Roca hizo ademán de vengarse por la derrota, por lo que Nameless se preguntó si tendría energía suficiente para correr a esconderse en el bosque; pero finalmente su Capitana se contuvo y selló su rabia con una sonrisilla, lo que auguraba un futuro mucho peor a su protegida.
–Vamos dentro –indicó Roca.
–¿Y las flexiones y abdominales de siempre? –planteó Nameless inquieta.
–Ya haces suficientes –aseguró Eisentblut y enfiló hacia el interior del Instituto.
Ahí Nameless empezó a sentir auténtico pánico. Según su Capitana, nunca hacía suficientes flexiones y abdominales, ni con la fuerza ni la velocidad adecuadas. Que las desdeñara sólo podía significar que a Roca se le había ocurrido algo mucho peor. Mientras la seguía, encogida como la rata que le insistía que era, Nameless hizo trabajar su cerebro, buscando qué horrible tortura... Oh, dioses. Para colmo, iban a las mazmorras.
–Acabo de recordar que tengo que dejar en su sitio las tobilleras –señaló Nameless, retrocediendo con una sonrisilla nerviosa apuntalada en el rostro.
–Vale –aceptó Roca, pero su Subcapitana notó la calmada oscuridad en su voz–. ¿Entonces prefieres venir por tu cuenta después? –añadió para clavarle una mirada cruel–. Y, por cada minuto de retraso, añadiré otro de práctica.
Nameless dudó dolorosamente. ¿Sería ya lo suficientemente veloz para escapar del Instituto del Mal?
–Vamos –ordenó Roca agarrándola del brazo para tirar de ella y lo hizo con tanta fuerza que los pies de Nameless literalmente se despegaron del suelo, para pasar a corretear. Se dio cuenta de que estaba temblando al compararse con la firmeza de su Capitana–. Sabes que es por tu bien.
Nameless sacudió la cabeza compulsivamente.
–¿No? ¿Después de lo del agua te atreves a negármelo? –inquirió Eisentblut mientras la hacía pasar por delante de la clase de Cacharros.
–Lo que no quiero es que me cale la idea –contestó mientras miraba con pavor el final del oscuro pasillo. Para colmo, las luces parpadearon. ¡Tener un poder de sombra no ayudaba en ese momento!
–¿Y por qué no?
–P-Pues porque es como lo de... el Síndrome de Estocolmo.
–¿Y?
–No... No quier pensar así, ¿vale? Es una maldita locura –se quejó retorciéndose, pero Roca la metió en una mazmorra. No una donde Kill diera clase, lo que significaba que tenía todo un nuevo surtido de aparatos de tortura por ofrecer.
–¿Prefieres pensar que esto es una verdadera tortura, que lo hago por simple sadismo? –planteó arrastrándola por un pasillo rodeado de formas de pesadilla–. ¿No es mejor pensar que es entrenamiento para inmunizarte a todo?
–P-Pero es una locura –gimió Nameless mientras era sentada.
–Vete acostumbrándote a la locura –recomendó Roca, atándole una correa en torno a una muñeca, fijándosela a un reposabrazos metálico.
–¡Y esto es una silla eléctrica! –exclamó aterrada, luchando por evitar que le atara la otra muñeca.
–No la voy a poner en intensidad letal –prometió su Capitana, aplastándole el pecho con la bota para impedirle levantarse mientras terminaba de amarrarla.
–No, por favor –rogó Nameless–. Volvamos con el aparatito ese, en el cuarto. Por favor –insistió, aunque sabía que aquellas palabras no le servirían de nada–. Tampoco quiero que aparezca Kill, que seguro que se pone acaparadora –añadió por si activaba la territorialidad de Roca, y entonces se dio cuenta de que aquello también era muy Síndrome de Estocolmo, o del Prisionero, a saber, aferrándose a una sola torturadora sádica.
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Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)
Novela JuvenilElla no quiere estar en el Instituto del Mal, pero no tiene otra salvación que ser una alumna modelo. Una historia de supevillanos y superhéroes todavía en edad escolar. Portada obra de @Anaesthetixs Si os mola la historia y tenéis ganas...