Capítulo LVII: Formando bandos

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El último aliento de vida se escapó de los labios del muchacho de ojos azules que recientemente brillaban y ahora estaban más apagados al igual que una noche sin estrellas. Su vida había llegado a un punto sin regreso y a pesar que vivió un poco más de cincuenta años para su especie esa era una edad muy temprana para marcharse y él apenas se había propuesto su primer objetivo sin la ayuda u opinión de su madre wiccana y ese era conocer a sus verdaderos hermanos pero ahora lo único que conocerá será la frialdad de la oscuridad, la soledad y la silenciosa muerte. El demonio simplemente quería ser feliz junto a su nueva hermana, él quería crear nuevas memorias con ella, reír con ella, aprender con ella y crear un lazo más fuerte con ella pero ese deseo le costó la vida, ahora él se hallaba en la cima de una pila de cadáveres mientras que su compañera rogaba a gritos perdón a la silueta.

Melody golpeó su frente contra el concreto y juntó sus dos manos por encima de su cabeza mientras lloraba descontroladamente a los pies de aquella extraña silueta, ella sabía que si hacía el mínimo intento de atacarlo moriría al instante así que botó su orgullo y rogaba piedad pero aquella silueta sólo la observó y tras unos minutos de silencio de su parte finalmente volvió a hablar.

- Tú, mujer murmur, antigua compañera de Lilith y ahora esclava de Daemon. Levanta tu cabeza y haz silencio.

Melody hizo lo que se le fue ordenado, levantó la cabeza y sus ojos se llenaron de sangre gracias a la enorme herida que se hizo tras golpear su rostro contra el concreto. Ella hizo todo lo posible para mantenerse en silencio pero los nervios no la dejaban y no podía parar de llorar. Ella no sabía quién o qué demonios era esa silueta que llegó a saber que ella era la última compañera de Lilith, uno de los demonios más antiguos del mundo y responsable de dictar la orden de apuñalar a Melody con su propia flauta pero ella se lo merecía luego de querer robarle poder. Nadie sabía de su pasado, ni siquiera Kyle que era el demonio con quien más convivía.

- Pecadora... No eres digna de morir en mis manos.

- ¿Qué...?

Esas fueron las últimas palabras de la castaña cuando una lanza atravesó su pecho desgarrando su corazón dándole fin al murmur mientras la silueta solo observaba como la sangre se derramaba.

- Buen trabajo Katia, sigue así y te devolveré tus tan deseadas alas.

La muchacha sin decir una sola palabra extrajo su letal arma del cuerpo de la castaña y de un rápido movimiento de su brazo esparció la sangre que había en su lanza pues no había tiempo para limpiar, era momento de cumplir órdenes a pesar de lo mucho que ella estaba en contra de hacerlo pero estando bajo una pesada armadura de hierro en la que protegía siendo un ángel sin alas no había espacio para las protestas y mucho menos en contra de aquella poderosa silueta, pues era su superior. Las órdenes se cumplían sí o sí, de lo contrario sufriría el mismo destino que los dos demonios.

- El fundador de esta ciudad pronto vendrá así qué hay que estar atentos, pues en cuanto se marche crearemos al niño inmortal.

- Arcángel ¿por qué está haciendo esto? ¡Esto es genocidio! ¡Se hace llamar aliado de Dios cuando usted está pasando sus mandamientos por el-

- Ángel Katia guarde sus energías para hacerme guardia... Además esta ciudad es el reflejo de Enoc, una ciudad fundada por un mentiroso y asesino sin embargo lo único que diferencia Enoc de aquí es que fue fundada por unos de los primeros hombres de la tierra: Caín, mientras que aquí se levantó por Radna, un ser nacido del odio de los descendientes de Caín y Set. Esta es una sucia ciudad que cortaré como si fuera trigo, justo como lo hacían en los días de Jeremías pero claro que lo haré a mi manera y si estás en mi contra no serás nada más que trigo para mí.

Katia apretaba con fuerza su mandíbula para no soltar ningún comentario que le fuera a costar la vida y vio como su superior le dio la espalda para marcharse, ella se tomó su tiempo y caminó detrás de él, después de todo esa era su tarea: proteger al arcángel en la tierra y nunca había odiado tanto cumplir con su deber. Ambos marchaban en silencio pero fue entonces cuando el sonido un revoloteo los distrajo.

- Arcángel, todos han caído. Los únicos conscientes son los animales.- Habló el recién llegado.- Pero aún no veo señales de Radna.

- Buen trabajo Gabriel y no te preocupes él vendrá a mí.

Gabriel descendió de los cielos y acompañó a Katia a hacer guardia. Gabriel también estaba protegido por una armadura con una abertura especial que le permitía mover sus alas a su gusto, Katia tenía una igual pero como sus alas se le fueron arrancadas sólo se veían dos largas y grotescas cicatrices y ella hacía lo mejor para restarle importancia, para ella había algo más importante y eso la dejaba más que inquieta e insegura.

- ¿Crees que Kyle también cayó?- Preguntó la chica en un bajo tono de voz evitando ser escuchada por el Arcángel.- ¿crees que esté vivo?

- El nacimiento del niño inmortal solo afecta a los humanos y si te soy honesto no he visto a tu amante, de hecho no he visto a ninguno de ellos-

- Yo acabo de matar a uno, el Arcángel mató a otro...- Interrumpió la chica.

- ... Eso te costará.

- ¡¿Crees que no lo sé?!

- ¿Dijo algo ángel Katia?- Preguntó su superior.

- No nada, disculpe Arcángel.

Katia levantó su mirada en busca de esperanzas y en eso logró visualizar a lo lejos algo que casi le provoca las lágrimas: No era nada más que Kyle y Demonie en la cima de un edificio vigilando al igual que las águilas y solo era cuestión de segundos para que ellos se percaten de la presencia de los guardianes celestiales.

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Los quiero

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