Las lentejas.

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El sonido de las sirenas retumbaba en mis oídos, aturdiéndome. Veía, sentado desde el sofá como por la puerta del apartamento entraban policías, forenses, médicos...Los flashes de las cámaras fotografiando la escena del crimen me deslumbraban, mientras observaba con detenimiento el cadáver de mi suegro. Sabía que estaba allí, en el salón del apartamento del amigo de Emilio, sentía que me encontraba en una burbuja, ajeno a todo lo que me rodeaba, incapaz de percibir mi entorno con claridad, como si aquello fuese una película y yo un mero espectador. La fase de impacto se había ido, dejando paso a un Shock que consigo llevaba demasiadas preguntas sin respuesta, destacando una: ¿Y ahora, que?.

-¿Es usted el señor Díaz?.- escuche mi nombre de forma difusa, poco clara, como si me hubiesen llamado a través de una pared. A pesar de saber que se referían a mí, no podía responder, ni mirar a la persona que me hablaba. Era incapaz de separar los ojos de Emilio, de escuchar nada más que sirenas y flashes, y de pensar en otra cosa que en Mich, y como las posibilidades de volver a verla se habían reducido a nada.- Señor Díaz, ¿está usted bien?.- insistió aquel hombre.- ¿Me escucha?.- fue necesario un leve zarandeo para volver a posar los pies en el mundo terrenal y regresar de nuevo a la realidad. Levanté la vista, y ante mi vi a un hombre alto y esbelto, de pelo moreno repeinado hacia atrás, espesa barba, y unos ojos pequeños que me observaban fijamente, analizándome.- ¿Se encuentra usted bien?

-Si, si...- respondí, un poco dubitativo. ¿Estaba bien? Mi suegro acababa de ser asesinado y mis esperanzas de que Mich saliera de esta se habían esfumado. No, no estaba bien, desde luego que no.

-Verá, señor Díaz. Soy el Inspector Gómez.- se presentó, a la vez que me enseñaba su placa policial.- Debo hacerle unas preguntas, si no es molestia...- Asentí, y el señor Gómez se sentó al lado mío a la vez que sacaba libreta y bolígrafo. Un policía de la vieja escuela- ¿Dónde se encontraba usted a las 8:05 de la mañana de hoy?.- aquella pregunta me ofendió. ¿Qué mierdas estaba insinuando?¿Que yo había matado a Emilio?¿Que había acabado con él para que, para no recuperar a Mich? Yo no era ningún asesino, ni ningún secuestrador. Aunque, por otro lado, y desde el punto de vista del semi-abogado que soy, fui yo quien llamé a la policía, y el último en visitar a Emilio, por lo que la pregunta, aunque difícil de encajar, era coherente, por lo que debía resignarme a responder.

-Acababa de dejar a mi hijo en la Ludoteca del colegio.- respondí, apretando los puños.- Está a 30 minutos de aquí, puede preguntar si quiere a la encargada.

-De acuerdo.- el inspector apuntó algo, y siguió con su interrogatorio.- Sabemos que su pareja, Michelle, ha sido secuestrada, y que no se sabe nada de su paradero. También sabemos que Emilio es su padre. ¿Porque vino usted a verle?.- volvió entonces a mirarme fijamente, esperando una respuesta. Dudé. ¿Debía decirle la verdad, o era demasiado arriesgado? Sabía que tenía que contárselo, que no era capaz de llevar esto yo solo, que ellos sabrían que hacer, y que suficiente ya había intentado yo, y a la vista estaban los resultados. Y aún así, el miedo estaba ahí. Pero debía ser valiente, debía hacer lo correcto.

-Emilio me contó que había tenido problemas con unos narcotraficantes, que tenía una deuda con ellos, y para cobrársela, secuestraron a su hija. Creía saber donde estaban, y el nombre del más importante de sus hombres. Veníaa buscarle para que me lo contara e ir a comisaría. Pero ahora...está muerto, se ha ido, y con él también toda esa información.- Agache la mirada, tratando de aguantar las lágrimas. Volvía al punto de partida, con 10 días menos de margen. Las posibilidades de que Mich estuviera bien eran mínimas, y eso me golpeaba fuerte una y otra vez.

-Es una pena haber perdido esa información, pero haremos todo lo que esté en nuestra manos para encontrar a tu chica. Seguro que la sacaremos de ahí.- Levanté la vista, y ví unos ojos sinceros y con esperanza. De verdad creía lo que estaba diciendo, de verdad confiaba en, después de todo, traerla de vuelta.

-Muchas gracias, señor Gómez...No sabe cuanto le agradezco estas palabras de apoyo.- Confesé, y él me sonrió.

-No hay nada que agradecer, señor Díaz.- Negó levemente con la cabeza, manteniendo su sonrisa.- Si hay algo más que quiera decirme, algo que le pareciera extraño, fuera de lo común, algo que no entienda...- metió la mano en su bolsillo, y después me ofreció una tarjeta que yo tomé.- No dude en comunicármelo.- y tras estas palabras, se levantó y se fue.

Mi mente volvió a funcionar de nuevo. "Fuera de lo común, algo que no entienda...". Si, cerca de la hora en la que habían asesinado a Emilio, había recibido un mensaje suyo, con unas palabras que no llegaba a comprender: "Acuérdate de comprar lentejas y guárdalas. El bote está en la despensa, al lado del frigorífico.". ¿Qué significaba aquel mensaje?¿Y si debía de hacer exactamente lo que me decía? No iba a ir a comprar lentejas en aquel instante, claramente, pero quizá la clave estaba en guardar algo en aquel bote, o quizá en el bote en si...

Me levanté dando un brinco del sofá, y comencé a buscar algo similar a unas lentejas. En un pequeño armario del salón encontré un juego de canicas que, supuse, me valdría. Tomé un puñado de ellas y entonces corrí a la cocina. Nada más entrar, ví el frigorífico, y a su lado, un armario con puertas de cristal. Me lancé a aquel armario, y tras abrirlo, comencé a sacar y abrir botes con gran velocidad. Fue entonces cuando, casi al fondo, en la esquina de la izquierda, pude ver un bote naranja que tenía escrito en marrón "Lentils" (Lentejas en Inglés.).

No lo dudé un instante, saqué ese bote, y rápidamente lo abrí. Iba a echar dentro las canicas, cuando ví que ya había lentejas en su interior. ¿Para que quería que comprara lentejas si ya había?¿Que significaba todo eso?¿Que pretendía que hiciera con un maldito bote lleno de lentejas, comprar más lentejas y llenarlo aún más?

Aquello rompía mi teoría, y aumentaba aún más mi confusión. Estaba harto de todo aquello. Harto de ser fuerte, de luchar, harto de seguir una pista, una prueba, algo, y acabar en un callejón sin salida, obligado a volver a empezar. Un laberinto que comenzaba a agotarme. Y lo peor es que debía terminarlo, o si no, nunca volvería a abrazar ni a sentir a Mich. Estaba realmente desesperado.

Agotado, deje caer a mis pies el bote de lentejas, derramando su contenido por el suelo. Pero aquel contenido me guardaba una sorpresa.

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Twitter: @AnonimousWS

2da TEMPORADA "Tras una pantalla, Tito Willy" (Willy Fanfic.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora