15. Terror subacuático III (79)

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Sica entendía por qué la gente opinaba que los Morilec eran paranoicos: estaban alerta frente a cualquier detalle, por ínfimo que fuera y por irrelevante y fortuito que en realidad resultara. Pero así no se les pillaba desprevenidos cuando los detalles eran realmente muestras de una conspiración, y aquello ya le había venido bien contra Nameless y sus bombas escondidas, y también lo estaba poniendo en práctica aquel día. No sólo estaban jugando contra los otros jugadores, sino que estaba librando una batalla mucho más importante contra el propio juego, pasando por los ángulos muertos de las cámaras para que no enviaran contra ella los monstruos abisales que por allí pululaban. Porque, sí, aquello estaba plagado de cámaras que sólo una paranoica percibiría, seguramente para que los profesores pudieran evaluar correctamente las habilidades de cada alumno, y por diversión también, claro estaba.

Pero había algo más allí, algo que no se dejaba ver en ningún momento y que ningún monstruo percibía, de modo que podía tratarse de una criatura de rango superior que esperara su momento.

Entonces toda la caverna retumbó y algunas estalactitas se precipitaron enteras o en convenientes pedazos con afán por abrir cabezas. Sica anduvo ágil esquivando y fue a averiguar qué había hecho temblar así el lugar; a ella le había parecido una detonación seguida de un derrumbamiento, más adelante. Pero un gemido entre las barreras de estalagmitas llamó su atención, alguien estaba sufriendo por allí. Se acercó a curiosear, ya que por aquella zona tan angosta y cerrada no iba ningún jugador, que ella supiera. Sólo el monstruo superior.

Se acercó con cautela y silencio absoluto, con la linterna apagada, atenta tanto a su entorno como a los gemidos. No parecían fingidos, ni totalmente humanos, pero que fueran producidos por algo parcialmente humano era lo intrigante. Finalmente encontró una figura agazapada entre dos estalagmitas desmoronadas. Estaba parcialmente aplastada por los fragmentos que se habían precipitado desde el techo. Alcanzaba a percibir su pulso desbocado por el dolor y el miedo. Aquello era todo lo que Sica podía saber sin luz alguna, así que encendió la linterna.

La criatura se encogió cuando la luz hirió sus ojos desproporcionadamente grandes y emitió un siseo a través de unos dientes que parecerían humanos si no estuvieran todos serrados en punta. Sica, con todo lo paranoica que era y lo preparada que estaba, se quedó más tiesa que los picachos que la rodeaban.

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Jeff y Ludo llegaron cuando el muro de rocas se estaba asentando. Alguien que les llevaba la delantera había decidido cortar el paso a los que venían detrás para ahorrarse competencia, y lo había hecho derribando un techo para taponar la galería.

–¡Cabrones en escabeche! –farfulló Jeff muy fastidiado.

Por otro lado, Ludo permaneció sereno mirando el muro de nueva construcción. Finalmente echó mano de su bolsa, que estaba tan llena que había amenazado con hundirlo como un plomo durante todo el trayecto submarino. Una suerte que hubiera empezado a ejercitarse para poder con el Rayo de la Muerte portable.

–Voy a necesitar todas las baterías –advirtió mientras cacharreaba–. Y... ¿alguien lleva encima una punta de diamante? –les preguntó al resto de alumnos que se habían encontrado con que el único paso a la siguiente zona estaba firme y pesadamente bloqueado.

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–¿A qué ha venido eso? –les increpó Roca a Zack y Jack, que celebraban chocando las manos el haber derribado el techo.

–Ah, primita, tú también estás aquí –contestó el vampiro.

–¿Estás borracho o qué?

–Puede –contestó Jack–. Ha mordido a un tiburón.

–Quería saber si era de verdad –se justificó Zack encogiéndose de hombros–. No lo son –le chivó a su primita y luego escupió al suelo como si hubiera mordido un limón verde.

Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora