Llevo todo el día sin comer. Nada. No puedo. Tengo el estómago cerrado, y revuelto. Siento los intestinos en la garganta. Los malditos nervios me tienen destrozado. Ni siquiera me han dejado dormir la noche anterior. Así que claro, tengo una cara de zombie de libro...Mi cabeza funciona más rápido de lo que puedo asimilar, como una carrera de sensaciones, pensamientos, miedos, recuerdos, y un sinfin de cosas que me están volviendo loco.
-Tranquilízate...- intenta calmarme Mich mientras vamos en taxi camino al orfanato donde volveremos a ver a Samuel, poniendo su mano en mi pecho, que se expande y contrae aceleradamente.- Nada puede salir mal...
¿¡Que nada puede salir mal!? ¿Y si no se acuerda de mi? ¿Y si por razón cualquiera, me teme? Sería muy difícil, no sabría como sobrellevar ninguna de esas situaciones. Tampoco sé que ideas o costumbres le ha metido ese gilipollas en la cabeza durante este último año. No sé si el Samuel de hoy, es el Samuel de hace tanto tiempo.
Willy, el niño tiene dos años, con esta edad es normal que no se acuerde ni de quién conoció ayer, ¿y que ideas ni que mierdas? No te comas más la cabeza.
-Tienes razón...-cedo ante Mich, que me sonríe, y rodea mi cuello con sus brazos.- Gracias.
-No me las des, siempre estaré contigo.- y tras esto, me roba un corto beso en los labios.
Mich tiene la capacidad de mantenerme estable cuando no se donde está mi equilibrio, de ponerme los pies en la tierra, y de levantarme del suelo cuando me reviento la cara. Es mi pilar fundamental, y siempre lo demuestra con cosas como esta.
El taxi se detiene ante un edificio alto e inmenso de piedra, de aspecto viejo e incluso espectral, bastante alejado del centro de la ciudad. Ventanas muy grandes, hiedras, y un enorme jardín donde corretean varios niños jugando a la pelota o a la comba es lo único que se deja ver entre la valla que cerca el recinto. Este lugar me recuerda al de una película que había visto hace mucho tiempo, de miedo, y eso no ayuda. Pensar que Samuel ha estado aquí casi un mes...Me pone mal cuerpo, y puedo notar como se erizan los pelos de mi nuca.
-¿No es como la de "El Orfanato?.- me pregunta Mich, bromeando. Como me conoce la condenada, sabe que este sitio me ha puesto nervioso.
-Cállate.- la corto secante, mientras ella ríe y me da un suave golpe en el brazo, en señal de afecto.
-Vamos anda...- y se adelanta.- ¿No vas a entrar?.- me sonríe, y yo la sigo, aunque el hecho de entrar en esa no me hace mucha gracia, que digamos...
Cruzamos la puerta, y nos dirigen a la sala de espera. Un montón de sillas y cuadros, junto a una pared empapelada, le otorgan a la estancia un aire muy victoriano. Ni Mich ni yo hablamos, simplemente esperamos, y de vez en cuando nos dirigimos miradas nerviosas. Los segundos van más lentos de lo normal, y la espera, tortuosa y eterna, parece que no tiene fin.
Me apoyo sobre mis rodillas, y dirigo mi mirada al suelo, impaciente. No soporto esta tensión más, quiero que ocurra ya, sea lo que sea. Mich entreenlaza su mano con la mía, se levanta, y se pone de cuclillas enfrente mío, poniendo sus ojos frente a los míos, mirándome intensamente.
-¿Estás preparado?.- me pregunta, preocupada e inquieta. Ella tampoco está llevando bien el tener que esperar, y verme intranquilo no la ayuda.
-No.- respondo, con voz ronca.- Pero es lo que debo hacer, y es lo que deseo hacer.- tras esto, Mich me abraza fuertemente, y yo la devuelvo el abrazo, liberando ambos tensiones.
Entonces la puerta se abre, y aparecen dos figuras. La primera es una señora, de avanzada edad, con el pelo recogido en un moño y unas gafas bastante más grandes de lo que le sentarían bien. Una blusa y una falda por las rodillas me hacen recordar aquellas señoras que veía salir de misa cuando era pequeño.
La segunda figura es mucho más pequeña y bajita, va dado de la mano con la señora, y tiene un montón de rasgos que me resultan familiares. Menudo, con los ojos verdes grisaceos de su madre, la boca sonriente de su padre, rubito y con aire vivaracho, aunque ahora tiene una expresión de confusión y timidez en su cara. Es Samuel, un año después, muchísimo más cambiado, pero a la vez igual que siempre, pues se puede seguir viendo quienes le cedieron los genes.
Se acercan a nosotros, y mi estómago se hace un nudo, la garganta se me seca, comienzo a sudar, y el corazón me golpea con furia en el pecho. Mis ojos van de Mich, casi tan tensa como yo, a Samuel y la mujer, que se van acercando.
-¿Guillermo Díaz?.- pregunta la señora, en un acento americano que le hace sonar un tanto extraño. Yo asiento, sin poder decir nada.- Aquí está Samuel.
Miro a Mich, y ambos nos agachamos, hasta quedar ambos a la altura del pequeño, que nos observa con la mano en la boca y unos enormes ojos, tierno e inocente.
-Hola, Samu...- rompo el silencio, con voz insegura.- ¿Te acuerdas de Mich?.- le pregunto, señalando a Mich, mientras yo le miro, y el me mira. Después me señalo a mi.- ¿Y de mí? ¿Tito Willy?.- nos quedamos mirándonos unos segundos, y Samuel se quita la mano de la boca, y si no fuera un niño pequeño, me diría que me mira con cara de asombro.
-¡Papápapápapápapápapá!.- grita aceleradamente, mientras se abalanza sobre mi. Yo le rodeo fuertemente con mis brazos, y me pongo de pie elevándole junto a mi. Sonrío, y a la vez lloro. Más de un año, una vida totalmente diferente, sin vernos, sin hablar, sin ningún tipo de contacto, y milagrosamente, todavía se acuerda de mí. No solo eso, si no que, como aquella vez, cuando estábamos todos juntos en el parque, me reconoce como "Papá."
-Si, pequeño, Papá...- Todo este tiempo, todo lo que ha sucedido, todos mis pensamientos, mis temores, todo aquello que me ha dolido, que se me clavaba, todo se va. Vuelvo a tenerle conmigo, definitivamente.
Mich nos abraza a los tres. Ahí nos quedamos por un tiempo, abrazados, siendo esa familia tan rara que todo este tiempo he estado imaginando, pero que ahora, a parte de rara, me parace perfecta. Y siento, esta vez si, que nada volverá a irnos mal. No mientras permanezcamos los tres unidos.
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2da TEMPORADA "Tras una pantalla, Tito Willy" (Willy Fanfic.)
FanfictionLa vida puede cambiarte en un abrir y cerrar de ojos. Lo que tenias ayer, puedes perderlo hoy. Lo que ayer buscabas, hoy lo encuentras. Lo más inesperado, loco y impredecible puede ocurrir. Las cosas ocurren en la vida por una razón. Cuando la vida...