Capítulo diecinueve.

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No podía quitárselo de la cabeza. La escena se repetía una y otra vez, sin parar, sin piedad, sin pedir permiso. Cuanto más intentaba alejar la imagen, más se reproducía ésta en su interior. Sentía la rabia correr por sus venas de una manera que estaba logrando asustarlo, pero eso era lo de menos. Lo de más...era que la estaba perdiendo. O que quizás ya la había perdido. Jamás lo habría imaginado. Todo empezó tan bien...todo estaba yendo tan bien...y de repente tenía la respuesta a demasiadas interrogaciones que aún quedaban sin resolver.

   Claro que Florencia le había dejado plantado en el altar por alguien, claro que tenía a otra persona incrustada en la piel, en la cabeza y hasta incluso en el corazón. Pero jamás habría adivinado que esa persona era Jazmín. ¿Flor enamorada de una mujer? Solamente el pensarlo provocaba una sensación extraña en su cuerpo, como si no estuviese vagando en la realidad como una persona adulta, madura y capaz de enfrentarse a cualquier situación. No. Él estaba en una nube, en una mala pesadilla. Creía conocer muy bien a la hermana Estrella, a ella no le gustaban las chicas. Era heterosexual. Y sin embargo, su vista no le había fallado lo más mínimo. Estaba seguro.

   Se terminó el vaso de vodka que tenía encima de la mesa del restaurante del Hotel y agachó la cabeza, acariciándose la nuca con las manos. Cerró los ojos, intentando serenarse un poco así mismo, pero era imposible. Tenía la imagen grabada a fuego, aún escuchaba la respiración agitada de ambas en aquel ascensor. Lo estaban disfrutando, como si se deseasen o se anhelasen de una manera casi sobrehumana. Piel contra piel. Boca contra boca. Jamás Florencia había mostrado esa necesidad y pasión con él. ¿Acaso se sentía más atraída por las mujeres que por los hombres? Eso era absolutamente imposible. Había tenido mucho tiempo para conocerla, para aprenderse sus gustos de memoria...y aun así, todo parecía como revuelto en el tiempo.

Estaba perdido, ahogándose en lo que pudo ser y no fue. Sentía rabia hacía Jazmín, porque de una forma o de otra había conseguido meterse en el medio de una relación que iba estupendamente bien. ¡Hasta se iban a casar! Pensar simplemente en el nombre de la ayudante de cocina le hacía enfurecer de manera inmediata. Tuvo que apretar la mandíbula y contar hasta diez. Por mucho que quería, no podía enfadarse con Flor. La seguía amando, necesitaba seguir luchando por ella, por el amor que sabía que compartían. Sólo estaba confundida. Al fin y al cabo, muchos pasaban por ese tipo de etapas en las que las dudas asaltaban. Sabía que él era la respuesta a todo eso, lo sabía porque había podido comprobar por sí mismo que era el hombre idóneo para una persona como Flor. Ella era feliz a su lado.

Era.

Con la garganta seca y los ojos enrojecidos por tantos sentimientos que querían salir y se quedaban atascados, Dani probó a analizar detenidamente su situación. El punto en el que se encontraba con Florencia le daba pánico. Ni siquiera podía considerarse su amigo. Ella apenas le hablaba. No la culpaba; habían pasado muchas cosas entre ambos. Y precisamente por eso debía arreglarse todo.

  La cuestión era cómo.

—Che, ¿te sentís bien?

   La voz amable y preocupada de Leo le hizo despertar de sus propios pensamientos. Como si llevase un lastre a la espalda, Dani alzó la mirada. No tuvo que mantenerla mucho tiempo porque nada más contemplar sus ojos, el recepcionista del Hotel tomó asiento en frente de su amigo; sabía que lo necesitaba.

—¿Qué pasó, problemas con tus viejos?— volvió a preguntar.

   Dani negó rotundamente con la cabeza.

—¿Problemas con Florencia?

   O era una cosa o era la otra. Por mucho que intentase disimular, se le notaba perfectamente en la cara. Leo no es que fuese muy observador, pero tampoco era estúpido, mucho menos cuando se trataba de sus amigos. Era consciente de que el tema tenía que ver con la dueña del hotel y que por lo que parecía, debía de tratarse de algo grave. Sin embargo Dani no quiso hablar de lo que había visto. ¿En qué situación le quedaba a él todo aquello? Florencia le dejó plantado en el altar cuando iban a casarse, cuando iban a comenzar una vida juntos; como marido y mujer. Y todo por Jazmín, por una chica.

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