Delante del Altar.

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-Hijo, tranquilizate, que vas a sudar el traje...- me dijo mi madre, con una sonrisa conciliadora en el rostro, para después abrazarme y besarme en la mejilla.- Estoy muy orgullosa de ti, y muy contenta de que sea con una chica como es Mich.- me mira, con esa mirada que solo las madres pueden poner, diciendolo todo, y mostrando desde lo más hondo de su ser la satisfacción de ver a su hijo en el altar, esperando a su futura mujer.

Esa era la situación. Estaba en una sala del restaurante donde se celebraría el convite. Dicha sala contaba con un pequeño altar improvisado con dos mesas bajas, un atril, un piano de donde sonaría la música elegida el momento, unas cuantas filas de sillas donde poco a poco se iban sentando sus respectivos ocupantes, y una alfombra blanca, como la mayoría del resto de la decoración, sobre el suelo gris de la sala, y rodeada de unas velas rosas que iban a juego con las escasas flores que le daban el último toque al evento. Todo perfectamente organizado para hacer de hoy un día inolvidable. 

Yo me encontraba de pie, junto al altar, vestido con una camisa blanca, una corbata plateada, un chaleco gris marengo a conjunto con la chaqueta y los pantalones del traje, y unos mocasines negros. Además de eso, llevaba puesto unos nervios insufribles que me carcomían las entrañas, y es que estaba ocurriendo.

Mi madre, que conoce bien a su hijo, lo sabía. Y, como madrina de boda, permanecía a mi lado, el novio, con un vestido azulón de tirantes, con encaje en la zona superior, y una falda larga hasta los pies, y una floritura en una de las caderas. Aunque ella también estuviera inquieta, trataba de disimularlo por mi bien, pues si ya estaba nervioso, poco o nada me hacía falta que alguien me alterase más.

-5 minutos, hijo.- así tampoco es que consiguiera tranquilizarme, sino más bien todo lo contrario. Quedaban 5 minutos para que diesen las 11:30, ahora en la cual, según lo acordado, Mich aparecería vestida de novia, con su vestido blanco...aunque bueno, conociendo a Mich, quizá ha querido innovar; el caso es que aparecerá tan increíblemente guapa como siempre, quizá un poco más, para unirse a mi, y que yo me una a ella. Cumplir con lo que la perdí hace tan solo unos meses.

Pero lo acordado no se cumplió. Pasaron 5 minutos, 10, 15, y Mich no llegó. Los invitados se impacientaban, se preguntaban que ocurría, donde estaba la novia, y nadie tenía una respuesta para esa pregunta, ni siquiera yo. Intentos de comunicarse con ella, con Rodri, con las amigas que la habrían ayudado a estar lista para este día de ensueño que, ante mis ojos, se volvía pesadilla...Pero nada, nadie ni nada sabía donde estaba.

20 minutos, 30, 45...Y Mich no apareció. Era un hecho, me había dejado plantado, delante del altar, delante de la gente que asistiría a nuestra boda, totalmente solo. La persona que amo me había abandonado. 1 hora, alargar esa espera era simplemente absurdo, pues no iba a venir, ya no.

-Bueno...- tragué saliva, intentando que las palabras pasasen sin que se hiciera un nudo en mi garganta, situación que la atenta mirada de todas aquellas personas no arregló.- La ceremonía queda cancelada, siento mucho la situación...Los regalos de boda serán devueltos, pueden ir yendo al comedor para el banquete...- un murmullo entre las personas, que comenzaban a levantarse, algunos para retirarse, y otros para acercarse a mi y compadecerse de mi situación con palabras que de nada ayudaban.

Decidí retirarme, irme, no podía estar más allí, y el nudo de mi estómago eliminaba por completo el apetito. Se puede decir que casi salí corriendo de aquel lugar, con mi madre a mis espaldas llamándome, quizá para intentar consolar a su hijo ante tal golpe, pero de nada servía el consuelo.

Mi ilusión, mis sueños, mi futuro perfecto, todo había sido pisoteado y abandonado en el suelo como si de una simple colilla se tratase. Estaba roto. Habían jugado con mis sentimientos, y se habían alejado llevandose mi felicidad. Lloraba, no sé si de tristeza porque me habían partido en corazón en tantos cachos que era imposible reconstruirlo, de rabia porque había sido un completo iluso pensando que por fin me tocaba vivir con una sonrisa, o de angustia, porque además de destrozado, ahora estaba solo, pues Mich, la persona que quiero, me había dejado de la forma más dura posible. Al parecer, en el último momento, y sin avisar, había decidido que no quería casarse conmigo, no presentarse a la boda que con tanto esmero preparé, y abandonarme ya con las alianzas en las manos y la ilusión como bandera. Y aquello era más desgarrador de lo que nunca pensé que tendría que soportar.

Me subí en el coche, todavía vestido con el traje, arranqué y huí de allí, dispuesto a alejarme lo más posible. Me dolían los ojos de llorar, me dolía el pecho, y me dolía lo que acababa de pasar, como si alguien me estuviera clavando en lo más hondo de mi agujas incandescentes que ardían de forma horrorosa. Tenía que irme un tiempo, alejarme de todo y de todos, desaparecer. No podía, simplemente no podía permanecer en un lugar que ya no me pertenecía.

Y sabía donde ir.

El único sitio que solo nos perteneció a nosotros dos, el sitio más recóndito de Madrid, donde nadie podría encontrarme. Un lugar plagado de recuerdos, de significado. Un lugar donde poder estar solo. El Bosque de Finlandia.

Y allí hubiera ido, si el ver a Rodrigo corriendo por el arcén de la carretera con su traje hecho jirones, totalmente desarreglado y en mal estado no me hubiese hecho parar.

2da TEMPORADA "Tras una pantalla, Tito Willy" (Willy Fanfic.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora