–Vaya, pero si está aquí la jefa de las lesbianas peludas –fue el saludo por parte de uno de los recién llegados al pueblo y el resto le rieron la gracia.
–Te lo he dicho –se dirigió Herilane a Nova–. Por muy héroes que sean, son igual de capullos que los de nuestros pueblos. No, tranquila, no merece la pena sacar la navaja por estos mierdas.
Obviamente, los que se dieron por aludidos como "mierdas" se ofendieron y se acercaron a la terraza bajo el toldo, en formación de pandilla que pretendía ser amenazante sin haber asistido a un par de clases de Bohém.
–¿Hoy no te traes a tus animadoras lesbianas? –preguntó el líder de los Mierdas.
–No, hoy estoy con mis nueva amiga –contestó Herilane sin ofenderse ni una pizca. El concepto de un grupo de seis mujeres lesbianas ofendía más a sus orgullos de machitos heteros que a las mujeres mentadas–. Ya veo que tú sí que te has traído a tu equipo de animadores.
Aquello pareció ofender al resto del grupo de Mierdas, que se veían a sí mismos como valerosos héroes haciendo piña contra una pérfida, y peluda, mujer que tomaba un batido tranquilamente en una terraza; pero el concepto "animadores" sonaba muy parecido al de "animadoras", que eran esas mujeres que les alegraban los masculinos partidos con sus faldas cortas, su acrobáticos y sensuales movimientos para su deleite y sus risas sin personalidad y para nada peligrosas. Por lo que se sintieron heridos, una vez más, en su frágil orgullo.
–Buah, menuda gorda –espetó uno de ellos para resarcirse, en referencia a Nova, que seguía empuñando la navaja por debajo de la mesa y tenía cara de estar repasando las enseñanzas de Morilec–. En vuestro club de bolleras aceptáis cualquier cosa.
–Si supierais lo que ha hecho para estar en el Instituto... –Herilane no se molestó en terminar la frase y sonrió con una mueca por la que Bohém le hubiera dado muy buena nota.
–Si lo supiéramos, ¿qué? –retó hostil el líder de los Mierdas.
La jefa de las animadoras le dio un toque a un fino poste y el agua acumulada en el toldo desaguó justo encima de él. Aquello no hizo ninguna gracia a los héroes, que se lanzaron a la batalla. Y entonces sonó un zumbido que puso los pelos de punta al agudizarse.
–¿Queréis batidos, jovenzuelos? –preguntó una mujer, asomada a la puerta de la cafetería, armada con una escopeta con tales luces que podría ser obra de algún Khaos e ir a disparar plasma. La pregunta había sonado totalmente a "¿Queréis plomo, mamarrachos?" dicho por una ruda dueña de Saloon, harta de que le rompieran el espejo tras la barra–. Porque, si no los queréis, ya os estáis largando de mi terraza –ordenó apuntándoles con el cacharro zumbante.
Los Mierdas se detuvieron en seco, se miraron entre sí, planteándose si podrían hacer frente a la dueña del local.
–Tú también, jovencita, que te veo las intenciones –añadió la señora, y no para Herilane ni Nova ni su navaja oculta bajo la mesa–. Tus amigas están a salvo, no hace ninguna falta que te metas.
–No es por ellas –contestó Eisentblut, bastante elegante en su traje informal Elegans; pero, sí, se le notaban las intenciones–. Estos tipejos se la están buscando y mis puños se aburren.
–Si queréis pelea, volved a vuestro territorio y zurraos allí. Esto es territorio neutral, aquí no podéis.
Eisentblut arrugó la nariz, no aceptaba órdenes de la regente de una cafetería, por muy zumbantemente armada que estuviera. Muy oportuna, una sombra apareció junto a ella con un panfleto en las manos.
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Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)
Teen FictionElla no quiere estar en el Instituto del Mal, pero no tiene otra salvación que ser una alumna modelo. Una historia de supevillanos y superhéroes todavía en edad escolar. Portada obra de @Anaesthetixs Si os mola la historia y tenéis ganas...