Capítulo sesenta - Final

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Caóticas, desordenadas, e irremediablemente revueltas. Así fueron las semanas anteriores a la boda.

   El hotel se reabrió en poco tiempo; todos echaron una mano para convertirlo en lo que un día fue. Agotaron sus energías y sus esfuerzos y lograron adquirir una amplía clientela antes de centrarse en lo que continuaba; la ceremonia entre Jazmín y Flor.

   Virginia fue la que más partido tomó junto con los españoles y las futuras casadas. No costó mucho encontrar el sitio perfecto para ambas; una de las playas más increíbles en Brasil, donde también pasarían la luna de miel. Y aunque Flor y Jazmín intentaron organizar una boda íntima y humilde, nadie les dejó esa posibilidad entre sus opciones. Se merecían algo increíble, que definiese a la perfección lo que habían pasado y luchado para llegar al punto en el que se encontraban.

   El día de la boda fue apoteósico en todos los sentidos; el tourette de Florencia estaba asaltándola más que nunca, y ni siquiera Peter, Virginia o Lucía pudieron hacer nada para calmarla. Se movía de un lado para el otro en la habitación del hotel, mirando por el gran ventanal desde el cual se veía la playa y el asombroso altar que habían preparado para la boda.

  Los invitados llegaban poco a poco, y ella, sin poder despegar la vista porque sabía que Jazmín no tardaría en aparecer para esperarla y tomarla como esposa, intentaba controlar sus tics fónicos y musculares.

—Tenés que mantener la calma, Flor— sintió la mano paciente y cariñosa de Virginia sobre su hombro derecho y asintió, aunque no le hizo mucho caso.

—¿No te quieres casar?— preguntó de repente Peter, ganándose una mirada asesina por parte de Lucía. Virginia abrió tanto los ojos que el español pensó que se le saldrían de las órbitas y Florencia simplemente se llevó una mano al pecho.

—Pregunta metemierda— escupió la morena sin poder contenerse.

   El chico se encogió de hombros.

—Lo digo porque yo quiero aprovechar el tema del alcohol después de la boda, y...

—Callate— le pidió Lucía. Peter rodó los ojos.

—Tranquilizate— Virginia agarró a su hermana por los brazos, obligándola a que la mirase. Flor contó hasta diez. —Querés casarte, todos acá lo sabemos.

—Obvio que quiero casarme— suspiró —Es la mujer de mi vida.

—¿Entonces?— volvió a saltar Peter —Dicen que el sexo dentro del matrimonio es mucho mejor, al menos durante la noche de bodas...— iba a seguir hablando, hasta que Lucía le cortó, poniéndole una mano en la boca.

—Pienso que esto es cualquiera, que es un sueño y que voy a despertar— con aquella confesión, Florencia se dejó caer en la cama, desplomando sobre el colchón sus frustraciones.

   Fue el sonido de la puerta de la habitación lo que provocó que todas las miradas presentes corriesen hasta la entrada. Andra sonrió tímidamente y soltó la tarjeta llave sobre una de las cómodas. Ella había estado con Valentina y Carla ayudando a Jazmín a prepararse, mientras que Miranda se encontraba trabajando con los chicos en lo referente al altar, la ceremonia y la celebración posterior.

—¿Qué hacés vos acá?— quiso saber Florencia alarmada —¿Se arrepintió Jazmín?

   La cara confusa de Andra la tranquilizó. Luego la española negó con la cabeza de manera rotunda.

—Para nada—  contestó —Ha supuesto que estarías hecha un manojo de nervios y me ha enviado para echarte una mano.

—Es Santa Jazmín— Comentó Peter —Está en todas partes.

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