando sonreír.

Florencia negó con la cabeza, soltó varios tics fónicos y acabó abrazándose al cuerpo de la ayudante de cocina. Se derrumbó bajo su cuello, y ella la arropó con sus brazos todo lo que pudo, calmándola a la vez que le acariciaba con lentitud la espalda.

—No entiendo por qué a la gente buena como Dani le tienen que pasar estas cosas—sollozó, escondiéndose aún más bajo el cuello de la pelirroja. No le gustaba que la viese así, pero no era la primera vez que pasaba algo similar. Jazmín ya la había visto en situaciones peores. Ella era la única con la que se sentía segura, a salvo.

—¿Está corroborada su enfermedad?— se atrevió a preguntar en un leve tono de voz. Florencia, con el ceño fruncido apartó el rostro del cuello de ésta para poderla mirar a los ojos. Jazmín sonrió, apartándole mientras tanto un mechón de pelo de la cara, el cual le colocó tras la oreja. —Viste que a veces nos ponemos en lo peor cuando en realidad...— intentó disimular, pero la Estrella le cortó antes de que pudiese terminar.

—Obvio— aseguró —Enfermedad terminal me dijo.

—¿Enfermedad terminal? ¿Solo eso te dijo?¿Vos lo viste mal?

Florencia se encogió de hombros, se limpió las lágrimas con los dedos y soltó un largo suspiro.

—Intentaba hacerse el fuerte viste, seguramente no quiso indagar mucho en el tema ni dar detalles— dejó escapar varios tics fónicos y musculares —Pero no, no estaba bien. Se lo noté en la mirada.

Jazmín se mordió la lengua. Nada de lo que le estaba diciendo respecto a la historia de Dani le terminaba de cerrar. ¿Por qué tan de repente? ¿Cuándo se había dado cuenta éste de que estaba enfermo? ¿Enfermedad terminal? ¿Qué tipo de enfermedad, y por qué ni siquiera fue claro con Flor?. Tenía tantas preguntas, tantas dudas y tantos inconvenientes que se sentía a punto de explotar. Pero se controló. Se controló primero por Florencia y segundo por ella misma. El tiempo era el único capaz de colocar todo en su lugar, y por suerte tenía el don de la paciencia como bien le hubo recordado Valentina anoche, así que iba a seguir su consejo.

Pero no por ello estaría menos alerta al respecto.

—No quiero tener que despedirme de él, Jaz— confesó, derrumbándose de nuevo.

Jazmín negó con la cabeza. Estaba comenzando a emocionarse. No soportaba verla de aquella manera, y sin embargo, allí estaba, abrazándola de nuevo, conteniéndola.

—No te vas a tener que despedir de nadie— le dijo con seguridad en sus palabras.

—Le quiero mucho— sollozó. —Fue el primer hombre que se atrevió a hacer cosas por mí que nunca nadie había hecho antes.

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