Enrique Martín.

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-Aquí viene otra...- Nunca me imaginé haciendo el imbecil con una cuchara para que un niño merendara esta cosa extraña hecha con un montón de frutas que ni yo me comería. Samuel se ríe mientras que zarandea sus manitas. Debe ser muy divertido ver a un hombre de 30 años hacer el estúpido para que comas. Samuel abre la boca y, como con las anteriores cucharadas, pone cara de asco. No me extraña...- Muy bien Samueliiin.

Y acabo con puré de frutas sumado a baba de bebé en mi cara. Cierro los ojos y respiro hondo para mantener la calma. Esto es tan...divertido, si, divertido. Bueno, no puedo negar que tiene su punto. Visto desde fuera...Comienzo a reirme yo solo imaginandomelo. ¿Bipolaridad? para nada...

-Me cago en todo...- digo todavía entre risas, y termino con un suspiro y limpiándome la cara.- Creo que no tenemos más hambre, ¿verdad?.- saco a Samuel de la trona, y se pone a corretear por el apartamento, como de costumbre. Con los padres que tenía, no me extraña que no pare quieto.

El timbre suena. No estoy acostumbrado a recibir muchas visitas desde que me mudé, pero quizá sea uno de los chicos. Limpio como puedo el desastre que el bicho este me ha montado, y corro a abrir la puerta.

Y al otro lado, un hombre alto, fornido, trajeado, con apariencia muy elegante. Ojos oscuros y penetrantes, pelo rubio revuelto, y algo que me resulta familiar, pero no consigo saber que es. El mismo hombre frío que se encontraba en el entierro de Alena y Samuel.

-Buenas tardes. ¿Es usted Guillermo Díaz?.- me pregunta, y yo asiento.- ¿Podría entrar a pasar y entablar una conversación con usted?

(NOTA: Recomiendo escuchar "Best of Me", de Sum41, a partir de justo AQUÍ.)

-No suelo dejar entrar a desconocidos.- Respondo, algo borde. Ese hombre...no me transmite buenas vibraciones, no puedo evitarlo, mi sexto sentido se ha puesto alerta.

-Perdón mi educación, señor. Quizá alguna vez Alena le hablase de mi. Soy Enrique, Enrique Martín Rodriguez, su...

-Hermano.- Le interrumpo.- Lo sé.- Y en ese momento noto que aquello familiar es el parecido claro que tiene con su hermana, Alena. Recuerdo toda la historia, como trato a Alena, como la hizo sentir, como la desprecio, y abandonó a la unica familia que tenía de manera injusta. Mi sexto sentido ha acertado. Lo único que puedo sentir hacia él es desprecio, una magnitud que pocas veces he sentido hacia nadie.- Pase.

Pasa y se sienta en el sofá. El hecho de pensar que se sienta sin ningún remordimiento de conciencia en un sofá que perteneció a Alena, y que pisa el suelo de su casa, me da asco, no puedo evitarlo.

-Digame usted que es lo que le ha traido por aquí.- mi frialdad me sorprendió.

-Bueno...- dijo, frotándose las manos.- tras la trágica muerte de mi hermana, y de su pareja, y su posterior entierro al que asistí, llegó a mis oidos, y pude comprobar, el hecho de que ambos tuvieron un hijo juntos, y de que usted era el tutor legal.- Le miré, el me miró.- Me gustaría conocerle.

-¿Después de toda la historia con su hermana? ¿Enserio?.- preguntó, indignado. No puede ir enserio.

-Veo que está enterado...Mire, el hijo de Alena no es culpable de nada. Son dos personas diferentes. Soy su tío de sangre, y creo que tengo derecho a conocerlo.

-Pues yo creo que no.- Respondo, tajante. Pero en ese momento, aparece Samuel, correteando, y se nos queda mirando con esos ojos que...

-Tiene los mismos ojos que su madre, por lo que veo.- comenta, y la sangre hierve en mis venas.

-Veo que al menos se acuerda del color de los ojos de la única familia que tenía.- gracias, falsa frivolidad, por aparecer en el momento justo. Aquel señor me miró con el gesto fruncido.

-Comentarios despectivos aparte.- sonríe irónico, juro que...buf.- Al menos me gustaría saber el nombre del niño.

-Samuel.

-Bonito nombre.- comenta, cumplido típico y obligado...

-El nombre de su padre.- tenso involunariamente la mandíbula. O me calmo o no me hago responsable de mis actos.- Veo que esta muy enterado de la vida que ambos llevaron...

-Bueno, yo...

-¿Puede decirme donde estuviste cada vez que Alena necesitaba apoyo de alguien?¿Cuándo necesito un hermano? Porque yo estuve con ella.

-Haciendo mi vida en Boston. Nunca supe nada de Alena.- responde, sin darle importancia.

-¡Porque nunca quiso!.- estaba perdiendo los nervios con ese hombre. Parecía convencido de que sus decisiones eran correctas, incluso mostraba orgullo con ello.

Enrique se levanta, y mira a Samuel.

-Voy a pedir la custodia de Samuel.- sentencia, y yo le miro, con los ojos como platos. No me puedo creer que pueda ser así, no puedo creer lo que está pasando.

-¡¿Acaso usted sabe porque Samuel esta conmigo?! ¡No tiene ni idea de nada!.- grito, lleno de rabia, de auténtica ira.

-Tampoco me interesa.- comenta sin más, y tengo que aguantar los caballos para no golpearle.- Usted es...¿Youtuber, no? Yo soy empresario, puedo criarle en un ambiente más didáctico, poliglota, y darle una mejor calidad de vida. Le conviene más.

-¿¡Sabe como le gusta el puré!?¿¡La fruta!?¿¡Sabes lo que le sienta mal, lo que no puede comer, a lo que es alérgico!?¿¡Sabe que hacer cuando le duele la tripa, cuando está incómodo!?¿¡Sabe cuando está malito, lo que hace o no hace!?¿¡Acaso has estado con él cuando ha tenido fiebre!?¡Usted no le conviene! ¡Usted no tiene ni idea de Samuel, ni de sus padres! ¿¡De que mierda de calidad de vida me habla!?

-No tengo nada más que hablar con usted, señor Díaz.- camina, y se dirige hacia la puerta.- Yo no me encariñaría mucho más con el niño, está claro lo que el juez pensará al respecto.- Abre la puerta, y me mira, dedicándome una media sonrisa.- Buenas tardes.- Y se va, dejandome a mi allí.

Me siento en el suelo, agarrándome a mis rodillas, y comienzo a llorar. No puede estar ocurriendo esto. No pueden separar a Samuel de mi, y menos para irse con el hermano de Alena. No puedo fallarles de esa forma. Ellos confiaron en mi. ¡Confiaron en mi, joder!. Golpeo el suelo, lleno de rabia y frustración.

Frustración porque aquel hombre tenía razón. El juez verá mis ingresos, mi historial, mi situación, y verá la de él. No me hacía falta la carrera de abogado para saber la decisión que será tomada. 

Pero no, no era lo mejor para Samuel, ni de lejos. No sabrá de sus padres más que lo que aquel gilipollas suelte con su lengua viperina. No podía perder después de todo. No podía perder a Samuel. No podía perder a sus padres. Dijeron que era la persona idónea, y no pueden equivocarse, no puedo fallarlos así, y a los chicos tampoco. No puedo romper su confianza, porque si lo hago, nunca tendré la oportunidad de recuperarla.

2da TEMPORADA "Tras una pantalla, Tito Willy" (Willy Fanfic.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora