Capitulo XXXV: Los compañeros extrañan al demonio

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Kyle se había hecho un ovillo por culpa del dolor que le traían los recuerdos, aquellos recuerdos que antes él gozaba de la alegría de la vida, donde finalmente aprendió a amar.

Pasó todo el resto de la mañana en aquel edificio abandonado, ahogándose en su propio llanto, y todo por culpa del amor que sentía hacia aquel ángel. Ambos sabían desde un principio que no actuaban correctamente, que eran enemigos, no podían ser amantes, pero desde luego todos son estúpidos cuando están enamorados. El amor prohibido siempre será el más excitante, tanto como para los humanos, demonios y ángeles, pues el temor de ser vistos "pecando" es lo que aumenta la emoción. Claro que, siempre terminan arrepintiéndose, un claro ejemplo es Kyle y Katia, pobres almas.

~*~

Pasaron las semanas y la ausencia de Demonie en el instituto era muy notable y Emmett no podía dejar de pensar en ella, se pasaba el resto de las clases contemplando el vacío asiento de Demonie y gracias a esa acción recibía varias llamadas de atención de parte de los profesores, algo que no era muy común para él. Samantha observaba discretamente al castaño desde su asiento, ella no ha podido hablarle luego de aquella pelea que tuvieron luego de que ella insultara a Demonie.

En el cambio de clases, Caroline se acercó a Emmett dejando ir un fuerte manotazo en el brazo del chico quien se quejó automáticamente.

- Oye princesa ¿Qué le pasó a Chloe? ¿Está enferma o algo así?- Preguntó Caroline con su típica voz alta.

- No lo sé, pero te seré honesto; tengo miedo que algo malo le haya ocurrido, no estoy para nada tranquilo.- Contestó Emmett muy desanimado.

- Hmm, tranquilo no creo que sea para tanto... Estoy segura que estará bien. Tsk, y yo que quería pasar el descanso con ella.

- ¡Ah, claro! Decir que me tranquilice me va a curar ¡Oh! Solo mira que ya se fue la preocupación.- Emmett alzó la voz con sarcasmo.

Caroline no toleró la actitud del castaño y volvió a arrojarle otro manotazo, esta vez cargando de más fuerza, marcándole la piel al chico en un instante, él volvió a quejarse.

- Escúchame idiota, a mí no me vengas con tu sarcasmo barato o te pasará lo mismo que a Nicholas.- Gruñó Caroline realmente alterada, Nicholas al escuchar su nombre levantó la mirada cuestionando a la chica pero fue ignorado por completo.

- Tu mano es muy pesada y duele demasiado, condenada mujer.

- ¿Crees que no lo sé? Deja de ser una princesa Emmett.- Con esto dicho Caroline dio media vuelta y al hacer esto un rápido recuerdo pasó por su mente evitando que se moviera del lugar.- Emmett, sé que es repentino pero acabo de recordar algo, así que ven conmigo.- Ahora sí, la chica se retiró.

Emmett fue detrás de la chica siguiéndola hacia un pasillo solitario, Samantha también los siguió pero asegurándose de no ser vista por ellos. Cuando Caroline y Emmett se detuvieron, la rubia se agachó escondiéndose detrás de unas cajas que para su suerte estaban en el lugar correcto.

Caroline apartó unas mechas de su cabello que antes le ocultaba parte del ojo izquierdo, con nada que le estorbara la vista observó detenidamente a Emmett. Antes de hablar metió su mano en su bolso, dejándola reposar ahí dentro.

- Nicholas me entregó algo para dárselo a Chloe, es urgente. Pero pensé que era buena idea que tú se lo des, así tienes más motivos para visitarla, la dirección está escrita en el reverso.- Dicho esto la chica sacó la mano sosteniendo un sobre y extendió el brazo entregándole el objeto, Emmett lo tomó con cierta desconfianza.

- Carol... ¿Qué se trae Nicholas con Chloe? La última vez lo escuché hablando con el hermano de Chloe.

- Yo que sé, pero es mejor que ni te metas. Déjalos.

- Caroline tú sabes perfectamente lo que ocurre ¿por qué mientes?

- Dinero.- Respondió en seco la chica, luego tomó un largo respiro.- Supe que era mala idea dejarte esta tarea pero quise ser buena amiga, debí hacerlo yo misma y no haberte dicho nada. Ugh, ya qué.

Caroline dejó atrás a Emmett, él parecía una estatua de tan quieto que se encontraba. En cuanto Samantha, ella era un manojo de nervios por culpa del miedo de ser descubierta por él. En ese pasillo comenzaron a escucharse pasos y quejas de una sola voz, era Katia quien llevaba una larga pila de cuadernos en sus pequeñas manos, maldiciendo al profesor por haberla elegido a ella, al alzar la mirada logró ver a Emmett en pleno pasillo, sin dudar mucho se acercó al castaño.

- ¿Qué haces aquí Emmett? Las clases ya van a empezar.

- Ah, Katia... no pasa nada, ya me retiraré.

La castaña lo miró fijamente hasta notarle el sobre que cargaba el chico y se sintió curiosa al instante.

- ¿Qué es eso?

- No sé, solo sé que debo entregárselo a Chloe.

- Te acompañaré.

- ¿Eh? No, iré yo solo.

- Disculpa Emmett pero ¿te pregunté? NO. Dije que te acompañaré y punto.

Emmett no tuvo más opción que asentir pues era una batalla perdida. Al escuchar el ruidoso timbre ambos amigos se retiraron a sus salones correspondientes. Samantha aprovechó que estaba sola y salió de su escondite, apretó tanto los puños que sus nudillos se tornaban blancos, ella estaba furiosa.

- ¡¿Por qué todas las malditas arrastradas están detrás de Emmett?!- Bufó la rubia muy alterada, llamando la atención de un chico que casualmente pasaba por ahí.

Este chico pasó su mano sobre el hombro de Samantha logrando sorprenderla hasta el punto de hacerla sonrojar al límite. Ella giró bruscamente hasta quedar frente a él, la chica quedó boquiabierta al ver a su prójimo, pues no era nada más que el muchacho más aplicado de la escuela y su atractiva apariencia también le daba lugar entre los rompecorazones del instituto, pero la extraña actitud de él provocaba que los demás se apartaran de su camino.

- Señorita será mejor que deje de hacerse fantasías con alguien que no la determina. Desear a alguien tanto no lo vuelve de su propiedad ¿tenías eso en cuenta?- Comentó el chico mientras apartaba suavemente su mano del cuerpo de Samantha.

Samantha buscaba las palabras perfectas para contraatacar al chico pero él volvió a romper el silencio con otro tono, esta vez muy fastidiado.

- No quiero recalcar lo patética que te ves, así que preguntaré de una buena vez lo que necesito...- Él se acercó demasiado hasta el punto de violar el espacio personal de la chica, quien se mostraba realmente nerviosa ante los brillantes ojos verdes que estaban detrás de los cristales de los lentes que él usaba.- ¿Dónde está Demonie? Sé que estudia contigo y te pido que me respondas, y te lo digo de buena manera.

De un rápido movimiento el rubio llevó su diestra al cuello de Samantha apretándole con brusquedad. La miró a los ojos y volvió a preguntar:

- ¿Dónde está Demonie?

DemonieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora